Conjunto de fotografías

Hoy, día de San Marcos, 2020, no podemos acercarnos personalmente a ver al Santo. Tenemos que contentarnos con recuerdos virtuales que nos vuelvan al corazón (eso indica la palabra re-cuerdo) aquellos sentimientos de otros años, aquellas emociones de siempre. Me gustaría contribuir al recuerdo con algunas fotografías muy queridas y con las palabras de los once pregoneros (2008-2018) que en los días previos a la Romería ensalzábamos esta Fiesta tan almendralejense.
La relación y los enlaces para revivir aquellos momentos son:
I: 2008. José Ángel Calero Carretero
II: 2009. Francisco Zarandieta Arenas
III: 2010. Ricardo Quintana Sánchez-Bote
IV: 2011. Miguel García Giménez-Millán
V: 2012. Antonio Díaz Rodríguez
VI: 2013. Tobías Medina Cledón
VII: 2014. Leocadio Moya Murillo
VIII: 2015. Fray David Ortiz García
IX: 2016. Tomás Bote Lavado
X: 2017. Miguel Ángel Amador Fernández
XI: 2018. Alonso Álvarez Colchón

Además, si alguien quiere conocer algo más de este apasionante capítulo de nuestra Historia, puede mirar: San Marcos y Almendralejo. Documentos y recuerdos

¡Feliz San Marcos 2020, desde casa!

Federico Zambrano González (1895-1896)

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Era la noche del 24 de diciembre de 1895 y los treinta jóvenes fundadores, bajo la presidencia de la Comisión redactora del Reglamento (Zambrano, López, Tévar, Nicolás Asensio y Francisco Pérez), lo aprobaron (desgraciadamente no se conserva) y nombraron por votación, uno a uno, todos los cargos de la Directiva, que quedó presidida por Federico Zambrano González (24-12-1895 a 5-7-1896), con Manuel Tévar Cordero, vicepresidente, Francisco Pérez Colín, secretario, Pedro Garranchán Testal, vicesecretario, Nicolás Asensio Dópido, tesorero, y los vocales, José Gómez Melara, Miguel Rey Gil, Juan Espino Cachadiñas y Liborio Asensio Dópido. No lo sabían, pero estaban poniendo las bases de una de las instituciones más importante de Almendralejo en los últimos tiempos.

La idea había surgido unos meses antes, cuando con el objetivo de dar bailes un grupo de jóvenes, entre los que se encontraba Zambrano, pensaron en constituir una sociedad que se denominaría “La Esmeralda”. Zambrano, sin embargo, no veía muy bien ese proyecto, que consideraba poco estable; pero algunos de sus amigos pretendieron seguir adelante y tomaron en arriendo un salón propiedad de Félix García de la Peña, en la calle Palacio, 17, en donde siguieron reuniéndose. Apenas tenían más mobiliario que una mesa y un quinqué que habían llevado los hermanos Asensio (Nicolás, Modesto y Liborio).

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El propio Zambrano contó muchos años después sus impresiones de estos orígenes de la Sociedad, señalando que fue requerido varias veces para que asistiese a estas reuniones; y por fin acudió y convenció a sus amigos de que la única manera de que prosperase una Sociedad era beneficiando al socio, por lo que proponía que se crease una sociedad de socorros mutuos basada en la cooperación de personas de reconocida moralidad y buenas costumbres, que socorriera con una peseta diaria al socio que, llevando dos años en la Sociedad, tuviese la desgracia de caer enfermo.

Una vez aprobado el Reglamento, acordaron enviar una circular a las clases que puedan pertenecer a la Sociedad, dándola a conocer por si deseaban inscribirse en ella y, como no tenían sino una mesa (y el quinqué), Zambrano pidió prestado a una vecina que tenía un puesto aguaducho en la Plaza, junto a su taller, cuatro sillas y dos bancos de madera, que en la época de invierno no los precisaba. Hicieron el sorteo del número que a cada uno de los treinta socios fundadores le correspondería, y el resultado fue el siguiente:

