En 1965 se celebraron en Almendralejo, conmemorando este acontecimiento,
las que fueron llamadas Fiestas del III Centenario.
Dedico estas letras a quienes hicieron posible dicho recordatorio histórico.
Era el 4 de junio de 1665. La procesión del Corpus estaba en la calle cuando a la villa de Almendralejo llegó una importante comisión presidida por el caballero de la Orden de Santiago, don Antonio de Ugarte y Ayala, acompañado de un pequeño séquito, formado, entre otros, por un alguacil y un escribano. Venían con la misión, encargada por el rey Felipe IV, de dar posesión a la villa de Almendralejo de la propiedad de su jurisdicción que tenía comprada por escritura fechada en Madrid, el día ocho de diciembre anterior.
Ya desde comienzos de su reinado, en 1621, Felipe IV, ante un Patrimonio Real consumido por los grandes gastos que se habían hecho en los reinados anteriores, solicitó de las Cortes que se pudiera vender la jurisdicción de un cierto número de villas; Esta situación, reafirmada en las Cortes de 1639, llevó a tratar la venta de la jurisdicción de Almendralejo, separándola de la de Mérida y su Partido, haciéndola “villa de por sí y sobre sí”, concediéndole las apelaciones a la Chancillería de Granada y no a la ciudad de Mérida.
El precio de la venta estaría en función del número de vecinos o de la extensión del término de la villa, por lo que el comisionado Ugarte tenía el encargo de que se efectuaran las dos mediciones, el recuento casa por casa de los vecinos y la medida por un geómetra de la superficie del término. Estas operaciones dieron lugar a dos importantes documentos que se conservan en el Archivo General de Simancas, teniendo otro ejemplar (el llamado Libro de la Villa, que no contiene el mapa), en el Archivo Histórico de Almendralejo.
La guerra con Portugal había hecho disminuir el número de vecinos, pues sólo se contabilizaron 522 (correspondientes a 1.663 habitantes), que, tasados a 18.130 maravedíes cada uno, daban un total de 9.463.860 maravedíes; la extensión del término ajustado por el madrileño Antonio Martínez, resultó ser 96.828.800 varas cuadradas, que, a razón de 7.250 ducados por legua cuadrada, alcanzaban los 10.530.000 maravedíes.En este primer plano del término que se conoce, se incluyen algunos caminos y edificios importantes del casco de la villa (Ayuntamiento, Casa de la Encomienda, Iglesia Parroquial y algunas ermitas), además de una alineación de casas que simula la calle más importante, la calle Real.
Reducido a medidas actuales el término mediría 67,66 km², valor muy alejado de sus actuales dimensiones (165,1 km²); pero, liberando al lector de la complejidad y evaluación de estos cálculos, la cantidad elegida para el pago, como no podía ser menos, fue la más beneficiosa para la Hacienda Real. Como Almendralejo ya había pagado ciertas cantidades en tiempos anteriores por distintos conceptos de la misma compra que ahora se le hacía (Privilegio de villazgo de 1536 y desempeño en 1595 de la ciudad de Sevilla, a la que había pertenecido la jurisdicción de Almendralejo desde 1574), “sólo” habría tenido que abonar 467.500 maravedíes; pero la villa “le hizo gracia a Su Majestad” de ofrecerle más, llegando en esta ocasión hasta los 10.000 ducados de vellón; es decir, dos millones y medio de maravedíes en plata; a lo que hubo que sumar los gastos de la toma de posesión, los de su procurador en Madrid para la gestión de la compra y los derechos de la media anata, que era el impuesto que se pagaba al recibir un beneficio y que equivalía a la mitad de lo que producía en un año dicho beneficio. Todas estas operaciones contables no concluyeron hasta el 1 de noviembre de 1696, fecha en la que Carlos II expidió el correspondiente Privilegio a la villa de Almendralejo.
