Mayo y junio son meses propicios al repaso, no sólo de lo que ha dado de sí el curso escolar, sino también de los recuerdos y evocaciones de ciclos educativos que terminan, a la vez que se abren nuevas perspectivas para los estudiantes (seguir los estudios, incorporarse al mundo laboral...) y se van cerrando las experiencias que los docentes acumularán en nuevos cursos, nunca repetidos, siempre recién estrenados de cada septiembre. Confieso que me embarga una cierta añoranza de haber vivido muchos actos semejantes, pero, a la vez, la frescura de saber que todos han sido distintos, no sólo para los alumnos a los que se despide, sino también para los profesores, personal no docente y miembros de la AMPA, que han dejado su semilla en ellos, como el sembrador hace con la tierra, más o menos fértil, que queda después a merced de los avatares de los tiempos.
De todas las celebraciones que han tenido lugar en nuestra Ciudad reseño, en esta ocasión, las referidas a dos Centros, que por especiales circunstancias puedo destacar: en un caso, el Colegio Ruta de la Plata, que ha plasmado en un Cuadernillo, o Revista Escolar, la celebración de la despedida el 10 de junio de 2010, La Revista (¡qué gran archivo de datos, pero sobre todo de experiencias vividas son estas que parecen insignificantes "Revistas escolares"!) ha sido dirigida por el Tutor del curso 4º A de Secundario de dicho Centro, Antonio Carretero Melo, con la alegría de haber tutorizado durante cuatro cursos a un ejemplar grupo de alumnos, a los que auguramos muchos éxitos en su vida si siguen desarrollando la semilla que llevan en sus mentes y en sus corazones. El Dr. Carretero en su discurso de despedida destacó las principales cualidades que hacen agradable y fructífera, en ambos sentidos, la labor educativa, señalando que esta promoción de alumnos había conseguido reunir una serie de ellas tan importantes como el honor, el amor a la verdad, la disciplina y la perseverancia, el sentido de la libertad, la afabilidad, solidaridad y generosidad que refuerzan la vida social, y una esmerada educación que hace agradable la convivencia
En el otro caso, se trata del IES Arroyo Harnina que tuvo la deferencia de encargarme el discurso del acto de despedida de la decimoquinta promoción de alumnos de Bachillerato y del Ciclo Formativo de Grado Superior de Desarrollo de Aplicaciones Informáticas y la decimotercera del Ciclo Formativo de Grado Superior de Administración y Finanzas, que tuvo lugar en el Teatro Carolina Coronado el día 26 de mayo de 2010.
El citado discurso se centró en analizar el topónimo Harnina en nuestra Ciudad y en relacionarlo con la poeta Carolina Coronado, y de él entresacamos algunos párrafos.
"El topónimo "Harnina", dijo, tiene en Almendralejo una significación y un arraigo popular altamente considerables. Figura desde tiempos inmemoriales y hasta nuestros días bajo múltiples acepciones en los documentos y en la tradición oral. Harnina podría venir, como tantas otras palabras de nuestra lengua, del latín. Arna-ae, significa oveja, y arnus-i, el carnero; y Varrón llama arnacis-idis, al vestido de las doncellas hecho con piel de oveja. Parece, pues, probable que Harnina venga a significar algo así como "valle de los corderos", lugar de paso en la trashumancia de los rebaños castellanos. Harnina es el nombre de un arroyo, que se forma al oeste de la población con las aguas del Minitas que la bordea por el norte y las del Charnecal que lo hace en sentido SE-NO, y que en otro tiempo recogía las aguas del arroyo Caganchas que, formado en las proximidades de la Ermita de la Piedad, discurría por el centro del pueblo.
Una vez formado cruza una llanura no muy extensa para encajarse después suavemente en un valle que presenta por su lado derecho una vertiente algo escarpada, con el cabezo de San Marcos, mientras que por la izquierda ha originado una terraza de erosión dando lugar a superficies de vegas (las huertas de Harnina). Recibe después las aguas de otros arroyos, como el Husero, para verter sus aguas al Guadajira, un poco al norte de Solana de los Barros.