I: Miguel Rey Gil: Pintor
II: Ángel Pérez Reina: Marmolista
III: Pedro Garranchán Testal: Amanuense
IV: Francisco Pérez Colín: Escribiente
V: Ángel López Ortiz: Estudiante
VI: Antonio Márquez Valencia: Carpintero
VII: José Asuar Monge: Esterero
VIII: Manuel Tévar Cordero: Escribiente
IX: Federico Zambrano González: Sombrerero
X: Gonzalo Pérez Barco: Carpintero
XI: José Carrera López: Panadero
XII: Emilio Robles Rodríguez: Amanuense
XIII: Felipe Franco Pedrera: Herrero
XIV: Elías Nieto Navia: Zapatero
XV: Nicolás Asensio Dópido: Hojalatero
XVI: Pedro Calamonte Alcántara: Zapatero
XVII: Juan Mariñas Nogales: Zapatero
XVIII: Modesto Asensio Dópido: Zapatero
XIX: Samuel Velasco Sánchez: Dulcero
XX: José Pereira Salguero: Zapatero
XXI: Juan Ramos Lechón: Cochero
XXII: Liborio Asensio Dópido: Sombrerero
XXIII: Antonio Rodríguez Peral: Zapatero
XXIV: Juan Espino Cachadiñas: Industrial
XXV: Juan Donoso Sabido: Empleado
XXVI: Ramón Martínez Sánchez: Relojero
XXVII: José Gómez Melara: Carpintero
XXVIII: Baldomero Hernández Izquierdo: Fabricante
XXIX: Luis Suárez González: Zapatero
XXX: Antonio Álvarez Macías: Carpintero

Se denominan en un principio Sociedad de Artesanos y, aunque cambien pronto su nombre, el elemento artesanal va a perdurar no sólo en el recuerdo de las profesiones de aquellos socios fundadores que, con una edad media de 24 años, lo eran, en su mayoría; sino también en los símbolos representados en el escudo de la Sociedad que ondea en su Estandarte o en la composición inicial de su Biblioteca donde predominaban, en esa primera época, las obras que tenían un marcado carácter instructivo para los socios en el orden profesional: Tratado de Cerrajería, Carpintería Antigua y Moderna, Tornería, Mecánica...

En enero comenzaron a recibirse las primeras cuotas (una peseta al mes), y los fundadores acudían cada noche al salón para la admisión de nuevos socios, que lo serían de número, y para explicar a los que llegaban los propósitos de la Sociedad: reunir una peseta mensual para que en el transcurso de cierto tiempo pudiera servir para prestar socorro al socio que lo necesitara. El 26 de enero de 1896 se aprobaron, por primera vez, en junta general las cuentas, que suponían 163,25 pesetas de ingresos y 49,95 pesetas de gastos, quedando a favor de la Sociedad la cantidad de 113,30 pesetas.
Cuando ya tenían unas 300 pesetas, algunos socios propusieron que se invirtieran en la compra de cebada, para traficar con ella, puesto que en el local que tenían se podría almacenar, pero como se trataba de una operación arriesgada nadie quiso hacerse cargo de la misma.
El número de socios aumentaba y el local no prestaba comodidades de ningún tipo; había habido, incluso, algunas discrepancias con la Directiva sobre la dedicación de los fondos que ya superaban las 500 pesetas. Solventadas las dudas se pensó en buscar un nuevo local más acorde con las dimensiones y expectativas que iba generando la Sociedad, y a comienzos de abril de 1896 se acordó trasladar el domicilio social al local del Casino que tenía Daniel Sanz en la Plaza de Espronceda, en la casa de la señora de Montes. Este local había sido antes el Hotel Garrido, y en su piso principal estuvieron en 1894 las oficinas del Semanario almendralejense “El Monitor Extremeño”.

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La renta había subido sustancialmente hasta las 45 pesetas mensuales (de nuevo hubo protestas de algunos socios), pero la mejora era notable porque se disponía de sillas, mesas, luz y agua, pudiendo tener, además, los socios alguna distracción. En efecto, ya el día de la Ascensión, 14 de mayo, tuvo lugar el primer baile organizado por la Sociedad; y se nombró un Director de la Sección Recreativa, cargo que recayó en Ángel López Ortiz, quien organizó una Academia de Música y una Orquesta, para cuyos ensayos y clases se habilitaron dos habitaciones del local social; y siguieron celebrándose bailes, en las fiestas del Corpus y de San Pedro, cuyos ingresos servían para gratificar a la Orquesta.
Redactaron un nuevo Reglamento, respetando los derechos adquiridos del anterior, y se envió al Gobierno Civil para su aprobación, quedando inscritos con el número 168, en junio de 1896, como Sociedad Cooperativa y de Socorros Mutuos “El Obrero Extremeño” de Almendralejo. ¡Cuántas consideraciones se podrían hacer acerca de este nombre: sociedad, cooperativa, socorros mutuos, obrero, extremeño, Almendralejo! Su historia nos las irá desgranando.
Es una pena que no hayamos encontrado este Reglamento, del que se imprimieron 500 ejemplares en “La Minerva” de Badajoz; pero sí conocemos dos artículos interesantes. Uno que decía se admitirán socios de 18 a 50 años de las clases de empleados, artesanos, labradores, obreros industriales y títulos profesionales en ejercicio, de reconocida moralidad y buenas costumbres; y otro que señalaba que a los socios con dos años de antigüedad que fallezcan, sus familiares recibirán 50 pesetas por vía de socorro, y si hay más de 200 socios, tantos reales como socios haya.

