
En la primera parte del concierto, sonaron las Sonatas K. 208, 209,1 y 492 de Domenico Scarlatti. Las dos primeras presentan un fuerte contraste, que David Martínez puso de manifiesto, entre el tempo lento, melancólico, de la 208 y el ritmo alegre de la 209 que recuerda ritmos populares españoles, que también aparecen en la 492. A continuación, interpretó Andante y Rondó 2 del compositor español Dionisio Aguado y García; para concluir con dos obras de Tárrega, el dignificador y ennoblecedor de la guitarra, "Fantasía sobre motivos de ‘La Traviata' de Verdi y "Recuerdos de la Alhambra", sobre la que dijo Manuel de Falla que era el mejor ejemplo para apreciar toda la belleza y emotividad que era capaz de encerrarse en una guitarra, lo que corroboró David Martínez con su musicalidad y buen gusto artístico.
La segunda parte comenzó con dos obras del compositor paraguayo Agustín Barrios Mangote, "Último trémolo", compuesta en homenaje a la anciana que diariamente iba a su casa a pedir limosna, por lo que llevó el título original de "Una limosnita por amor de Dios", resonando en los primeros compases de la guitarra los golpes que la indigente daba en su puerta; como repicaron en la guitarra del intérprete las campanas de la Catedral Metropolitana de Montevideo en la segunda obra de Barrios, "La Catedral", en la que desplegó un gran trabajo con su mano izquierda.
A continuación rindió homenaje a Chopin con un preludio, una mazurca y un nocturno del romántico polaco; y dedicó la última parte del concierto a Isaac Albéniz, quien pese a no haber compuesto ninguna obra para guitarra, algunas deben su fama a las versiones guitarrísticas que se les han hecho (Albéniz hacía cantar al piano con aires de guitarra), como las incluidas en la "Primera suite española", opus 47, de las que interpretó "Cádiz" (canción), "Granada" (serenata) y "Asturias" (leyenda); así como la serenata de las "Piezas características", opus 92, "Torrebermeja".