I PREGÓN DE SAN MARCOS

I José Ángel Calero
José Ángel Calero Carretero (2008)

Santo Patrón de los Campos de Almendralejo, Hermano Mayor de la Hermandad, Junta de Gobierno, Hermanos, Autoridades, queridos amigos:
Cuando hace unos días el Hermano Mayor de nuestra Hermandad, en nombre de la Junta de Gobierno, me propuso pronunciar el Pregón que, por primera vez, abre el Programa de Actos que Almendralejo dedica al Patrón de sus campos, acepté porque entendí que se me concedía un privilegio. Un privilegio que, indiscutiblemente, no merezco, pero pueden estar seguros de que el hecho de abrir plaza, valga el símil taurino aquí plenamente justificado, supone un compromiso para el que no creo reunir los méritos necesarios, ni tener la preparación que se requiere para tan alto honor pero, sin embargo, me proporciona una honda satisfacción porque, para mí, que no he nacido en Almendralejo, la Romería de San Marcos es la celebración del pueblo con la que me siento más identificado. Realmente, mis méritos se reducen a ser hermano y a participar habitualmente en la Romería y en los actos en honor del Santo y, permítanme que, deliberadamente, elimine el término andaluz de camino para nuestra Procesión.
Realmente, pregonar la Romería de San Marcos, es decir anunciarla para que sea conocida, creo que no es necesario. La Romería, gracias al esfuerzo de la gente de Almendralejo capitaneadas por Don Jesús desde finales de los años 50 del siglo pasado, ha logrado ser el punto de encuentro de un pueblo que quiere ser fiel a sus tradiciones, conservar sus rasgos de identidad y reforzar su personalidad.
Sería muy prolijo e injusto, porque algún nombre se me escaparía, citar a tantos y tantos almendralejenses que han puesto su granito de arena para hacer posible esta realidad que hoy disfrutamos, la ermita y su zona de esparcimiento que son del pueblo y para el pueblo porque ha sido el pueblo quien lo ha querido y lo ha hecho posible con su esfuerzo. Sin embargo, permítanme que recuerde con emoción aquellas subastas en Radio Almendralejo con Pepe González Hortigón que sin desánimo, con tesón y constancia contribuyó, creo que como nadie junto a Don Jesús, a dar forma definitiva a la Hermandad que hoy une a tantas familias de Almendralejo.
Sin embargo, antes de continuar, debo aclarar la discusión que muchos almendralejenses mantienen en la relación con la denominación de gira -con G- de jira -con J- o de Romería para nuestra Procesión -que no camino- del día 25 de abril. Según el Diccionario de la Real Academia Española, Romería es una “fiesta popular que con meriendas, bailes, etc. se celebra en el campo inmediato a alguna ermita o santuario el día de la festividad religiosa del lugar “.
Así pues, reunimos todos los requisitos para que la denominación adecuada a nuestra celebración, sea la de Romería de San Marcos que, como fiesta religiosa, tiene, necesariamente que dar culto al titular, el Patrón de los campos de Almendralejo, para luego dedicar el resto de la jornada a “comé, bebé y cantá“, como decía el estribillo de la popular sevillana de nuestros paisanos los “Almas Rocieras “.
El día de la Romería es, por encima de todo, una gran fiesta en la que reina la amistad, la solidaridad y la camaradería, junto a buenos ibéricos, variados quesos, gustosas tortillas, tiernos filetes empanados, sabrosos pinchitos y las clásicas calderetas de borrego que vamos a regar con los cada vez más excelentes vinos de la Tierra de Barros, un verdadero deleite para los sentidos. Para los postres, ya se sabe, nuestros típicos dulces que, un día es un día, y nadie se puede resistir.
Pero, además de la actual romería de la que todos disfrutamos hace unos años, a mí me interesan, quizá por deformación profesional, los orígenes de esta fiesta que celebramos cada 25 de abril y que, gracias al esfuerzo de todos, también este año, aunque llueva -no olvidemos que San Marcos llena los charcos- va a ser, una vez más, estoy seguro, una magnífica Romería.