Juan García-Gill y Pagán (1896-1897)

02 fgarciagillwFederico Zambrano dimitió en los primeros días de julio, abrumado por exigencias y contratiempos, y comprometió para que le sustituyera como presidente a quien había sido su profesor, Juan García-Gill y Pagán (5-7-1896 a 28-4-1897), con la idea de que, como casi todos los fundadores habían ido a su escuela, le tuvieran más respeto que a él. En aquella junta general se concedió un voto de gracia a la directiva saliente, la primera de su larga historia; pero el anciano maestro tampoco estuvo mucho tiempo presidiendo la Sociedad, sólo unos nueve meses; aunque durante su mandato continuaron dándose importantes pasos de consolidación de la Sociedad.
Se adquirió el material de oficinas necesario para su organización administrativa, se contrató “un escribiente” y se estimuló al cobrador de las cuotas entregándole el 5% de lo cobrado, en lugar de las 15 pesetas fijas que recibía anteriormente. Para la ilustración y recreo de los asociados inauguraron las suscripciones a diarios y revistas, que sería una de las constantes de la Sociedad durante su larga vida, e, incluso, se propuso que se creara un periódico como órgano de la Sociedad. En julio de 1896 se suscribieron a “El Imparcial” y “La Ilustración Española y Americana”. Se completó la temporada de bailes con los dos ofrecidos en las fiestas de la Virgen de la Piedad (15 y 17 de agosto) y el día 8 de septiembre, con música, siempre, compuesta de piano, violín y flauta.
El baile era otro de los atractivos más importantes de la Sociedad, pero también frecuente ocasión de discusiones y alborotos, por lo que ya desde muy pronto se intentó reglamentar, datando de febrero de 1897 las primeras normativas, que fueron las siguientes:
1. Anunciar las fiestas con cinco días de anticipación, facilitando a los socios los billetes de señora correspondientes.
2. Los billetes de las invitadas serán personales, estampándose en ellos el nombre y firma del invitante para garantía de la Sociedad y a los efectos de las responsabilidades correspondientes.
3. Cada persona exhibirá al portero el billete, guardándoselo después, puesto que la comisión se reserva el derecho de revisarlos.
4. Prohibir la entrada en el local a los niños menores de doce años y a las personas que no pertenezcan a la familia del socio, excepto el caso de que éste exija un billete para una amiga o novia, siempre que pruebe no existe en su familia nadie que pueda ser socio.
5. El socio, al extraer su billete, pedirá el de su familia, amiga o novia en su caso.
6. Los socios que no tomen parte en la fiesta no podrán por ningún concepto permanecer en el salón. Todo socio que vista de máscara en el local tendrá que pagar billete de baile.
7. Se nombran dos bastoneros para el orden del baile.
8. La cuota del baile será de 1,50 pesetas, señalando la hora de las nueve para dar principio y las tres de la madrugada para su terminación.
9. Cada socio tendrá derecho a tres billetes para su familia, los cuales serán personales, y además para las extrañas con quien tenga compromiso.
10. La música de dichos bailes se compondrá de piano, flauta y violín.
11. Se nombrarán dos porteros, para la puerta principal y una para la que da acceso al segundo salón.
12. Dar a cada socio un billete para entrar en el local, exhibiéndolo en la puerta a los porteros y mediante el cual no tendrá derecho a bailar si no adquiere el billete correspondiente.
Para el baile organizado el día del Corpus de aquel año (17 de junio) los gastos fueron de 2 pesetas a cada uno de los porteros y otras tantas a la señora del tocador, 4 pesetas al expendedor de billetes y 25 pesetas para el terceto de flauta, violín y piano.
En el orden de la cooperación y del decoro social, se nombró médico de la Entidad para asistir a los socios enfermos a Elías Muñoz Pimienta, y se acordó sancionar con multas de 0,50 pesetas (una peseta, en las reincidencias) a quienes “blasfemaran o profirieran palabras indecorosas” en el local social.
Y dado el aumento de socios y algunas diferencias con el conserje Daniel Sanz, decidieron rescindir el contrato de arrendamiento a partir del 1 de noviembre. El 24 de aquel mes se reunieron en el Teatro Espronceda y acordaron arrendar la casa de la calle Real número 20, donde tenía instalado un café Joaquín Gutiérrez Moreno, quien cedía todo el menaje, quedando como conserje, por una renta mensual de 90 pesetas; se le adelantarían cuatro meses para que comprase un piano que quedaría a disposición de la Sociedad durante el arriendo, y Gutiérrez se comprometía a entregar 10 pesetas por cada baile o espectáculo que se organizase. La votación fue muy apretada, aprobándose por 26 votos contra 25, en medio de fuertes protestas, que hicieron que el Presidente abandonara el acto, porque decían que una renta tan elevada (el doble de la que se venía pagando) acarrearía la ruina a la Sociedad.

