Fernanda Jariego Esperilla ha publicado a sus 95 años un primer libro de poemas, "Poemas al viento", con la colaboración de la Congregación de Luises de Almendralejo. El libro fue presentado en un acto que tuvo lugar en el Centro Cívico, en el que intervinieron el Presidente de los Luises, Manuel Rodrigo Asensio, que señaló la motivación que les llevó a apoyar la publicación de la obra, el Cronista Oficial de la Ciudad, Francisco Zarandieta Arenas, que glosó la vida y la obra de la autora, la Concejala de Cultura, Piedad Álvarez Cortés, que alabó el espíritu luchador y emprendedor de Fernanda, que con gran lucidez recitó de memoria dos poemas y agradeció emocionada el apoyo del numeroso público que llenaba el salón. Intervino también María Dolores Izquierdo Mora, sobrina-nieta de la autora, que en nombre de la familia dirigió unas palabras de cariño y agradecimiento hacia Fernanda. Cerró el acto la sección instrumental de la Agrupación Folklórica Tierra de Barros que, bajo la dirección de Luis Garrido Barragán, interpretó magistralmente cinco composiciones de su repertorio.
Fernanda Jariego Esperilla nació en Almendralejo en 1913. Con 23 años, cuando estaba visitando a unos parientes en Madrid, le sorprende el comienzo de la guerra civil en la capital de España y allí estuvo aquellos tres años de sufrimiento generalizado. Vuelta a Almendralejo, se dedica a la noble profesión de enfermera, en la consulta de Enrique López Sanchiz, que sería también alcalde de la ciudad. En este ámbito pudo desplegar sus dotes de solidaridad y de generosidad, tan vinculadas a la humanidad de esa actividad. Fue nombrada Delegada de la Sección Femenina de Almendralejo, donde desarrolló su labor con igual espíritu de servicio, siempre favoreciendo a los más necesitados y llevándole su inquietud artística a poner el germen de lo que sería el Liceo de Música y los Coros y Danzas. Otras facetas más de nuestra poetisa han sido su aportación como miembro activo de la comunidad parroquial, en la que ha sido muchos años catequista y durante una década secretaria del Apostolado de la Oración; y su dedicación altruista y generosa a la actividad pública, en la legislatura 1974-1979, siendo la segunda mujer que en Almendralejo ha tenido la gestión de concejala en una Corporación Municipal. Finalmente, fue profesora de Formación Cívico Social en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado "Santa Ana", en el Instituto Carolina Coronado y en el Colegio del Santo Ángel.
El libro comprende 31 poemas en 69 páginas. Hasta ahora sus versos habían permanecido encerrados en su intimidad, sin darlos a conocer, salvo a personas cercanas. Algunos nacieron hace mucho tiempo, pero los recuerda y vivencia como si fueran de ahora mismo, reflejando un concepto del mundo y de la vida que la autora ha retenido con pudor, porque es algo de sí misma.
Sus poemas reflejan distintos aspectos de su vida. Podríamos clasificarlos, si es que eso fuera posible, en tres apartados; unos, religiosos; otros, relacionados con su vida profesional; y, la mayor parte de ellos, amorosos. No son sino tres atalayas, tres observatorios distintos y bien construidos, desde donde otear su propia alma, desde donde escudriñar sus sentimientos.
Así, amor, fortaleza, confianza, esperanza en Cristo; asilo seguro, descanso en el regazo de la Madre de la Piedad, a la que reza: Cuando desconfío de mí / recurro pronto a tu afecto, / porque sé que en tu regazo / asilo seguro encuentro. El deseo de una Navidad perpetua, de un Cirineo permanente son otros temas que va desgranando, para señalar que Dios está en el amanecer de cada día.
Los trabajos de profesora y de enfermera quedan recogidos en sendos textos. Su vida profesional se ha desarrollado en su patria chica, Almendralejo, a quien dedica también uno de los poemas; así como a su casa, su hogar, al que ama de una manera entrañable, testigo de penas y alegrías, que le proporciona protección y fortaleza: Después de Dios, sólo tú, / has sido testigo fiel / de mis penas y alegrías, / a ti siempre me he acogido /mi dulce y querido hogar.
El conjunto más extenso es el amoroso. El amor..., amar, sufrir y vivir. El amor soñado, que provoca el desengaño, al despertar. El amor no correspondido, que duele ante el engaño. Los celos que provoca el amor, el ansia de amar, la pasión o el anhelo amoroso tienen cabida en sus versos. También, el amor real, vivido, en el Madrid cercado, con un joven que muere en la flor de su vida: la muerte segó, traidora, aquella amistad, ¿amor, tal vez?, pero la sombra de Augusto la siguió alentando, aunque llegara a exclamar en un momento: Si la muerte pone fin / a este amor que por él siento / venga la muerte al momento, / porque morir es vivir / si acaba mi sufrimiento.