Tan largo proceso, tan costoso asunto, ¿para qué en realidad? Lo que se litigaba era que los alcaldes de la villa pudieran juzgar en primera instancia y la apelación se hiciera ante la Chancillería, y que los nombramientos de los oficiales del Cabildo los realizaran los propios alcaldes y regidores, sin interferencia de otras instancias. En cierta medida pueden tener algo de certeza las intromisiones, en su caso, de las ciudades de Mérida o Sevilla, y los manejos de la familia genovesa de los Serra que también aspiraba a la compra; pero lo verdaderamente importante era que los “poderosos” de la villa no querían injerencias en “sus asuntos” y querían acaparar los cargos e influencias que éstos conllevaban. Y por otra parte, la Corona accedía a estas peticiones no por preocupaciones objetivas o de una mejor administración sino por razones económicas. Con este Privilegio, la villa de Almendralejo ya era villa realenga, es decir, exenta y libre de cualquier otra jurisdicción, aunque quisieron seguir con el mismo sistema electivo de cuando pertenecía a la Orden de Santiago de la que continuaban dependiendo en lo eclesiástico.
Calles habitadas en Almendralejo en 1665, y su equivalencia con las denominaciones actuales
- Altozanito Altozano
Altozano (Plaza) Plaza de Espronceda
Becerro Becerro
Blanca Aceite (Calleja) Miguel Antolín
Cabezo Luis Torrado
Caño Carolina Coronado
Escusada San José
Esparrilla Cervantes
Granados Granados
Harnina Juan Carlos I
Jara Reina Victoria
Macías de Nieto Reyes Católicos
Mandamiento San Antonio (1er tramo)
Mártires Mártires
Mayorazgo Méndez Núñez
Mérida Mérida
Montera Moreno Nieto y Jacinto Benavente
Palacio Ricardo Romero de Tejada
Pilar Pilar
Plaza Plaza de España
Plazuela Plaza de la Iglesia
Real Real
Silos Zurbarán
En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.
II. Francisco Zarandieta Arenas: "Almendralejo de aldea a villa", Ferias de la Piedad y XVI Fiestas de la Vendimia, Almendralejo, 1988.

El 23 de diciembre de 1536 Carlos I firmaba en Tordesillas el Privilegio de Villazgo para Almendralejo, apartándola y eximiéndola de la jurisdicción de la ciudad de Mérida y haciéndola villa, dueña de su propia jurisdicción.
Aunque en el término actual de Almendralejo se han encontrado restos que atestiguan la presencia de grupos humanos desde los tiempos más antiguos, hasta la época medieval no va a aparecer una entidad de población que lleve este nombre.
Almendralejo, como tal, debió surgir como consecuencia de la actividad repobladora de los vecinos emeritenses en el amplio término que tras la reconquista de Mérida en 1230 se le adjudica a esta ciudad.
Esta repoblación en pequeños núcleos o aldeas se incrementaría en la segunda mitad del siglo cuando Mérida y su tierra pasan a depender totalmente de la Orden de Santiago y amenazan con extender su término a costa del vecino de Badajoz.
En los documentos que han llegado hasta nosotros la primera vez que aparece nombrado Almendralejo es en una carta privilegio concedida a Mérida por el Maestre de la Orden en el año 1327.
Allí se cita a Almendralejo y a otros lugares como aldeas dependientes de Mérida, que carecen de poder jurisdiccional, les deben obediencia y tienen que pagarle tributos.
A comienzos del siglo XVI esta situación ha variado muy poco. Sólo ha conseguido Almendralejo la facultad jurisdiccional en las causas civiles de hasta trescientos maravedíes, pero no pueden juzgar causas criminales y siguen sujetos a tributos y servidumbres. Cada vecino debe entregar una fanega de cebada al año y en las obras públicas de la ciudad, como reparación del puente romano o la construcción de fuentes, tienen que enviar obreros o pagar el equivalente en dinero.
Esta dependencia, ya en el primer tercio del siglo XVI, comienza a pesar sobre Almendralejo que se resiste y pleitea constantemente sobre ello. La aldea se ha enriquecido, ha aumentado su población y ocupa una posición importante en la Provincia de León de la Orden santiaguista.
Son continuas las desobediencias de las autoridades del lugar de Almendralejo que no dudan en afrontar condenas económicas o el destierro por usar distinto sello del de Mérida, juzgar en causas de mayor cantidad que la permitida o intentar darse ordenanzas.
Las negociaciones para conseguir la ansiada independencia jurisdiccional se llevaron a cabo con gran sigilo para no despertar sospechas en la ciudad emeritense que lógicamente no estaba dispuesta a perder a casi quinientos vecinos contribuyentes.