SI Real 20wLa apertura oficial de la sede de la calle Real tuvo lugar el 1 de febrero de 1897, con actuaciones musicales de una orquesta formada por algunos socios (posiblemente, Espino, Rebolledo, Chacón y Anisi) que interpretó la sinfonía “Corona de Oro”, la Serenata de Schubert y el vals de las Golondrinas, terminando con la patriótica Marcha de Cádiz. Aparte de los discursos oficiales (el Presidente de la Sociedad, el párroco Tomás Carretero, el alcalde Juan Barquero López, Diego García Romero, Presidente de la Asociación Benéfica “Santa Cecilia”, y Javier Merino, Presidente del Club X), alternaron con las piezas musicales la recitación de otras poéticas, debidas a Antonio Martínez Vélez, Francisco Anisi, Ángel López Ortiz y Rogelio Triviño. También actuó una Estudiantina de Villafranca compuesta en su mayor parte por niños, a la que se obsequió con dulces y licores .

En la noche del día siguiente, se festejó la apertura del nuevo local con un “espléndido baile que estuvo concurridísimo y animado”. Recoge “Nuevo Diario de Badajoz”, en la crónica que publicó unos días después (7 de febrero de 1897), reseñando estos acontecimientos, que en la noche del día uno, se podía admirar en la ciudad el “espectáculo prehistórico” que ofrecían las “muchas iluminarias” que brindaban las calles. Es el testimonio más antiguo que hemos encontrado acerca de la tradición de las Candelas. Como se ve, unas cosas conducen a otras, porque en el fondo se trata de la misma historia de Almendralejo.
La propuesta de creación de un periódico no salió adelante y fue otro de los asuntos que turbaron la vida interna de la Sociedad en los primeros meses de 1897, causando la dimisión del Director de Espectáculos, Ángel López Ortiz y la oposición de su sustituto Rogelio Triviño Forte y otros que llegaron a pedir la destitución del Presidente. Aunque éste estuvo apoyado por un grupo importante y, en especial, por Antonio Martínez y Martínez de Pinillos, esta situación, su avanzada edad y mal estado de salud le llevaron a dimitir de su cargo.

Federico Forte Barneto (1897-1899)

