almendralejoensevilla16La Asociación Almendralejo en Sevilla ha publicado el número 16 de su Revista anual. Consta de 52 páginas, cuidadosamente impresas en el Instituto Tipográfico del Mediodía, de la ciudad hispalense. Después de un saluda y balance del año de su Junta Directiva (Dieciséis otoños) aparecen siete artículos debidos a Luis Maestre Álvarez (Regimiento de Carabineros María Luisa), Francisco Zarandieta Arenas (Almendralejenses en Indias, haciendo escala en Sevilla), Ana Isabel González Barroso (Los papás de mi generación), Jaime Passola Jáuregui (El Rey Don Pedro I El Cruel o El Justiciero), Enrique García López-Corchado (Confesiones desde mi alcoba), José Galeano (En la tierra de Don Corleone y El Gatopardo) y Diego Martínez González (El toro). Felicitamos a la Asociación por esta nueva publicación, y reproducimos el artículo Almendralejenses en Indias, haciendo escala en Sevilla.

"Este año se cumplen los quinientos en que un almendralejense (el primero según nuestros conocimientos actuales) pisó las tierras del Nuevo Mundo. Para ello tuvo que embarcar en Sevilla, paso obligado en el tránsito hacia aquellas tierras ignotas. Tras él, muchos más (unos 200 vecinos de Almendralejo tenemos identificados hasta el año 1700). La Casa de Contratación, hoy Archivo de Indias, vio durante los siglos XVI y XVII, principalmente, el discurrir de muchos almendralejenses que marchaban a las Indias o que iban a las dependencias de la Casa para cobrar los caudales que les enviaban sus allegados desde el otro lado del océano.

También los archivos de protocolos de la ciudad hispalense deben contar con numerosas escrituras otorgadas por almendralejenses: obligaciones o cartas de pago de las tasas del pasaje, poderes concedidos a familiares para que se administre el patrimonio, declaraciones de reunir los requisitos necesarios para la emigración, recuerdos de última hora antes de partir...
No nos interesa tanto en este momento el volumen de la población emigrada cuanto los perfiles humanos y las motivaciones personales de aquellos arriesgados almendralejenses que cruzaban el Atlántico para reconstruir sus vidas "allende los mares", "en las Indias de Su Majestad". Todos salían de la Península por Sevilla, para comenzar su andadura surcando las aguas del legendario Betis, el claro río que les llevaba hasta un mundo nuevo.
En los primeros momentos, los que marchan forman parte de las expediciones de exploración y conquista, como el citado Bartolomé González, enrolado en 1509 en la expedición de Nicuesa a Tierra Firme. Unos años más tarde otros cinco emigrantes de Almendralejo fueron con Hernando de Soto a La Florida. Sin embargo, alcanzaron más fama Gonzalo Hernández y Diego García por aparecer citados en el poema de Alonso de Ercilla, "La Araucana", que narra la conquista de Chile. Es en el Canto IV de la primera parte cuando se refiere la llegada de catorce españoles de refuerzo para Valdivia. Han caído en una emboscada y han muerto dos de ellos, uno es Diego García, por lo que hay cierta desmoralización. Entonces, Gonzalo pretende levantarles el ánimo:

"Hallí habló un español desfigurado
que por tu onor no diré cual dellos hera
viéndose con tan poca jente a el lado
dijo, o si nuestro esquadrón de zientos fuera.
Pero Gonzalo Hernández animado,
mirando a el viso dijo, a Dios pluguiera
fuéramos solo doze, y dos faltaran,
que doze de la fama nos llamaran".

Aunque no conocemos la existencia del topónimo Almendralejo en tierras americanas, sus hijos también pueden figurar como fundadores de pueblos y villas. Entre ellos, destacaríamos a Diego de Paradas que fundó Nigua, a orillas de este río en Venezuela, y sobre todo a Rodrigo Ortiz Vélez, teniente de caballos, que emigró con su hermano Gonzalo, a la isla de Puerto Rico, donde fundó la villa de San Germán y dio origen a una importante familia, los Ortiz de la Renta, que se han distinguido en toda la historia de la isla a lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Un buen número de almendralejenses fue a lo largo del siglo XVII a la zona norte y central de la actual Colombia. En Mompós y Zaragoza debieron formar una comunidad importante que a partir de un núcleo inicial fue atrayendo a paisanos hacia aquellas tierras en las que alcanzaron puestos de responsabilidad, como Bartolomé Rangel, que fue comisario de la Inquisición en Zaragoza; Alonso Esteban Ortiz, Alcalde de la Santa Hermandad de Mompós; y Francisco Ortiz de Parada, Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de Tamalameque. También, en Pamplona, la familia de Antón Esteban y Juana Rangel, ambos de Almendralejo, dio origen a capitanes, curas, alcaldes y familiares del Santo Oficio en la sociedad colonial de Nueva Granada.
Desde los primeros momentos hubo presencia de misioneros en las tierras americanas e, incluso, en las del Extremo Oriente, cuya evangelización se puede considerar un epílogo de la de las Indias. El franciscano Alonso Rangel, el carmelita Fray Esteban de la Concepción o el clérigo Diego García nos pueden servir como ejemplos, y el franciscano Alonso Cabezas, que pasó "allende las Indias", murió martirizado en Japón.
La relación entre el franciscanismo almendralejense y las Indias tiene igualmente la vertiente receptiva, porque también tendríamos que preguntarnos por lo que Almendralejo recibió de América. El capitán Francisco Ortiz de Parada fue Gobernador de la ciudad de Santa Marta en el Nuevo Reino de Granada. Desconocemos si su mujer Marina Escrivana estuvo con él en Indias, pero sabemos que ella, ya viuda, qué duda cabe que con parte de lo adquirido en América, fundó en Almendralejo una casa de oración a la que dotó con cuantiosos bienes y que se convirtió en Convento de Monjas Concepcionistas con la regla franciscana.
No obstante, la vida de la mayoría de estos indianos debió ser dura, siempre lo es en la emigración. Rodrigo Ortiz de Vargas, que se había enriquecido sin abandonar Almendralejo, no olvidó a su hermano, Juan García Pérez, que estaba en Lima y le hizo donación de 1.000 pesos porque se encontraba pobre e impedido para poder trabajar. Por otro lado, "el camino es peligroso y la vuelta dudosa", como recuerda Juan García Ortiz Parada cuando da poder a su mujer para que le administre la hacienda en su ausencia. Y además, la incertidumbre, la ausencia de noticias que lleva, incluso, a muchas mujeres de los emigrados a encargar misas por sus almas por si hubieran fallecido.
La búsqueda de un destino administrativo o militar, el deseo de evangelizar, reunificaciones familiares, la huída de la justicia, el afán de aventuras..., de todo hubo en las motivaciones de la partida. En muchos casos empeñaron bienes presentes y futuros, recibiendo el adelanto de sus herencias con tal de contar con el dinero del viaje y alguna ropilla.
Como no sabemos el número de los que se marcharon, es ilusorio pensar que todos se acuerdan de su pueblo desde la distancia; es más, sólo conocemos, de momento, a los que mantuvieron este contacto. Sin embargo, la amplia gama social representada nos hace pensar que en general, al menos hasta mediados del siglo XVII, la relación se mantuvo y parte de lo que iban ganando repercutía de alguna manera en su villa natal, a la que llegaban donaciones, herencias, fundaciones de capellanías y dinero para la compra de bienes.
Estos son algunos tipos humanos de aquel encuentro que tuvo, evidentemente, muchos más protagonistas de uno y de otro lado del Atlántico. Con todos se configuró buena parte del mundo presente".