Estos deseos y estas peticiones al Rey debieron avivarse en 1526 cuando Carlos I, en su ruta de Toledo a Sevilla para desposarse en el Alcázar de esta ciudad con la infanta portuguesa Dª Isabel, llegó a Almendralejo el domingo 4 de marzo procedente de Mérida. Aquí cenó y pernoctó y al día siguiente después de comer marchó con su numeroso séquito hacia Los Santos. También unas semanas antes, la novia había hecho jornada de descanso en Almendralejo en su camino de Elvas a Sevilla.
Pasan unos años. El Emperador necesita dinero. En 1535 acaba de conquistar Túnez y quiere organizar una campaña general contra los turcos, pero los franceses han invadido Piamonte y ha de comenzar una nueva guerra contra ellos. Almendralejo le ofrece un servicio de 6500 ducados de oro a cambio del Privilegio de Villazgo, y éste tiene lugar por obviar además los grandes inconvenientes que padecían los vecinos en salvar las cuatro leguas que los separaban de los tribunales de justicia emeritenses. Mérida se resistió pero no fue tan generosa en sus ofrecimientos, que a la postre decidieron.
La villa de Almendralejo agradecida colocó tres años después en su renovado templo parroquial, en uno de los contrafuertes del ábside, el escudo imperial con una leyenda alusiva a las victorias del César:
Con estas armas vencidos
moros, turcos, luteranos
al yugo de los cristianos
serán todos sometidos.
En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.
V. Francisco Zarandieta Arenas: "Almendralejo en los siglos XVI y XVII", Ferias de la Piedad y XXII Fiestas de la Vendimia, Almendralejo, 1994.

Este libro, que se presentó en octubre pasado y refleja lo substancial de mi Tesis Doctoral, pretende contribuir al mejor conocimiento de la realidad extremeña en el Tiempo de los Austrias. Su interés se basa en que Almendralejo, situada en el centro de la Tierra de Barros, en la Provincia de León de la Orden de Santiago, era entonces, como ahora, uno de los pocos ejes del desarrollo vital de Extremadura, en el que la fertilidad de sus tierras constituía la riqueza principal. Las transformaciones sufridas por esta villa durante esos siglos en que cambió institucionalmente, pasando de órdenes a señorío y a realengo, y sufrió las terribles consecuencias de una guerra en la frontera con Portugal, añaden aspectos atrayentes que incitan a un estudio que está basado en multitud de fuentes custodiadas en archivos parroquiales, municipales, nacionales, notariales y privados.
El ámbito temático de este trabajo queda estructurado en torno a tres grandes ejes: la demografía, la sociedad y las instituciones. Sobre la base demográfica, que constituye el soporte inicial y angular de la investigación, se ha pretendido recrear la dinámica de la sociedad almendralejense a través del desarrollo de sus principales instituciones públicas.
De los aspectos demográficos se ofrece una visión estática, a partir de los recuentos globales de vecinos, y otra dinámica, con el análisis de las conocidas variables de nacimientos, bodas y defunciones. La población de Almendralejo en aquellos siglos se movió entre un mínimo de 450 vecinos en los comienzos del XVI y un máximo de 1.050 en los años 70 de aquel siglo, mientras que al final del período considerado, hacia 1700, habitaban en la villa 686 vecinos. En la obra se estudian las distintas causas que concurrieron para ofrecer este panorama. Predominan las negativas: crisis de subsistencias, epidemias, guerras, presión fiscal y emigraciones. Las llegadas de inmigrantes y las alteraciones del sistema matrimonial contribuyeron a paliarlas en muy escasa medida.
La vida transcurría de muy distinta manera para los "notables", "el común de los vecinos" y los "marginados". Hacemos un seguimiento del quehacer diario a través de tres pinceladas en otros tantos momentos cruciales de la misma: el nacimiento, la boda y la muerte.
El análisis de 1.824 testamentos nos introduce en la religiosidad popular y en las diferencias entre los distintos estamentos sociales a la hora de enfrentarse con el último momento de su vida presente. Las mismas diferencias se observan en el estudio de las cartas de dote, donde se recoge la base económica en que se sustenta el matrimonio, y se pormenorizan los distintos bienes que las constituían (ajuar, bienes muebles o inmuebles, ganado, esclavos, objetos de lujo...).
