concepcion-constitucion-181Durante todo el año 1811 los franceses habían pretendido atraerse a los extremeños, haciéndoles ver los beneficios que tendrían aceptando a José I. En ese sentido, el Comisario Regio para la Provincia de Extremadura, Francisco de Therán, combinaba la alabanza a los naturales en numerosas proclamas, con la amenaza en caso de su incumplimiento. En diciembre de 1811 había firmado en Almendralejo una circular ordenando la creación de Municipalidades, es decir ayuntamientos ajustados a la Constitución de Bayona, y en lo que restaba del año, tuvieron lugar en esta villa las elecciones y toma de posesión del nuevo concejo.
Como resultado de las mismas, el gobierno de Almendralejo a la entrada del año 1812 estaba formado por las diez personas electas (don Fabián Gutiérrez, Sr. Marqués de la Encomienda, don Francisco Vélez de Guevara, don Pedro Montero de Espinosa, don Rafael Berriz, don Francisco de la Barrera, Francisco Ortiz Sosa, Manuel Cortés, Manuel Díaz Arias y Alonso José Bravo) y otras tres elegidas por ellos (don Diego Antonio Villalobos para el cargo de Corregidor, don Luis Tous de Monsalve y don Agustín de Mendoza González, como regidores; y Nicolás Antonio Marzulo, como secretario). La incertidumbre de los tiempos provocó que los dos regidores pusieran sendas excusas para no aceptar el cargo: de hecho, junto con el corregidor, desaparecen del gobierno municipal.
El cambio de gobierno local no aminoró las exigencias francesas a los vecinos de Almendralejo, que seguían siendo continuas y desorbitadas, más aún en la calamitosa situación en que se encontraban por el gran consumo que hacían las tropas de tránsito y las que estaban de cuartel en la villa, y la decadencia en que se encontraban cosechas y ganados.
A mediados de enero tuvieron que repartir entre el vecindario 136.000 reales para suministros a la tropa, pese a las protestas de la Municipalidad que, temerosa, quiso conciliar este estado de apuro con la precisión de socorrer a las tropas francesas, y aprobó el reparto, admitiendo en pago los débitos a favor de los vecinos que habían entregado trigo, cebada, ganados, vinos y aguardientes, a los precios corrientes. En el caso, probable, que no bastase este reparto, acordaron que se vendieran algunos terrenos de los sitios de Eras Viejas, Alberca del Taco y Carneril, devolviendo el dinero a los compradores, si el Gobierno no sancionaba las ventas.
En febrero ya se encuentra firmando como Corregidor, el antiguo alcalde mayor de la villa, don Pedro Julián Aupetit, en una escritura de venta de bienes municipales, hecho que justifica "hallándose este pueblo en la mayor aflicción sin medios ni arbitrios a poderse sostener por las muchas exacciones de dineros, granos y otros efectos que se le han hecho en términos que muchos de sus vecinos se han pasado a otros". Enajena una suerte de 4 fanegas en la zona de Eras Viejas, por 8.800 reales, "pedazo casi inútil e infructífero", para comprar víveres para las tropas estantes y transeúntes.
Sin embargo, el signo de la guerra iba a cambiar. Napoleón necesitaba tropas para su campaña en Rusia y las retiró de España, sustituyéndolas por fuerzas inexpertas.
El 11 de marzo los británicos se situaron en Elvas y Wellington distribuyó sus tropas para cercar Badajoz; y para impedir que a los franceses les llegaran auxilios de Soult vigiló la ruta de Andalucía, motivo por el cual el 18 de aquel mes entraron en Almendralejo los ingleses y portugueses, mandados por el general Hill.
