fiestas-1911

El año 1911 trajo a los pocos días de comenzar la triste noticia del fallecimiento de Carolina Coronado, el día 15 de enero en Lisboa, y el entierro del matrimonio Perry-Coronado en el cementerio de Badajoz, tres días más tarde. El Ateneo de la capital extremeña le dedicó una velada necrológica el 5 de marzo a la que invitaron al Ayuntamiento de Almendralejo, quien declinó la asistencia por coincidir con el día de las exenciones de quintos, pero envió una corona fúnebre y designó como sus representantes a dos ilustres sacerdotes almendralejenses, Enrique Vázquez Camarasa y Enrique Triviño Forte, que intervinieron en el acto; en especial, el primero con un extraordinario discurso sobre la poesía de amor divino de Carolina (reproducido por la Asociación Histórica de Almendralejo, en la Pieza del mes, nº 17, 7 de mayo 2011). A primeros de octubre de aquel año, el Ayuntamiento de la Ciudad recibió una atenta carta del yerno de Carolina, Pedro Mª Torres Cabrera, en la que enviaba un retrato de la poetisa, en nombre de su esposa Matilde. Se le agradeció el obsequio y se acordó colocarlo en un lugar preferente del Salón de Sesiones con una inscripción fechada que recordara el donativo. Lamentablemente, desconocemos el destino que tuvo este retrato; tal vez fuera sustituido por el que ocupa su mismo lugar pintado por Adelardo Covarsí.
 
Almendralejo contaba en aquel momento con una población de 12.558 habitantes. El II Conde de Osilo, José Gutiérrez Silva, presidía el Ayuntamiento, en el segundo año de su bienio como alcalde de nombramiento Real de entre sus compañeros, por ser Almendralejo capital de partido judicial. Además del alcalde, la Corporación contaba con 18 concejales, que como resultado de las últimas elecciones se repartían en tres adscripciones, 10 (con el alcalde) eran del Partido Conservador (dirigidos por el Conde de Osilo), 8 de la Unión Extremeña, una candidatura con tintes regionalistas y regeneracionistas formada por personas de todas las procedencias políticas (sin un líder claro después del fallecimiento del V Marqués de Monsalud, en febrero de 1910), y 1 que figuraba como independiente. Ya a finales de enero, por defunción en un caso y renuncia por enfermedad en otros cuatro el Consistorio quedó reducido a 14 personas, y mermado en uno más, cuando en mayo falleció otro concejal: ninguna de estas vacantes fue cubierta durante el año: dos correspondían a miembros de Unión Extremeña y cuatro a los conservadores.
 
En el gobierno del Municipio los ayuntamientos estaban ayudados por la Junta Municipal en aspectos relacionados con el Presupuesto; de tal manera que el Ayuntamiento lo elaboraba y la Junta Municipal lo aprobaba y también entendía en cuanto al establecimiento y creación de arbitrios, y en la revisión y censura de las cuentas municipales. La Junta Municipal estaba compuesta por los 19 concejales y un número igual de vocales asociados, elegidos por sorteo entre los vecinos contribuyentes agrupados en siete secciones en función del concepto por el que cotizaban (industriales, comerciantes, artes y oficios, riqueza urbana o rústica).
 
El Presupuesto para 1911, elaborado por la Junta Municipal de 1910, ascendió a un total, en ingresos y gastos, de 137.354,05 pesetas. Los ingresos procedían de rentas y productos procedentes de bienes, derechos o capitales propiedad del Municipio (5,50%); impuestos municipales (puestos públicos, matadero, cementerio, licencia para construcciones..., que ocupaban el 13,94% del total); aportaciones de los pueblos del partido al presupuesto de la cárcel (7,02%), ingresos extraordinarios (4,81%) y la partida más importante (68,73%), denominada eufemísticamente "recursos legales para cubrir el déficit", ya que los ayuntamientos no podían endeudarse, resultaba de los recargos municipales sobre las contribuciones e impuestos que se pagaban al Tesoro (territorial, industrial, consumos, carruajes de lujo...).
 
La escasa autonomía fiscal de los municipios, la pobreza de los recursos municipales (apenas un tercio de los ingresos), la delegación de gastos y funciones por parte del poder central y los compromisos y cargas locales, acarreaban unos "déficits crónicos", que no encontraba otra solución que recargar sobre los vecinos las distintas contribuciones a que estaban sometidos por el Estado.
 
El Ayuntamiento de Almendralejo presupuestó para aquel año una serie de gastos, cuya partida más importante (29,70% del total) estaba dedicada en escasa cuantía a funciones religiosas y festejos, y, principalmente, a reintegrar las deudas y los créditos reconocidos a personas o instituciones: en especial, era extremadamente gravosa la aportación que se hacía a la Diputación provincial con destino a enjugar el déficit de esta institución, para lo que presupuestaron este año, 28.000 pesetas (20% del presupuesto). Los gastos del Ayuntamiento suponían un 18,42%, destinados, sobre todo, a sueldos de los empleados municipales (secretario, oficial mayor, oficial primero, tres auxiliares de secretaría, dos alguaciles y un portero de la casa consistorial; contador y auxiliar de contaduría; depositario; encargado del reloj de la torre, peón público y agente del Ayuntamiento en Badajoz), material de escritorio, mantenimiento de la Casa Ayuntamiento, gastos de quintas... La penuria municipal no permitía que existiera el puesto de archivero-bibliotecario, obligatorio desde 1906. En el capítulo de Policía urbana y rural (12%) se integraban los gastos de alumbrado, limpieza, matadero y premios por eliminación de animales dañinos; y los gastos de la policía de seguridad (10,19%) incluían, primordialmente, los sueldos, equipo y vestuario de la guardia municipal, compuesta por un jefe, un cabo y dieciséis guardias, además de dos guardas, para la Plaza del Altozano y el Paseo de la Piedad, respectivamente. La cárcel del partido llevaba aparte un presupuesto especial puesto que también colaboraban todos los municipios del partido judicial. Los gastos de la Beneficencia municipal crecían al aumentar el número de socorridos (8,64%), y como no podían mejorar las instalaciones del Hospital de San Juan de Dios, celebraron una corrida de toros para recabar algún dinero (se obtuvo, en líquido, la cantidad de 5.106,38 pesetas); mientras que los de obras públicas se limitaron aquel año al entretenimiento de edificios públicos, fuentes y cañerías, aceras y empedrados (6,37%).
 