En la sociedad marginada nos detenemos en tres tipos humanos que no participan de la "normalidad" establecida de la época: la desconfianza ante una conversión forzosa y unas minorías nunca asimiladas, como son los moriscos: la vergüenza de nacer de una relación ilícita, en el caso de los ilegítimos y expósitos, y la marca de haber caído en la esclavitud o haber nacido dentro de ella. Los "marginados" son otro mundo y, pese a su pequeño volumen poblacional, nos ilustran sobre aquella sociedad cerrada en la que el nacimiento condicionaba la vida futura de la persona.
Todos, marginados o no, estaban sujetos a determinadas formas de poder, por lo que para comprender a aquellos grupos humanos, sus formas de vida y su evolución en el tiempo, se estudian esas variadas instituciones que gravitaban sobre ellos, sus "circunstancias".
Además de la Iglesia, que controlaba la vida del individuo desde la cuna a la sepultura, el almendralejense de los Tiempos Modernos estaba sometido a múltiples jurisdicciones, de las cuales eran las más inmediatas las que emanaban del Concejo y de la Encomienda, en una cierta confusión y cruce de competencias (también con las eclesiásticas) que sólo se unificaban en el vértice común del Monarca, señor y propietario de todo. En sus orígenes, siglos XIII-XIV, Almendralejo dependía en los aspectos contributivos y jurisdiccionales de la ciudad de Mérida, que la consideraba una de sus aldeas, dentro del territorio de la Provincia de León de la Orden de Santiago. Se describe el privilegio de villazgo y el sucesivo paso de órdenes a señorío y a realengo, así como el proceso sufrido por la Encomienda hasta repartirse entre dos familias: la de los banqueros genoveses de los Serra y la de los Fernández, hidalgos locales de gran ascendencia en la villa.
La organización eclesiástica era, quizás, la jurisdicción más presente a los almendralejenses. Se estudia el patrimonio parroquial, las vicisitudes por las que pasaron las ermitas, cofradías, hospital y conventos de la Concepción y de San Antonio, y se hace una biografía colectiva de los curas y clérigos que sirvieron la Parroquia a lo largo de doscientos años.
La Inquisición uniformaba la variedad de jurisdicciones, salvando fueros y excepciones. El territorio de la Orden de Santiago aparece como el espacio más controlado de todo el sector llerenense y los oficiales del Santo Oficio de Almendralejo consideraban el título como una "prueba positiva" para escalar otros puestos o para alcanzar el hábito en una Orden: más de la mitad de ellos fueron, además, regidores perpetuos o alcaldes de la villa, concentrándose los oficios en manos de determinadas familias, sobre todo hidalgas, en las que claramente se transmitía el título en línea directa de generaciones.
El Concejo era la institución más inmediata a los vecinos. Se estudian las Ordenanzas, las áreas de actuación del cabildo, algunas cuentas municipales y la provisión de los cargos concejiles, en particular, los regidores, de los que se analiza la historia familiar de los 85 individuos que ocuparon con título de perpetuos este oficio entre 1606 y 1700. El poder en la villa, en definitiva lo ostentaban muy pocas familias, agrupándose en doce de ellas el 90% de los regidores perpetuos del Seiscientos. El estudio sociológico que de ellos se hace muestra, con algunas diferencias entre hidalgos y pecheros, unas características bastante comunes a todos ellos. Concentran los cargos en pocas familias, practican una fuerte endogamia, buscando alianzas matrimoniales, sus fortunas tienen procedencia diversa (agricultura, ganadería, censos), son titulares de mayorazgos, ofrecen cuantiosas dotes a sus hijos, numerosos ante el temor a que se extinga su descendencia, cuentan con esclavos y criados en sus casas donde no son extraños los objetos de lujo, algunos de sus hijos se consagran a la Iglesia, ordenan un elevado número de misas en sus testamentos, fundan capellanías, los pecheros pretenden ennoblecerse y los nobles buscan el hábito de una Orden, han ocupado previamente las alcaldías de la villa, son familiares del Santo Oficio...: es otra forma de vida, diferente al común de los vecinos.