03 ffortewAl profesor García-Gill y Pagán, le sustituyó el procurador Federico Forte Barreto (28-4-1897 a 11-4-1899). Sería ratificado en la primera Junta general celebrada con posterioridad a su nombramiento, el 13 de julio de 1897, fecha en que se recoge el primer presupuesto de la Sociedad, que por su singularidad damos a conocer:
Presupuesto Obrero 97 98wLa Sociedad presentaba un estado de cuentas saneado, con un número de socios creciente, que a finales de 1897 llegarían a ser casi 400. Acordaron que el tesorero quedara en caja la cantidad de 1.000 pesetas y el resto se depositara en una entidad financiera, pues se consideró arriesgada la inversión en deuda pública, que habían propuesto algunos socios. No aparece el sueldo o gratificación del médico de la Sociedad, que no había querido cobrar nada, por lo que decidieron obsequiarle con un objeto de arte, valorado entre 60 y 75 pesetas. Además, nombraron un auxiliar o sustituto en la persona de otro médico también socio de la Entidad, Baldomero Méndez Barrientos.
Incluso la prensa madrileña se hacía eco de la prosperidad de la Sociedad. Así, “El Liberal”, en su edición del 19 de agosto de 1897, daba una descripción de la Ciudad, y sobre “El Obrero” hacía estas consideraciones:
“A esos activísimos, a esos incansables trabajadores [está hablando de los obreros almendralejenses] quédales tiempo todavía para asomarse a los espaciosos y cómodos salones del Obrero Extremeño, provechosa Sociedad cooperativa, en la que han acumulado en poco tiempo un gran capital, destinado a remediar los infortunios del pobre y en la que hallan honesto solaz y lícito entretenimiento en que holgarse por algunas horas, los días contadísimos que destinan al descanso”
Y como ya se iba haciendo demasiado habitual, designaron una Comisión que se encargara de reformar el Reglamento una vez más, ya que la realidad desbordaba la letra de la norma y requería, no sería la última en poco tiempo, continuas actualizaciones, del que recogemos los siguientes tres artículos: Que las elecciones se realicen en el segundo domingo de enero y julio. Que, si pasados 40 días de socorro de 1,50 pesetas diarias al socio enfermo, siguiera inutilizado para dedicarse a sus habituales ocupaciones se le seguirá pasando la pensión de 1 peseta durante otros 40 días, como máximo. Que si el socio fallece, llevando más de dos años en la Sociedad, se abonará a su viuda 50 pesetas y nada más. Este nuevo Reglamento (ya el tercero) del año 1898 se presentó en el Gobierno Civil de Badajoz el 17-01-1899, quedando registrado y aprobado con el número 217. Esta modificación venía motivada porque con el aumento en el número de socios se había elevado considerablemente este socorro, a razón de un real por asociado, según el anterior Reglamento. Así, a la viuda de Félix Moreno Castañeda se le habían entregado 116,75 pesetas el 6 de marzo de 1897, en virtud de los 467 socios que había en aquel momento.
En la Junta general de enero de 1899, los señores del Consejo de Intervención y Estadística emitieron el informe anual preceptivo. Era la segunda vez que esto sucedía y es una lástima que no se hayan conservado estas reseñas que no sólo tenían la viveza de lo inmediato sino la sanción de su veracidad por la propia asamblea. No obstante, en esta ocasión el acta de la Junta general reflejó una de sus consideraciones, que señalaba, no sólo el aumento absoluto en el número de socios, que de los 30 iniciales habían pasado a ser 444, sino las fuertes alteraciones en las altas y bajas, respectivamente, antes y después de los bailes de carnaval; por lo que acordaron que la cuota de entrada aumentara hasta la cantidad de 5 pesetas, cuando se estaba cobrando por este concepto 2 pesetas a quienes solicitaban ingresar por primera vez y 3 pesetas a los que ya habían pertenecido con anterioridad a la Sociedad y habían causado baja por algún motivo. A partir de 1898, comenzó la costumbre de que el primer día del año se obsequiara a los asociados con un baile gratis, “para solemnizar el aniversario de su fundación”.

