Diego Gallardo Ortiz (1907-1911)
Graves alteraciones en la junta general del 13 de enero de 1907, que se saldaron con la expulsión de varios socios, provocaron que, pese a haber sido reelegido, Pedro González Hurtado no lo aceptara y presentara su dimisión. El vicepresidente actuó en su lugar hasta que el 17 de marzo se nombró a Diego Gallardo Ortiz, también abogado, que sería uno de los presidentes que durante más tiempo desempeñaron el cargo, casi cuatro años (17-3-1907 a 8-1-1911).
En este tiempo, la Sociedad fue ganando en consideración, dentro y fuera de la localidad, teniendo presencia en instituciones de Almendralejo, como ocurrió en la elección de los componentes de la Junta Local de Reformas Sociales o en la Junta de Patronato Carcelaria, a la que, incluso, en más de una ocasión ayudó con pequeñas subvenciones.
Su integración en la sociedad almendralejense le llevó a ceder el piano para dos bailes, que tuvieron lugar el 28-05 y 18-06 de 1908, y donar 15 pesetas a beneficio de la construcción del kiosco que todavía se levanta en el Paseo de la Piedad, construido a instancias de un grupo de jóvenes amantes de la música y que podría interesar a la Banda de “El Obrero”; y a otros actos de solidaridad, como la entrega de un donativo de 100 pesetas para los soldados heridos y familias pobres de los fallecidos en la guerra de Marruecos, en 1909; o la donación al año siguiente de 35 pesetas al Ayuntamiento para la restauración del Palacio de Justicia.
Y ese espíritu le llevó, asimismo, a petición del Círculo Mercantil de Málaga, a conceder 125 pesetas para los damnificados en las inundaciones del 24-09-1906; y a responder generosamente, a la invitación del Centro Extremeño de Madrid, para iniciar una suscripción que costeara un monumento a Espronceda. No se llevó a cabo, por falta de apoyo económico, pese a que el escultor de Alburquerque Aurelio Cabrera realizó un boceto del monumento, concebido con una gran originalidad y colosalismo. Almendralejo no respondió a la llamada de Espronceda en el primer centenario de su nacimiento: en el segundo centenario, sin embargo, ha lavado aquel baldón.
Así mismo merecían que las compañías que venían a actuar en el Teatro Espronceda les dedicaran sus actuaciones, como mostramos en el cartel adjunto.
Función a beneficio de “El Obrero” en el Teatro Espronceda, 22-4-1909
La Banda de Música se fue consolidando como la Banda de Almendralejo: se clasifican a sus componentes en distintas categorías, en orden a sus conocimientos, pero también en orden a sus retribuciones y en la Semana Santa de 1907 tuvo lugar, posiblemente, su primera actuación pública, a satisfacción de todos y, en especial, del Ayuntamiento que la gratificó con 225 pesetas por su participación en otras festividades religiosas y profanas de la localidad. A finales de noviembre de aquel año se produjo la dimisión de su director, Ángel Mora Vadillo y su sustitución, a finales de año por Rodrigo Almada Fernández, después de una interinidad de un mes por parte de Isidro Moreno Gallardo.
La importancia que iba adquiriendo esta actividad de la Sociedad se ponía de manifiesto en que al nuevo director le duplicaron su sueldo, a primeros de 1908, pasando a ser de 600 pesetas anuales; a la vez que el Ayuntamiento también incrementó la subvención, hasta 500 pesetas en aquel año por su participación en las procesiones a las que asistió la Corporación (miércoles santo, viernes santo, domingo de pascua, domingo de cuasimodo, día del Corpus) y a las veladas de San Antonio, San Juan y San Pedro (una noche en cada una), Santiago (tres noches) y Virgen de la Piedad (dos noches).