Hoy 14 de mayo de 2021, se ha homenajeado a un amigo entrañable, don Ángel Cascón Pérez, rotulando con su nombre un parque de nuestra ciudad, situado en la confluencia de las calles El Salvador y Miguel de Unamuno, con la presencia y participación de autoridades, familiares y amigos. Gracias a la iniciativa de asociaciones y de muchos ciudadanos se hizo llegar en 2016 una petición al Ayuntamiento para que se le honrara con tal nombramiento. Por Decreto de la Alcaldía-Presidencia de 13 de octubre de 2016, se me hizo el honor de que actuara como secretario en la confección del expediente correspondiente que se realizó de acuerdo con el Reglamento de Honores y Distinciones de Almendralejo. En la sesión informativa de Cultura de 14 de diciembre de 2016 se dictaminó la propuesta avalada por la nota biográfica que elaboré para el caso donde “claramente se desprendía la consecución de los méritos necesarios para la distinción de tal honor”. Pasada la propuesta al Pleno de diciembre de aquel mismo año fue aprobada por unanimidad. Ha pasado el tiempo y ahora se ha hecho realidad, y como homenaje a mi amigo, recojo a continuación la nota biográfica que elaboré en aquel momento, en que todavía estaba con nosotros físicamente. Desgraciadamente, falleció al poco tiempo, pero su memoria perdurará siempre en su Ciudad y en sus ciudadanos.
Don Ángel Cascón Pérez nació en Almendralejo en 1931. Estudió Veterinaria en las facultades de Madrid, León y Córdoba donde se licenció en 1953, especializándose en inseminación Artificial. En 1958 casó con doña María García Merchán, y han sido padres de seis hijos.
Desempeñó su carrera, primero como actividad liberal e interino en la Administración, antes de aprobar las oposiciones nacionales en 1976, obteniendo en propiedad la plaza de Palencia. Tras una breve estancia en esta ciudad, trabajaría en la Inspección Regional de Sanidad Pecuaria en Badajoz, entre 1977 y 1984.
En sus últimos años profesionales desempeñó la titularidad en las localidades vecinas de Villalba de los Barros, Aceuchal y Solana de los Barros, jubilándose en 1996, después de haber ejercido la profesión durante 42 años, con gran dedicación y ejemplaridad, siempre disponible para atender a las ovejas, caballos, cerdos o vacas que necesitaran de sus servicios. No obstante, continuó practicando su actividad hasta los 70 años, con lo que fueron casi cincuenta años actuando como veterinario. Siempre colaboró con el Ayuntamiento desinteresadamente cuando fueron requeridos sus servicios como veterinario, en el sacrificio de animales, pruebas deportivas hípicas...
Comprometido con la comunidad educativa fue presidente de la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio Santa Ana de Almendralejo, donde estudiaban sus hijos, a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Además, ejerció como profesor del Área de Ciencias en el Instituto Laboral "Santiago Apóstol", de 1958 a 1966.
En su momento, fue también una persona comprometida con la política local, ya que ostentó el cargo de concejal, en representación del tercio familiar, en dos ayuntamientos, desde el 5 de febrero de 1967 al 7 de febrero de 1971; y desde esta fecha hasta el 3 de febrero de 1974; en total, durante siete años en los que tuvo la Delegación de Mercado y Matadero.
Por sus cualidades personales y profesionales ha recibido varios homenajes: en 2003, por parte de la Asociación Ecuestre "Amigos del Caballo"; en 2008, por la Congregación de Luises, que le nombró "Buena persona de Almendralejo"; y en 2011 por el Excelentísimo Ayuntamiento de Almendralejo en el acto central de las Ferias y Fiestas de Nuestra Señora la Virgen de la Piedad.
Tanto en 2008 como en 2009, diversas asociaciones, la Asociación de Vecinos de la Barriada de La Farola y la Congregación de Luises, respectivamente, solicitaron que la Corporación Municipal le honrara, dedicándole una calle; petición que ahora reiteran, junto con otros colectivos y 576 firmas de ciudadanos.
Desde hace más de ocho años don Ángel Cascón Pérez soporta una grave enfermedad, el buen veterinario que siempre destacó por su profesionalidad, desprendimiento, generosidad, cercanía y compromiso con sus conciudadanos.