Este valle fue el asiento primigenio de los habitantes del término de Almendralejo, bien documentado desde tiempos neolíticos. Hace unos cien años dos prehistoriadores locales, el V Marqués de Monsalud y Ramón Martínez de Pinillos, pusieron de manifiesto la riqueza arqueológica de la Vega del Harnina. Los primeros pobladores de estas tierras vivieron próximos al Harnina.
Y Harnina es el nombre de una cañada que ya se cita en documentos conservados de hace más de quinientos años. Y es el nombre de una calle importante de la villa y después de la ciudad. Y es el nombre de una de las puertas de Almendralejo, localidad no amurallada, pero que en determinados momentos de la vida había que cercar para controlar el paso de las mercancías que pagaban impuestos; o para que actuara de muro protector que la defendiera de la peste, cerrando las callejas que salen del Altozanito, con la ermita de San Judas de adelantada y pidiendo a los que entraban un salvoconducto de que procedían de un lugar no apestado.
Y Harnina, Arroyo Harnina, es el nombre del Instituto, nacido en los años 90 del siglo pasado, que inició sus actividades en el curso 1993-1994. Sois herederos -añadió- de aquellos primeros pasos de vuestro Instituto, porque la historia de una institución se va formando con el devenir de las sucesivas generaciones y con sus experiencias acumuladas, nunca iguales, siempre distintas, como la propia naturaleza, como la vida misma.
Y ahora, enlacemos con Carolina Coronado. En un periódico local del último cuarto del siglo XIX, denominado "Revista de Almendralejo", comenzó a publicar por entregas el 1 de febrero de 1880, nuestra poeta local una novela titulada "Harnina". Desgraciadamente quedó incompleta en estas páginas, aunque es posible que continuara en las de otro periódico de la época. El texto conservado nos refiere las aventuras de un noble, dueño del castillo de Lobón, llamado Harnín, que está casado con una joven sevillana, María de la Piedad, hijo de don Martín Jusero y doña Aldana. Harnín y María de la Piedad tienen una hija llamada Harnina. Bajo los nombres de estos personajes se oculta una gran simbología de topónimos importantes en la historia de Almendralejo, así como en otros que también aparecen, como el beato Marcos, el viejo Altozano, el valle de los almendrales y el valle de los Mártires; la leyenda del descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Piedad y el escudo de una pequeña aldea que fundan lejos del castillo de Lobón, en un lugar pequeño lleno de almendros: Almendralejo.
La nostalgia de la autora también está presente en su obra. Dice que "podemos vivir lejos de nuestra tierra, no verla jamás, pero allí estará siempre el nido de nuestras memorias, donde estuvo el nido de nuestra infancia". Y así, será la propia Carolina Coronado, cuando el 25 de mayo de 1902 se trasladan los restos mortales de Espronceda, junto con los de Larra y Rosales, al Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, la que anime a sus paisanos almendralejenses a acudir a dicho acto utilizando, una vez más, el término Harnina:
"¡Despierta... Harnina!, al templo soberano
que del genio español guarda la fama,
hoy la voz de Madrid también nos llama
en honra funeral a nuestro hermano".
¡Despierta... Harnina!, es decir, ¡Despierta... Almendralejo!, porque si nuestra ciudad no se llamara Almendralejo, ningún otro topónimo tendría más mérito para nombrarla que Harnina.
Y este año -concluyó- vuestro Instituto ha devuelto la deferencia a nuestra poeta romántica, a Carolina Coronado, al recoger en un precioso libro, "Árboles y arbustos del Parque de las Mercedes de Almendralejo", buena parte de su obra poética relacionada con su amor a la Naturaleza, uniendo las principales fuentes del saber: la Naturaleza y los Libros, imprescindibles para la formación de cualquier persona y para el buen ejercicio de cualquier profesión y, es más, de la propia existencia".