A nuestro querido Cura Jesús, in memoriam

Hoja Parroquial 1wEl domingo 5 de noviembre de 1967 los feligreses de la recientemente nombrada Parroquia de San Roque (junio de aquel año) recibían de su Párroco, don Jesús Núñez Mancera, el primer número de una Hoja Parroquial, a través de la cual expresaba el Cura Jesús, con aquella santa sencillez que le caracterizaba, que pretendía, de esta manera, ponerse más en comunicación con ellos, con noticias, avisos y ruegos; y ofreciéndose, como siempre, para todos. En este primer número, con un ruego, que repetiría muchas veces de palabra y por escrito, “que ninguno de nuestros hermanos de la Parroquia salga de esta vida terrena sin tener preparado el viaje para la VERDADERA VIDA”.
Esta Hoja Parroquial era un díptico de 10,7x19 cm (9,1x20,5 cm en el año 1974), que don Jesús recibía impreso en las tres primeras caras, a excepción de la carátula de entrada que estaba en blanco, y que en Almendralejo se completaba indicando en esa primera plana el nombre de “Parroquia de San Roque. Almendralejo”, y la última página en la que con el título de “La Voz de vuestra Parroquia”, se dedicaba íntegramente al contenido que firmaba “Os bendice vuestro cura Jesús” o “vuestros curas Antonio y Jesús”. La Hoja era semanal, su título original era “La Fiesta Santificada” y estaba editada por Misioneros Claretianos catalanes, ideada y dirigida por el Padre Luis Ribera, ejemplar catequista y publicista de la Congregación. En ella aparecían contenidos litúrgicos del domingo en cuestión y otros de tipo doctrinal y catequesis general. También en la parte de San Roque don Jesús (y don Antonio) hacían, muchas veces, breves pero enjundiosos comentarios al evangelio del domingo, o desgranaban temas morales o pastorales, catequéticos, preocupándose de los niños, los jóvenes, los matrimonios, los ancianos, los enfermos, de todos, en especial, de los más desfavorecidos de cualquier clase.... Toda esta parte podría ocupar otra crónica, o, mejor, que otras personas más autorizadas la emprendieran.
Hoy, nos interesan, especialmente, los testimonios locales que constituyen una auténtica crónica en las 377 semanas en que se distribuyó, desde el 5 de noviembre de 1967 hasta el 29 de diciembre de 1974: los primeros siete años y medio de la vida de la Parroquia.
Unas secciones fijas daban cuenta habitualmente del movimiento demográfico de la Parroquia de cada mes, con el nombre de los bautizados (951 en este tiempo), casados (281) y difuntos (332); así como del estado de las cuentas parroquiales; y de las funciones litúrgicas de las semanas siguientes, con las recomendaciones pertinentes para aconsejar su asistencia.
Pero también destacamos otras noticias, con objeto de concienciar a la parroquia, como la deficiente situación de la Barriada de Pío XII (50 casas y 265 personas), las cuentas del medio año de 1967 que arrojaron un superávit de 24.211,30 pesetas, reservadas para la proyectada ampliación de la Parroquia; la primera procesión del Corpus de esta Parroquia con la bendición de los campos desde la calle Pascasio Fernández, “frente a las mieses apiladas de los cereales”, las “pequeñas vacaciones” de don Jesús, sustituido por el Padre Cotilla en 1968-69, las ventas, a veces casa por casa, de la lotería, para seguir reuniendo unas pesetas para las obras de la Parroquia; la colaboración de los fieles en las tres procesiones del año 1968 (Domingo de Ramos, Corpus y San Roque); la emoción de la primera salida en 1969 de la Cofradía de La Oración de Jesús en el Huerto; la operación de garganta del Párroco, que le obligó a dejar de fumar y a hablar lo menos posible en el verano de 1969, siendo sustituido durante los meses de convalecencia por el coadjutor de la Purificación don Adolfo Nieto Cid, quien recibió al entonces Príncipe don Juan Carlos, como Hermano Mayor de la citada Cofradía; la construcción de un Salón Parroquial, en 1969, donde se celebraron las Conferencias Cuaresmales organizadas por la Cofradía, impartidas por don Carlos Gutiérrez Bielba, en el verano de 1970...
Hoja Parroquial 377wLa latente preocupación por la ampliación de la Parroquia llevó a organizar una “Operación Papel” (21-06-1970), recogida de todos los papeles, revistas viejas y cartones por todas las casas de la Ciudad, “fijaros lo que os pido –decía don Jesús- lo que queréis TIRAR, pero os lo agradezco porque ya sabéis que muchas pequeñas cosas hacen grandes cosas, y por tanto, muchos kilillos de papel pueden hacer grandes bloques de cemento para la ampliación”. Sería la primera entre otras muchas “recogidas”, el éxito fue “grande” por lo personal, colaboraciones, y material, 18.210 kg de papel y 3.250 de cartón, que dieron unos ingresos “en limpio” de 50.565 pesetas; y el 10 de agosto siguiente comenzaron, por fin, las obras de ampliación de la Parroquia “y por ahora no tendremos que pedir”, apuntaba el Cura Jesús; mientras tuvo lugar la emocionante peregrinación internacional gitana al Santuario de Fátima, con don Jesús, tan cercano al mundo gitano, y su feligrés, don Diego Silva, que impartió una charla a los españoles que acudieron; y seguían los problemas de la ampliación (porque además había que pintar la parte antigua, arreglar el reloj, un nuevo altar...) que le quitaban el sueño, aunque también confiaba mucho en la gente, y “en San Roque”: siempre con su humor, señalaba que “si no nos echa una mano con una quinielita o un pellizco de lotería o un sobre anónimo, me tendréis que llevar algún paquetillo de tabacos a la cárcel”. Al final, todo se iba arreglando, con más recogida de papeles viejos o chatarra, o sabe Dios, o San Roque, de qué manera. La Parroquia se trasladó un tiempo desde primeros de noviembre de 1970 a un local que generosamente cedieron detrás de los Grupos Escolares, y el 15 de marzo de 1971 comenzaron las obras de limpieza con voluntarios, para el siguiente 2 de abril inaugurar el nuevo templo con la presencia del Sr. Obispo...
También recuerdan las Hojas el Vía-Crucis de los gitanos en la mañana del Viernes Santo, en 1970, o la salida en procesión de la Cofradía del Santo Cristo de la Agonía y María Santísima de la Esperanza (Cristo de los Gitanos), en las tardes del Jueves Santo de 1971 y 1972; la constitución oficial de Cáritas Parroquial, en el verano de 1971, para encauzar tantas obras de misericordia como ya se venían efectuando, y cuyas ayudas al final del año habían ascendido a 118.450 pesetas, quedando en Caja, 2.311 pesetas; o cómo en la Hoja del 9 de julio de 1972 se presentaba don Antonio Bellido Almeida como coadjutor “al lado y a las órdenes de nuestro querido D. Jesús”, ofreciéndose como “sacerdote, como hombre de Iglesia, que busca por encima de todo, colaborar en la santificación y salvación vuestra”. En noviembre de 1973 la Hoja destaca que en San Roque “ya tenemos a San Cristóbal para ser estrenado”, con bendición y Misa del conductor, seguidas de la constitución de la Hermandad del Conductor; y aquellas primeras Siete Palabras predicadas por seglares el Viernes Santo de 1974, germen de tantas otras posteriores..., así como la preocupación constante del Cura Jesús porque el Monumento siempre estuviera acompañado desde la tarde del Jueves hasta la del Viernes Santo. Concluimos con el último de sus deseos que aparece en estas Hojas: “la consigna que tantas veces os he recomendado desde el altar de nuestra parroquia: VIVIR A BUENAS CON DIOS Y CON LOS HOMBRES”.