El 13 de agosto de 2019 en el Salón de Plenos del Excmo. Ayuntamiento de Almendralejo tuvo lugar el solemne y emotivo acto de proclamación de la Reina, damas, miss turismo, pregonero y bodeguero de honor de las CCI Fiestas de Nuestra Señora de la Piedad y XLVII Feria de la Vendimia. Presentado con su habitual profesionalidad y maestría por Fernando Sierra Elías comenzó con una breve intervención del alcalde de la Ciudad, José María Ramírez Morán, que centró las circunstancias y la importancia del momento y felicitó a los galardonados. Se impusieron, a continuación, por parte del Alcalde las insignias que acreditaban estas distinciones, a Ana García Cáceres, representante de la barriada de las Mercedes, como Reina de la fiestas de 2019, y a sus damas de honor, que como ella eran representantes de las distintas barriadas de la Ciudad, Lola Almeda Bautista (Barriada de Santiago), María José Álvarez Navia (San Roque), Laura Cruz García (San José), Alba Galán Aguado (San Antonio), María del Mar Benítez Honrado (Paz), María Mogollo Díaz (Mercado), María Castilla Preciado (Centro) y Gema Cruz García (Farola). También a Mariam Romero Gómez, Miss Turismo, representando al Centro de Iniciativas Turísticas; al pregonero José María Fernández de Vega y al bodeguero de honor, distinción que este año ha recaído en una institución, la Estación Enológica de Almendralejo. El acto concluyó con un homenaje de la Reina, Damas y Miss Turismo a sus familiares, madres, padres o abuela, entregándoles una fotografía enmarcada.
Nos sirve este artículo, además de dar noticia del acontecimiento, para recordar a todas las reinas, pregoneros y bodegueros de todas las ediciones de la Feria de la Vendimia, desde sus comienzos en 1972 hasta la actualidad, que se han celebrado ininterrumpidamente, salvo en 1977. En la madrugada del 30 de marzo de aquel año se helaron las viñas de Tierra de Barros: grandes pérdidas económicas, aumento del paro y desolación en los campos y en las almas, hicieron que los organizadores decidieran suspender la Feria aquel año.
Durante unos años (1988-1994), el título de “reina” fue sustituido por el de “vendimiadora mayor”. En el decenio 1972-1982 ambas fiestas se celebraron en fechas distintas. Se unificaron, en el mes de agosto, a partir de 1983.
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Años |
Reinas/ *Vendimiadoras Mayores |
Pregoneros |
Bodegueros |
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1972 (I) |
María Schlegel Iglesias |
Julio Cienfuegos Linares |
Marcelino Martínez Cortés |
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1973 (II) |
Mª Purificación González-Navia Sayago |
Antonio Cortés Lavado |
Lorenzo Alcántara Pardo |
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1974 (III) |
Mª del Carmen Pérez de la Hiz |
Enrique Sánchez de León Pérez |
Juan Lavado Navia |
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1975 (IV) |
Mª Fernanda García Camacho |
Manuel Martínez-Mediero Díaz |
Fernando Corchuelo Donoso |
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1976 (V) |
Mª Soledad López-Navarrete Garrido |
José Miguel Santiago Castelo |
José Ortiz Tolosa |
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1977 (-) |
suspendida |
suspendida |
suspendida |
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1978 (VI) |
Inmaculada Fernández Crespo |
Luis Ramallo García |
Juan Macías Santos |
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1979 (VII) |
Mª Dolores Izquierdo Mora |
Juan Ant. Ortega Díaz-Ambrona |
Francisco Fernández García |
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1980 (VIII) |
Petra Gutiérrez Álvarez |
Feliciano Correa Gamero |
Domingo Rodríguez Suárez |
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1981 (IX) |
Mª Ángeles Agudo Martínez |
Manuel Terrón Albarrán |
Máximo Gómez del Castillo Díaz |
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1982 (X) |
Mª Gloria Juárez Sánchez-Grande |
Antonio Bellido Almeida |
Pedro Preciado Fernández |
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1983 (XI) |
Francisca Ramírez Manchón |
Basilio Rogado Adalia |
Juan Sánchez Santos |
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1984 (XII) |
Mª Luisa Rastrollo Félix |
Matías Prats Cañete |
Marcelino Díaz González |
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1985 (XIII) |
Mª Dolores Santos Corchado |
Antonio Jiménez Martínez |
Cooperativa del Campo San Marcos |
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1986 (XIV) |
Mª del Carmen Villena Barrera |
Juan Diego Ruiz Moreno |
Cofradía del Vino Tierra de Barros |