Las primeras noticias que sobre la ermita de San Marcos nos proporcionan los Libros de Visita de la Orden de Santiago, en la primera mitad del siglo XVI, dicen que entre sus propiedades había “un toro que llaman de San Marcos“. En 1550 se menciona, además, una vaca y en l557 informan que el toro tiene nueve años que, también, hay una vaca, un novillo de dos años y dos becerros de un año. Esta información nos pone en la pista de un rito que, hasta mediados del siglo XVIII, se celebraba en Almendralejo y en otras muchas localidades del oeste de la Península. Me estoy refiriendo al toro de San Marcos, otra fiesta más de origen pagano que la Iglesia hizo suya, no sabemos en qué momento, pero que ayudaba a cumplir la importante y necesaria tarea de asimilar el cristianismo al mundo pagano preexistente y enraizado en la vida real aunque, es bien sabido, que ciertas costumbres, cultos animistas y rituales mágicos, bastante contrarios a los dogmas católicos, pervivieron durante varios siglos hasta el punto de que la Iglesia tratará de eliminarlos con prohibiciones y posturas intransigentes.
¿Pero, en qué consistía el rito del toro de San Marcos que se celebraba junto a la Romería? La información que manejamos procede de la obra del fraile benedictino Benito Jerónimo Feijoo, que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII, y escribió dos libros, “El Teatro crítico universal“ y “Cartas eruditas y curiosas“, unidas por el hilo conductor de sus críticas y denuncias de las supersticiones populares y de sus comentarios sobre diversos aspectos de la religión, temática que se da de frente con el asunto que estamos tratando. La obra de Feijoo colaboró de manera muy efectiva a que la celebración del toro de San Marcos fuera prohibida por la Iglesia Católica en 1753, aunque sabemos que ya el Papa Clemente VIII, a principios del siglo XVII, había expresado su opinión contraria.
El rito del toro de San Marcos cumplía una serie de requisitos, que Feijoo explica con todo lujo de detalles y que se repetía en todos los lugares donde el 25 abril tenía lugar la Romería junto a la ermita del Santo. La fiesta empezaba el día anterior, el Mayordomo o Hermano Mayor se encargaba de elegir entre el ganado de la Cofradía o Hermandad el toro más bravo que acudía a él mansamente cuando le llamaba con estas palabras: “anda aca, Marcos, que ya es hora “. El Mayordomo lo traía al pueblo y lo introducía a la hora de vísperas, al anochecer, en la Iglesia donde las mujeres le adornaban con guirnaldas de flores entre los cuernos sin que el ahora manso animal hiciera ningún gesto de embestir a quienes lo festejaban de forma tan ostentosa.
El día de la Romería, el toro, el verdadero protagonista de la celebración, salía suelto de la Iglesia en Procesión para dirigirse a la ermita del Santo y se movía a su albedrío por la calle entrando, incluso, en algunas casas donde era agasajado por las mujeres que le adornaban los cuernos con roscas de pan al tiempo que lo tocaban de forma lúdica e, incluso, lasciva lo que hizo decir al mencionado Clemente VIII que “las mujeres adoptan, mientras la bestia está en el templo, una actitud escandalosa riendo y acariciándola“. Es curioso que si el toro rehusaba entrar en una casa, se consideraba que en ella iba a ocurrir alguna desgracia.
Por último, terminada la ceremonia religiosa, el toro era sacrificado y tenía lugar la correspondiente omofagia, es decir, la carne de la res se cocinaba y, a continuación, se repartía entre los asistentes a modo de sacrificio en homenaje al Santo.
A tenor de lo dicho, es evidente que el toro de San Marcos era un rito de filiación más civil que religiosa y de clara simbología pagana por cuanto el toro, como se ha dicho, era el verdadero protagonista Naturalmente, es comprensible que la Iglesia tratara de desprestigiar una celebración que, en definitiva, anteponía al animal al Santo, incluso en la Iglesia.
En el caso de Almendralejo, es bastante probable que la Procesión del Toro de san Marcos saliera desde la Parroquia de la Purificación, pasara por la calle Becerro -de aquí su nombre- en dirección a la ermita del Santo situada, quizá, en el Cortijo de San Marcos según el Libro de Visita de la Orden de Santiago de 1511 que afirma: “Visitose una hermita de Sant Marcos que es a do dizen Harnina a media legua de la dicha villa, la qual se haze agora nuevamente“.