En agosto de 1910 se aprobó un nuevo Reglamento de la Banda de Música, motivado por las quejas en cuanto a retribuciones, manifestadas por algunos miembros de la misma, del que lamentamos no poseer otras noticias que las que más adelante irían apareciendo si se hacía referencia a alguno de sus artículos: en este sentido, sabemos que con la nueva normativa el instrumental y los demás accesorios de la Banda pasaron a ser propiedad de la Sociedad (anteriormente, eran de los músicos, que descontaban periódicamente su valor de los ingresos que obtenían), devolviéndose a los músicos las cantidades que habían entregado. Se contabilizó el coste del material y de las reparaciones efectuadas, además del 10% de los ingresos obtenidos por las actuaciones de la Banda; y deducidos de los ingresos ocasionados por esta actividad, quedó un saldo a favor de los músicos de 577, 32 pesetas, con lo que la Sociedad quedó en propiedad del instrumental.
En el sector de los socorros mutuos, razón de ser de la Entidad, se siguió progresando en el apoyo a los socios, creándose el socorro extraordinario de defunción, al ratificarse en la junta general de enero de 1909, el acuerdo tomado por la Junta Directiva en julio de 1908. Considerando que en algunos casos resultaba insuficiente el socorro de 50 pesetas que recibía el familiar del socio fallecido, se propuso que los socios satisficieran una cuota extraordinaria de 0,50 pesetas en caso de fallecimiento del socio que hubiera ingresado antes de cumplir los 50 años. El socorro se solicitaría dentro del primer mes a partir del fallecimiento, y esa cuota se entregaría a los familiares del fallecido o, si no los tuviera, a quien éste hubiera designado en su última voluntad siempre que el beneficiario hubiera prestado asistencia al finado en su última enfermedad; si no, iría al fondo social.
Después de pasar por distintos conserjes, la Sociedad decidió en julio de 1908, administrar la conserjería por sí misma, a falta de solicitudes por parte de los socios para este cargo. A tal efecto, elaboraron unas bases por las que debía regirse el servicio, que por su carácter originario extractamos. Se creaba la plaza de conserje-administrador (cuyo puesto ocuparía Anacleto Forte Barneto) con el sueldo de 3 pesetas diarias, y las de dos camareros con el jornal de 1,25 pesetas; la Junta Directiva entregaría al conserje todos los artículos de bebida necesarios, cargándole en cuenta su importe, de lo que se efectuaría mensualmente estado de las ventas efectuadas y entrega a la Sociedad del saldo correspondiente. El conserje estaba obligado a cuidar del orden dentro del local, salvo los días en que hubiera espectáculos y daría cuenta a la Junta de toda infracción de los socios que mereciera la debida corrección; y la Junta Directiva nombraría una comisión especial que velara por el cumplimiento de estas normas.
La tarifa de precios de bebidas y juegos estaría expuesta en el local y sería la siguiente: café, 0,20 pesetas; té, 0,25; aguardiente triple anís fino, 0,10; coñac Tres Cepas, 0,40; coñac Dos Cepas, 0,25; manzanilla de primera clase, 0,25; manzanilla de segunda clase, 0,20; copa de vino de Rioja, 0,15; botella de vino de Rioja de ¾ litro, 0,75; copa de vino de Valdepeñas, 0,05 y botella, 0,35; ron aromático, 0,20; “Caravanchal Eslava”, 0,15; copa de ginebra, 0,15; refrescos varios, 0,15; gaseosas grandes, 0,20 y chicas, 0,10; botella de cerveza Pale Ala, 0,50; botella de cerveza Pilsen, 0,45; tarifas para los juegos lícitos de la Sociedad: tresillo, 0,20; malilla barrotada, 0,20; solo, 0,10; julepe y tute, 0,10; hora de billar, 0,60; la treinta y uno, por cada individuo y jugada, 0,05
En este cuatrienio, el número de socios disminuyó ligeramente, siendo de 764 a finales de 1910. El proceso se repetía todos los años: pasados los carnavales aumentaban las bajas hasta que la Junta acordaba disminuir a 5 pesetas la cuota de entrada; generalmente, en los meses inmediatos a las fiestas navideñas, produciéndose entonces la recuperación en el número de asociados.