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1987 (XV) |
Mª Soledad Vidal Rodríguez |
Juan Pablo García Abril |
Agrupación de Cooperativas Extremeñas |
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1988 (XVI) |
Juana Núñez Martínez* |
Juan de la Cruz Gutiérrez Gómez |
Paloma González del Valle García de la Peña |
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1989 (XVII) |
Concepción Márquez Cansado* |
Amador Rivera Pavón |
José Franco Merchán |
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1990 (XVIII) |
Leonor Donoso Blanco* |
José Ángel de la Casa Tofiño |
Emilio Reviriego Maqueda |
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1991 (XIX) |
Mª Luisa Bote Viera * |
Matilde Martínez Pérez |
Ventura de Vega Arroyo |
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1992 (XX) |
Marta Silva Moreno* |
Francisco Ortiz Calurano |
María Alonso Vázquez |
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1993 (XXI) |
Mª (Marina) del Carmen Moreno Sánchez* |
Pedro Preciado Sánchez |
S.A.T. Viticultores de Barros |
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1994 (XXII) |
María Cidoncha Tolosa* |
Filo Fernández Zambrano |
Diego Nieto García |
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1995 (XXIII) |
Isabel Mª Díaz Rodríguez |
Francisco Tejada Vizuete |
Cooperativa del Campo San Marcos |
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1996 (XXIV) |
Venus García Aguilar |
Francisco Croche de Acuña |
José Ortiz Arias |
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1997 (XXV) |
Josefina Barragán Merino |
Ángela Mª Murillo Bordallo |
Consejo Regulador “Ribera del Guadiana” |
|
1998 (XXVI) |
Mª Cruz González Gil |
Juan Navia Roque |
Bodega Viña Extremeña |
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1999 (XXVII) |
Alicia Salvador Barrero |
Jesús Núñez Mancera |
Lusa Extremeña S. L. |
|
2000 (XXVIII) |
Mª Carmen Palacios Mora |
Francisco Zarandieta Arenas |
Viñaoliva |
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2001 (XXIX) |
Rosa Mª Gragero Domínguez |
José Vicente Solarat López |
Bodegas Inviosa-Lar de Barros |
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2002 (XXX) |
Rosario Paredes González |
Manuel Veiga López |
José Álvarez Apolo |
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2003 (XXXI) |
Gema Mª Parra Lázaro |
Tobías Medina Cledón |
SAT Las Minitas |
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2004 (XXXII) |
Josefina Martínez Barrena |
Pilar Blanco-Morales Limones |
SAT San Antonio |
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2005 (XXXIII) |
Sonia Perero González |
Concha y Miguel Rodríguez |
SAT Viñarroba |
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2006 (XXXIV) |
Mª del Carmen Moreno Gómez |
José Luis González Barrera |
Bodegas Martínez Payva |
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2007 (XXXV) |
Lorena Álvarez Bermúdez |
Jesús Sánchez Adalid |
Bodegas Sani |
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2008 (XXXVI) |
Mª Dolores Lagar Martínez |
José de Espronceda Delgado |
Vade Mecum Bodegas |
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2009 (XXXVII) |
Mª Dolores Montes Salinero |
Carmen Fernández-Daza Álvarez |
Museo de las Ciencias del Vino |
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2010 (XXXVIII) |
Laura Álvarez Castaño |
Manuel Mosquera Bastida |
SAT Viticultores de Barros |
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2011 (XXXIX) |
Elena Díaz Rodríguez |
José Ángel Calero Carretero |
Carlos Plaza Uñac |
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2012 (XL) |
Rocío González Argüello |
Antonio Elías Pérez |
Diego Nieto García |
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2013 (XLI) |
Fátima Triviño Belinchón |
Antonio Barrios Merino |
Jorge López-Morenas Suárez |
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2014 (XLII) |
Mª Isabel Chávez Vélez |
Julio Holgado Gómez |
Mª Dolores Vargas Navia |
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2015 (XLIII) |
Mª Jesús Santana González |
Antonio Díaz Rodríguez |
Carmen Vázquez Arroyo |
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2016 (XLIV) |
Noelia Gragero Villar |
Luis Cordero Nisa |
Antonio Sánchez Santos |
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2017 (XLV) |
Mª Victoria Cortés Rama |
Isabel Alcántara Peguero |
Marifé Fuentes Suárez |
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2018 (XLVI) |
Margarita Ramírez Sánchez |
Alicia García Rubiales |
Fernando Giménez Alvear |
|
2019 (XLVII) |
Ana García Cáceres |
José Mª Fernández de Vega |
Estación Enológica de Almendralejo |