También Feijoo cita nuestra celebración del toro de San Marcos en 1765 con la intención de criticarla y demonizarla, lo que hoy llamaríamos crear mala prensa. Cuenta Feijoo que “pocos años há en la villa de Almendralejo, sita entre Mérida y Xerez, donde yendo ya en la procesión, se alteró súbitamente el toro, acometió a las andas en las que iba la imagen de San Marcos, las echó a tierra; y rompiendo por medio de la gente, aunque sin hacer daño a nadie, se escapó“. Esta frase del fraile benedictino colaborará, quizá, a la progresiva desaparición del toro de San Marcos, tal cual se celebraba a mediados del siglo XVIII y su evolución hacia fiestas relativamente parecidas, como la vaca ensogada de Alvadalejo en Ciudad Real que se celebra el 25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol.
La siguiente cuestión que nos debemos plantear es el análisis, aunque sea breve, del origen del rito del toro de San Marcos. Este tema tenemos que relacionarlo con la realidad agropecuaria de nuestro entorno que, salvando las distancias, presentaba un panorama que, con ligeras variantes, era semejante al de toda la zona oeste de la Península hasta la Edad Moderna.
Una gran parte de las fiestas y celebraciones tradicionales hunden sus raíces en la noche de los tiempos. Es verdad que la sociedad ha evolucionado, pero sus vivencias, como incrustadas, permanecen en el subconsciente de la humanidad, como elementos atávicos que el paso del tiempo va borrando, pero que se recuerdan como un leve sueño porque han formado parte siempre de la verdadera memoria colectiva.
Este es el caso de las fiestas en las que el toro tiene un papel protagonista. No voy a entrar, no es el momento, en valoraciones sobre la llamada Fiesta Nacional, pero es evidente que el toro representó en las sociedades antiguas un papel de potencia genésica, símbolo del poder fecundante de la naturaleza, junto al sol, que renace cada primavera. Es, en este sentido, en el que se debe entender el toro de San Marcos, en un marco agroganadero como el nuestro.
Pues bien, al margen de orígenes más o menos remotos que no es la ocasión de analizar, sabemos que el 25 de abril los romanos, que colonizaron estas tierras hace más de dos mil años, celebraban la robigalia. La robigalia era una fiesta que tenía como objetivo bendecir los campos para propiciar la buena marcha de las sementeras de cereales, tan importantes en la agricultura de Tierra de Barros hasta hace pocos años. Naturalmente, para que la bendición fuera más efectiva, coincidía en el tiempo con la floración de la primavera y se realizaba conjuntamente con la de espantar al diablo, simbolizados por los malos espíritus, una ceremonia que consistía en hacer un nudo en el cereal, normalmente centeno, y rezando varios credos o bien atando el rabo del toro que presidía la celebración al tiempo que se pedía al Santo que trajera abundante agua para los campos.
Pero junto a la bendición del cereal, el 25 de abril era una fecha importante para la ganadería porque este día marcaba la división del año pecuario en dos ciclos, señalaba el fin de los arrendamientos de los pastos de invierno e iniciaba un nuevo año pastoril que venía acompañado por las primeras ferias de ganado.
A modo de resumen podemos señalar cómo en nuestra tierra el cereal y el ganado se funden en una fecha concreta, la celebración de San Marcos, y rindiendo culto al toro que personifica la fuerza generadora de la naturaleza. Con todo lo dicho, nuestra Romería supone un hito clave del año agroganadero siendo, por tanto, consecuente con lo que Almendralejo ha sido y es fiel a sus tradiciones que tenemos la obligación de preservar y defender como resultado de una forma de vida que nos legaron nuestros antepasados.
Y termino, como decía Don Jesús, en tiempo de melones no hay sermones. Agradezco a la Junta de Gobierno de la Hermandad el regalo de pregonar nuestra Romería y a Uds. que hayan tenido la paciencia de oír mis torpes palabras. Les deseo una buena y tranquila Romería con la seguridad de que Almendralejo, una vez más, se volcará con el Patrón de sus campos. Un abrazo y muchas gracias.
[Publicado en Asociación Histórica de Almendralejo, La Pieza del mes, 4, 2010]