

Fernando Sabido volvió a insistir, señalando que, en caso contrario, se daría de baja como socio, por lo que, finalmente, se le aceptó la renuncia, y el Consejo de Intervención y Estadística, según el Reglamento, nombró un presidente interino, hasta la Junta General de enero, en la persona del tenedor de libros Rafael Rodríguez González (9-7-1920 a 25-1-1922), que hizo constar expresamente, en su toma de posesión, que “declina toda clase de responsabilidad por la actuación anterior a esta fecha”, sin que, una vez más, conozcamos los hechos que llevaron a esta situación[1].
No estuvo libre de dimisiones la gestión del nuevo presidente, pues pareciera que, ante cualquier oposición, era el remedio empleado. Ocurrió que en la Novena de la Virgen de la Piedad de 1920 actuaba un célebre salmista, Julio Vidal, a quien se le ofreció celebrar en el salón social una velada musical, acompañado por dos niños cantores, en la noche del 13 de agosto, gratificándoles con 100 pesetas; velada a la que se invitó a las autoridades locales y presidentes de otras asociaciones. El presidente, “para que reinara el mayor orden y silencio, prohibió la venta de bebidas alcohólicas en el local social”, lo que motivó quejas. Esta situación y algún escándalo promovido por socios contra el salmista actuante, movieron al presidente a pedir la dimisión, que no fue aceptada por la Junta; y como éste reincidiera, la Junta amenazó con dimitir en bloque, lo que hizo desistir a Rafael Rodríguez, “por no crear ningún conflicto social”[2].
En la noche del 7 al 8 de septiembre se produjo en la Ciudad una gran conmoción por el asesinato de José Gil Ruiz, socio de “El Obrero”, por lo que la Sociedad cerró el local en señal de duelo el día 10, y se sumó con las demás asociaciones locales, reunidas en el Círculo Mercantil a tal efecto, para invitar al vecindario al sostenimiento de la acusación popular, abriendo una suscripción, a la que “El Obrero” contribuyó con 100 pesetas[3].
La efeméride del 25 aniversario de la fundación de la Sociedad (25-12-1920) pasó sin ningún tipo de celebración, reseñada en las actas, ni en esa fecha ni en la del 1 de enero que, tradicionalmente, se había venido celebrando. Tan sólo la mención de que se cerrara el día de Nochebuena a las 8.30 de la noche “para que los empleados de la Sociedad pudieran, en tan tradicional fiesta, estar reunidos con sus familias”[4].
Después de cumplir las bodas de plata, la Sociedad había multiplicado por cuarenta los 30 socios iniciales, pues ya contaba con 1.204 en un crecimiento prácticamente ininterrumpido, sólo con leves descensos en años críticos; en aquel de 1920 el gasto de socorros por enfermedad (4.684,50 pesetas para 239 socios) y las entregas de 50 pesetas por fallecimientos (850 pesetas en 17 casos) habían sido los más altos de su historia, a los que se unió la concesión de 55 anticipos de 50 pesetas cada uno (2.750 pesetas) que superaban, como desde hacía años, los 2.000 que presupuestaban para este socorro; a final de año, quedaban pendientes de recibir en este apartado 1.825 pesetas. Estas cantidades, a la vez que nos hablan de la labor social que se realizaba, muestran una buena administración, basada, principalmente, en la cuota mensual de 1 peseta, inalterable desde su fundación; pero necesitada también de alguna subvención, que se solicitaba anualmente con resultados varios, al Ministerio de Fomento, por importe de 750 pesetas, que solía conceder, y al de Trabajo, por 4.000 ó 5.000 pesetas, que no siempre llegaron.
La Banda y Academia de Música estuvieron casi inactivas durante 1921, en periodo de reorganización, pues sufrían una gran crisis económica, de autoridad y falta de músicos, por lo que, a pesar de estar solicitada su actuación para diversos actos benéficos y, por el Ayuntamiento, para las procesiones de Semana Santa (se citan las procesiones del viernes de Dolores y la del Santo Entierro), se suspendieron las actividades, aunque se dejó a los músicos en la libertad de acudir por su cuenta utilizando los instrumentos de la Sociedad.
Otros actos llenaron la ausencia de la música, pues nunca se habían programado “tantas” actividades culturales en poco más de un año, como las “conferencias literarias” que pronunciaron en 1921 los periodistas Domingo Rex, Benigno Bejarano[5] y Ricardo Atienza[6], éste bajo el título “La prensa y su influencia”; y en febrero de 1922, José María de Barbáchano, redactor de “El Financiero”, sobre “Alcance de la riqueza agrícola y pecuaria de la provincia de Badajoz: Alta industria. Estudio de varios proyectos iniciales. Transportes”.
Durante todo el año se sucedieron las reuniones para decidir el futuro de la Banda de Música; finalmente, en una sesión extraordinaria de la Junta General en noviembre se acordó que, en vista de que los músicos estaban dispuestos a continuar, se sostuviera la Banda sacando a concurso la plaza de director con el haber de dos mil pesetas anuales. Al mes siguiente, se designó como tal a Francisco Alfaro, pero éste no se presentó a tomar posesión a primeros de 1922, con lo que se revocó su nombramiento.
[1] Rafael Rodríguez fue elegido después, en enero de 1921, para el periodo anual correspondiente. Fue corresponsal de “La Libertad” en nuestra ciudad y alcalde durante dos días en abril de 1931.
[2] AOE, LA, 10, 16-8-1920.
[3] Fue el denominado “crimen del Pozo Airón”.
[4] AOE, LA, 10, 9-1-1921.
[5] Sobre Bejarano, véase, LABRADOR BEN, Julia María (2009): “Muerte no accidental de un anarquista español: el periodista y escritor Benigno Bejarano muere en un campo de exterminio”, Arbor, CLXXXV, 739, pp. 1.063-1.071.
[6] Colaborador de “El Defensor de los Barros”, pasó a formar después parte de la redacción del semanario rival “La Opinión”, del que llegó a ser director. Casó con la poetisa Isabel del Castillo.





