El 19 de abril de 2009 tuvo lugar en la Ermita de San Marcos el II Pregón de la Romería del Santo, a cargo de Francisco Zarandieta Arenas. El pregón estuvo dedicado, de una manera especial al Cura Jesús, fallecido hace unos años, que fue el alma de la Ermita y la Hermandad y a las personas y colectivos que, calladamente, durante todo el año trabajan para que, cuando se acercan estos días, todos disfruten de la romería. "A los actuales -indicó- y a los que durante quinientos años han mantenido, de una manera u otra, la tradición en nuestra tierra".
Y por ello, rememoró la posible proclama de 1557, cuando la Ermita, ya terminada, fue visitada por los enviados de la Orden de Santiago: "pregonaría con alegría que ya se encontraba bien acabada, con las paredes altas, de piedra y mampuesto, y el techo de madera de pino y caña. Tenía dos arcos y la puerta abierta hacia el oriente. En la capilla había un poyo en uno de sus lados, el suelo estaba enladrillado y las paredes encaladas.
Sobre una grada se encontraba el altar con el ara donde se celebraba la Misa y por encima había un paño pintado con la figura de San Marcos y también las de San Juan y San Mateo. El camino había sido largo desde aquel lejano 1507 en que, con toda seguridad comenzó su edificación, el mismo año que también empezara a levantarse la primitiva Ermita de la Piedad. El pregonero evocó que el primer dato que conservan es de 1511, cuando el visitador anotó que se estaba haciendo una Ermita de San Marcos, 'en el lugar que llaman Harnina, a media legua de la villa'. Entre sus cortos bienes ya tenía un toro 'que dicen de San Marcos', que se había arrendado a un vecino para las labores agrarias, a cambio de tres fanegas de trigo. Este ingreso, unido a las limosnas que recibiera, debía gastarlo en edificar la capilla, el mayordomo Diego López, que fue el primero que tuvo el Santo".
Recordó a los mayordomos, cuyos nombres se conservan (Alonso Vaquero, mayordomo en 1515; Diego Hernández, en 1549; Gómez Fernández, en 1550; Rodrigo Rangel, en 1556 y Alonso Ortiz, en 1557), para que sus nombres resonaran, tal vez por primera vez, en este paraje de 2009 que nunca imaginaron; al geómetra Antonio Martínez, que elaboró en 1665 el croquis del término municipal, donde aparece dibujada la Ermita de San Marcos (que ya contaba con una imagen dorada de San Marcos, que había sustituido a la pintura primitiva), tal como se encuentra representada en el Mural que existe en el Porche de la entrada; a los que en 1669 implantaron, aunque por poco tiempo, una Cofradía de San Marcos, Juan Ortiz de Paz, Francisco González Barreñón, Francisco Hernández, Manuel Andrés, Sebastián García, Diego Hernández y Juan Guerrero; y al que posiblemente fuera el último mayordomo de la primitiva Ermita, el sacerdote Pedro García Naranjo, que lo fue, al menos, desde 1770 hasta su fallecimiento en 1787.
Después -señaló el pregonero- "la guerra de la independencia vino a agravar la situación de aquellas ermitas o edificaciones que estaban extramuros de los pueblos, en lugares de difícil defensa para una tierra como la nuestra tan castigada por conflictos bélicos. La ermita quedaría destruida, aunque su recuerdo siguió presente en la mente de los almendralejenses. Aquellos terrenos se convirtieron, tras las distintas desamortizaciones de bienes municipales, en la última dehesa de Almendralejo en pasar a manos de particulares; apreciada, no sólo por sus aprovechamientos de pastos, sino porque sus pedregales proporcionaban materiales de construcción y aquí se habían instalado desde tiempo inmemorial los hornos de ladrillos y tejas, además de ser el sitio más apropiado para el lavado de las ropas".
"La existencia de prensa escrita, local o provincial, que de manera bastante regular desde 1878 proporciona noticias sobre Almendralejo, cambia la figura del pregonero por la del periodista, gacetillero, reportero o articulista. La reseña periodística más antigua de la prensa local sobre la romería de San Marcos está fechada el 27 de abril de 1879 en el semanario local ‘La Revista de Almendralejo'.