Badajoz resistió hasta el 7 de abril y los británicos sometieron a la ciudad y a sus habitantes a un brutal y salvaje saqueo, trato impropio para una población amiga que esperaba su liberación. Soult se retiró por el camino andaluz y los ingleses, tras ellos, poniendo Hill su cuartel general en Almendralejo. De nuevo, la villa tuvo que seguir avituallando a las tropas, pues continuamente se pedían "raciones para las tropas nacionales": dada la situación de apuro económico por la que pasaban, el Concejo propuso, una vez más, vender, a principios de mayo, tierras de propios, en el sitio del Carneril, y con su producto comprar suministros para el ejército.
En esta coyuntura, desaparecieron las instituciones creadas por el invasor, las Municipalidades, y se volvió a la situación del Antiguo Régimen (alcalde mayor, regidores...); en este caso, dependiente de la Superior Junta de la Provincia de Extremadura, a la que el Alcalde Mayor solicita que se le satisfagan los sueldos que se le deben; pero, como según un informe del Cabildo y de la Junta de Propios, los fondos de propios estaban en suma decadencia por consistir en las rastrojeras, pastos de yerbas y otros sobre los que nadie pujaba, propusieron que se vendiera el pedazo de tierras llamado Eras Viejas que era, en gran parte, ejido ansarero.
Hill siguió en su cuartel de Almendralejo hasta julio y como los franceses, que siguieron abrumando a los pueblos con requisas y robos, no abandonaron totalmente el camino de Andalucía, a lo largo del mismo tuvieron lugar las últimas escaramuzas de la guerra en las proximidades de Almendralejo.
La situación de las tropas era tan cambiante, con el consiguiente perjuicio para los pueblos y sus vecinos, que el 12 de julio, con los británicos de Hill situados nuevamente en Almendralejo, se publicó con gran solemnidad, en el Convento de Religiosas Concepcionistas, la nueva Constitución de la Monarquía, promulgada en Cádiz.
La última refriega ocurrida en los alrededores de Almendralejo, de la que tenemos noticias, ocurrió el 18 de agosto. A finales de aquel mes, el mariscal de las tropas aliadas, conde de Penne-Villemur, comunicó, desde Azuaga, el 31 de agosto de 1812 al almendralejense Marqués de Monsalud lo siguiente: "Excelentísimo Señor. Tengo la satisfacción de anunciar a V. E. que los enemigos han evacuado totalmente la Provincia de V. E.".
La guerra había terminado en Extremadura; dos meses después, el 24 de octubre la Junta de Extremadura resignó su poder en la Diputación Provincial que se instauró siguiendo las normas de la Constitución gaditana. No obstante, los avituallamientos a las tropas aliadas no cesaron, como tampoco la presencia de combatientes extremeños, que ahora luchaban, y morían, fuera de su Provincia.
A finales de 1812, los ciudadanos de Almendralejo fueron llamados nuevamente a las urnas, según las normas de la Constitución de Cádiz, para nombrar su primer Ayuntamiento Constitucional, votando a los nueve electores que tenían que realizar el nombramiento del alcalde y regidores. El 26 de diciembre se celebró el escrutinio: habían votado 24 personas. Los nueve elegidos nombraron al día siguiente un alcalde constitucional (don Fernando Trabado) tres regidores (don Francisco Bueno Villalobos, don Matías de la Peña y un tercero cuyo nombre no figura y que no llegó a tomar posesión) y un síndico (don Juan Manuel Bueno). En agosto de 1814, Fernando VII mandaría disolver estos ayuntamientos constitucionales, y volver al sistema del Antiguo Régimen.
La villa situada en la ruta de Andalucía a Portugal, sometida a los avances, retrocesos y asentamientos de los distintos ejércitos había quedado arruinada por el esquilmo de sus campos y la falta de brazos para trabajarlos; menguada en sus bienes, malvendidos para hacer frente a los suministros a que se veía forzada; disminuida en su población con una fuerte crisis demográfica; y sumida en los numerosos cambios en sus autoridades, que pasaron en aquel breve tiempo de representar sucesivamente al Cabildo del Antiguo Régimen, a la Municipalidad josefina, de nuevo al Antiguo Régimen, y al Constitucionalismo gaditano.