Francisco Anisi Duarte (1899-1901)
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Siendo ya presidente Francisco Anisi Duarte (11-04-1899 a 13-01-1901), profesor de instrucción primaria, se amplió la Junta Directiva con los nuevos cargos previstos en el Reglamento de 1898, y por ello, en septiembre de 1899 se incorporaron los de vicetesorero, vicecontador, bibliotecario, secretario 3º y un nuevo individuo para el Consejo.
En noviembre de 1899, se volvió a modificar el Reglamento, mejorando el socorro por enfermedad en el sentido de que “si transcurridos los 80 días ya pensionados, el socio siguiera inutilizado para su trabajo habitual, se le daría una pensión de 0,75 pesetas hasta su total curación” (Reglamento de 1899).
Pensaron que había fondos suficientes, más los que se pudieran obtener por suscripción de acciones, para comprar una casa que sirviera de local a la Sociedad y no estar de arrendamiento. El propietario de la casa donde se encontraban, Joaquín Gutiérrez Moreno, ofreció venderles la que ocupaban en la calle Real, 20, de aproximadamente 293 m2, con piso alto y bajo, corral y pozo; y con muebles y enseres (17 mesas para tomar café, 2 camillas, 80 sillas, 8 tarimas para braseros, 8 braseros, 10 divanes, 15 luces eléctricas, 4 quinqués de lata, 2 brazos de hierro, 5 espejos de luna grandes, 4 pertiers, 1 piano, 1 mesa de billar, 12 tacos, 1 taquera, 1 tanteador, 1 bombo para la treinta y una, 1 juego de bolos, 5 perchas, 1 reloj, 1 araña y 1 lavabo de pared o aguamanil) por 26.000 pesetas; aunque al final se avinieron por 21.000 pesetas, de las que 10.000 serían al contado y el resto a plazos con interés del 8%, quedando mientras la casa hipotecada a favor del vendedor. Resultaba que la casa la tenía enajenada su esposa, Amparo Jiménez Muñoz, a Joaquín Coronado y López de Tejeda por 12.500 pesetas, con pacto de retro por 4 años desde el 7-1-1896; por lo que el vendedor era Joaquín Coronado, socio de “El Obrero”, al haberse consumido el derecho de redención reservado a Amparo Jiménez. Éste aceptó las condiciones dando su consentimiento y otorgando la oportuna escritura. El 6 de abril de 1900 se pagaron los derechos de escritura, 756 pesetas. El Registrador de la Propiedad, José Zegrí y Lillo, regaló sus honorarios, y por ello se le nombró socio honorario.
Para pagar la casa, se hizo un empréstito de 12.000 pesetas, distribuido en láminas de 500 pesetas, formadas por 20 cupones de 25 pesetas, al 6% anual, con amortización semestral, o trimestral, según el superávit de la Sociedad, después de reservar las 1.500 o 2.000 pesetas que marcaba el Reglamento. Eran nominativas, aunque transferibles, dando aviso de ello, quedaron liquidadas en marzo de 1903 y los suscriptores del empréstito fueron:
Suscriptores 1900wSe anunció un concurso entre los socios que desearan hacerse cargo de la Conserjería, resuelto a favor de Pedro de la Puente, que se ajustó a las condiciones siguientes. Serían para el conserje todas las utilidades de la mesa de billar (0,80 pesetas, la hora), descontados los desperfectos causados por el uso, y las utilidades de los juegos lícitos, que abonarían de casa lo siguiente: el tresillo (0,25 pesetas), la malilla barrotada (0,25), el solo (0,15), julepe (0,10), tute (0,10). Los juegos de malilla, dominó, trueque, tute, ronda y otros análogos no pagarían casa cuando los jugadores hicieran algún gasto, y si no consumieran, el Conserje podía, o no, cobrar 0,10 por individuo.
Las utilidades de bebida y repostería serían para el conserje con estos precios: café (de caracolillo, moka y Puerto Rico en igual cantidad) y té de 1ª, 0,25; coñac superior, 0,25; ron, 0,25; manzanilla de 1ª, 0,25; vino del país, 0,30 la botella; vino de Valdepeñas, 0,50 la botella de ¾ de litro, y 0,10 por chato; vino de Jerez y manzanilla, 0,25 por copa o caña corriente; vino de Rioja, 0,15 la copa y 1,50 la botella de ¾; vino de Moguer, 0,10 el chato y 0,50 la botella; copa de aguardiente triple, anís fino y de la localidad, 0,10; copa de aguardiente de Cazalla, 0,15; copa de aguardiente de Ojén, 0,20; aguardiente escarchado, 0,25 la copa; ron escarchado, 0,25 la copa; anisado escarchado, 0,25 la copa; licores varios de clase 1ª, 0,25; ponche, 0,25; ginebra, 0,25; gaseosas 1ª, 0,20; refrescos de limón, zarza, naranja y otros, 0,15; taza o vaso de leche, 0,25.
Entre otras condiciones, son dignas de recordar que la Sociedad cedía al conserje para vivir exclusivamente con su familia ciertas habitaciones y dependencias; y que éste debía contratar tres camareros y estaría a su cargo el alumbrado eléctrico, que se componía de veinte focos, así como la calefacción del local desde el 1 de noviembre al 1 de mayo, y las matrículas y contribuciones que hubiera que pagar.