Con más o menos fortuna, compitiendo con otras romerías como la de San Blas, la fiesta fue languideciendo, al no contar con el soporte de una Ermita, ni de una Hermandad que encauzara las actividades religiosas propias de toda romería, por lo que quedaba incompleto el día. Era algo importante, que faltaba, y por lo que estuvieron clamando muchos almendralejenses durante muchísimo tiempo".
A continuación rememoró sus propios recuerdos de las romerías vividas en los años sesenta y la labor de dos entrañables almendralejenses, Juan Blasco Barquero y el Cura Jesús, que encabezaron la sensibilidad de muchos otros con el objetivo de la Ermita y la Hermandad. Hizo especial mención a la romería de 1965, organizada por Juan Blasco y un grupo de jóvenes, entre los que se encontraba otro gran entusiasta de aquellas ideas, Antonio Díaz Rodríguez, que ya fue una romería ‘casi completa', porque, aunque seguían faltando la Ermita y la Hermandad, hubo organización, cultos religiosos en honor de San Marcos, con Triduo, procesión con la imagen del Santo, Misa de campaña y bendición de los campos, y participaron carrozas adornadas artísticamente y parejas de caballistas.
"Les gustaban las tradiciones de su pueblo - dijo-, amaban la gira de San Marcos y las jiras de ese día y señalaron el camino por el que otras personas, colectivos e instituciones han caminado hasta ver realizado ese sueño. En aquel tiempo de mediados del siglo pasado, los mozos y las mozas de Almendralejo formaban para el día del Santo las tradicionales jiras. Así se denominaban a los grupos de jóvenes que organizaban el día de la romería ya desde meses atrás, reuniéndose, para hacer los adornos de flores de papel que debería llevar el carro (o remolque), en la casa de algún matrimonio que previamente se había ofrecido a ser el ‘responsable' de aquella jira, acompañándoles y preocupándose que todos se comportaran correctamente. Estos matrimonios responsables eran una garantía para que los padres de las mozas las dejaran ir a la romería.
Los mozos ya tenían pensado a quien invitarían a montarse en sus mulas; aunque las muchachas menos decididas preferirían el carro. También había caballistas que iban sin pareja. Los demás ingredientes del día eran la bebida y la música para el baile, que solían pagar los mozos; mientras las jóvenes se encargaban de la comida. La demanda de acordeonistas hacía que también se les contratara en los pueblos cercanos. Se bailaba en el campo y, al volver, e incluso al día siguiente, se continuaba la fiesta con la música y la comida que había sobrado, en la casa de uno de los matrimonios responsables".
El pregonero concluyó, recapitulando sus palabras de esta manera:
Hace dieciséis años que la Ermita es una gozosa realidad, y hace nueve años que existe la Hermandad, en cuyos hermanos mayores, José González Hortigón, Silvestre Gómez Zafra y José Alberto Pérez Álvarez, condenso el trabajo de tanta gente, la generosidad de tantas personas, el entusiasmo de tantas asociaciones: una larga lista, que siempre quedaría incompleta porque en el silencio también se trabaja, y que sólo el Santo podrá recompensar: ya celebramos la Romería completa, a la que este año añadimos la "bajada" del Santo hasta la Parroquia de San Roque, para recibir el culto del Triduo anual que se le dedica.
El sábado, y Dios quiera que por muchos años, volveremos a estos terrenos de siempre para que la copla popular nos recuerde que en la vida todos somos carreros; para que las peñas de San Marcos sean testigos de nuestros gozos y nuestras sombras; para que se nos refresque la memoria de que un pueblo levantó una Ermita en el campo donde vivieron los primeros pobladores de estas tierras; para meditar si hemos llevado la mula de la vida con salero, o si hemos vendido la manta por nada y ahora vamos a pelo; o si el tiempo ha sido favorable a nuestro pueblo y nos hemos podido comer el borrego en Valdeorite; y siempre agradecidos al Santo y a nuestra Patrona de la Piedad de que nos vayan sacando en bien en nuestro caminar".