Un cierto ahorro en el capítulo de gastos para sucesivos ejercicios fue la firma de un nuevo contrato del alumbrado eléctrico público con la empresa suministradora, Jorge Madroñero y Cía., de Puebla de la Calzada, en el sentido de rebajar la consignación anual vigente de 13.650 pesetas a 10.000 pesetas, con la condición de prorrogar el contrato hasta finales de 1924, diez años más del periodo actual de validez; así como la "nacionalización" de la Estación telegráfica municipal, con lo que el Ayuntamiento se ahorraba el pago del funcionario que la servía y los gastos de enlace a la red general, a la que se le obligaba. El Estado se hizo cargo de la Estación, cediéndole el Municipio el local para la oficina con habitaciones para el encargado y el mobiliario siguiente: una mesa de madera para el aparato, con dos cajones, una mesa para el ordenanza, otra para el público, doce sillas, un armario para la documentación, dos percheros, dos braseros con tarima y badila, dos palanganeros con jofaina y jarro, seis toallas, un reloj de pared, una botella para agua, una bandeja, dos vasos, dos quinqués, dos cartapacios, tres tinteros, un espejo, un candelero, un cántaro, una escupidera, un vaso de noche y un estante para la pila.
 
Estos recortes no fueron suficientes para afrontar mejoras en la instrucción pública, con el desdoblamiento de las auxiliarías y la graduación de la enseñanza, habilitando nuevos locales: se excusaron, declarando "lamentar muy de veras que la situación angustiosa de su erario no le permita moverse con entera libertad".
 
En cambio, la propuesta del concejal Julián Marcos Mirantes, "teniendo presente la paralización en esta localidad del mercado de ganados y como consecuencia la situación angustiosa del considerable número de pequeños granjeros de esta vecindad, y siendo centro de una importante región pecuaria", de "crear una gran feria de ganados, medio único e indiscutible de conseguir la prosperidad de pueblos que como éste viven exclusivamente de la Agricultura", sí se llevó a cabo al contar esta iniciativa con una gran respuesta ciudadana.
 
Programada para los días 24, 25 y 26 de septiembre, tomaría, por ello, el nombre de feria de las Mercedes, formándose una Junta organizadora en la que tomaron parte las principales instituciones locales, además del Ayuntamiento. Decisiva fue la colaboración de la Caja Rural de Almendralejo, la Comunidad de Labradores y la Sociedad "El Obrero Extremeño", entre otras, que no sólo aportaron ideas sino también cantidades importantes para su realización. A los pocos días de convocada ya se habían reunido por suscripción ciudadana la cantidad de 4.500 pesetas.
 
El 24 de septiembre se procedió a bendecir la gran explanada que se había acondicionado para el ganado, "al sitio de los Antrines", con una gran charca y dos pilares, uno recientemente construido para la feria. La Banda de "El Obrero" amenizó el acto, interviniendo también en los pasacalles de los siguientes días. Un jurado, instalado en la "Caseta del Jurado", presidido por el Director de la Granja Escuela de Badajoz, Eduardo Fernández Trevijano, repartió premios a los mejores lotes de ganado, con la particularidad de que los ganaderos almendralejenses premiados renunciaron a las cantidades percibidas para mejorar la edición del año siguiente.
 
La Comunidad de Labradores cedió los derechos por los rastrojos (unas 30.000 pesetas), que se respetaron para el aprovechamiento del ganado que llegara a la feria, se hicieron abrevaderos, se albergaron gratuitamente estos ganados en corralones y cuadras de particulares, y en la estación del ferrocarril se instaló un embarcadero para los mismos. También se pusieron trenes especiales, sobre todo desde Badajoz, para los días de la feria, en especial para el día de la exitosa corrida de toros en la que intervinieron "Mazzantinito", "Cocherito de Bilbao" y Rodolfo Gaona, que hizo ya pequeño nuestro Coso de la Piedad, que se reformaría al año siguiente. Los precios de las localidades fueron, en sombra: barrera (9 pesetas), balconcillo (9), 1ª fila de contrabarrera (7), 2ª fila de contrabarrera (6), general (4); y general de sol (3), más el 20% de Timbre para el Estado. El real de la feria estuvo situado en la Plaza de Espronceda, actuando en el Teatro Espronceda la compañía de zarzuela y ópera de Pablo López, y se instalaron además dos cinematógrafos. Almendralejo entero se volcó en la feria.
 
A finales de aquel año, un culto sacerdote, Marcos Suárez Murillo, publicaba en "Archivo Extremeño", la primera monografía impresa sobre la historia de la Ciudad, que comenzaba con estas palabras, "Almendralejo, la capital lindísima de tierra de Barros".