(Revista CXCIX Fiestas de Ntra. Sra. de la Piedad y Feria de la Vendimia XLV, 2017, pp. 12-13).

Para Plaza de Toros 2018wLos libros de Memorias o Diarios nos dan siempre una visión muy veraz de lo acontecido, más allá de sus opiniones personales. Estas pueden estar teñidas de un cierto subjetivismo, pero los datos suelen objetivos porque no hay ninguna intencionalidad de ocultar la realidad que se vive y comparte con otros. Para el historiador son una fuente con grandes posibilidades de aprovechamiento, en ambos aspectos. Y, además, una posibilidad de rectificar datos que han llegado hasta nosotros, sin la certeza de una documentación indubitable.
Viene a cuenta lo anterior porque, con un consenso generalizado, el 29 de septiembre de 2018, se cumplirán los 175 años de la inauguración de la Plaza de Toros de Almendralejo, y de la actuación primera en su coso del torero sevillano Juan León “Leoncillo”.
Así lo dice la “Biblia del toreo”, “el Cossío”, que en la página 479 del tomo I, en 1945, cuando habla de las plazas de toros, señala “La actual plaza de toros [Almendralejo] se inauguró en 1843 por el famoso Juan León el 29 de septiembre”. No sabemos de dónde obtuvo don José María esta noticia pero todos le hemos seguido, yo también (“Biografía de la Plaza”, en Colectivo Ideal: La Plaza de Toros de Almendralejo, 1843-1993, pp. 21-29).
Con anterioridad a la fecha de elaboración del Cossío, sabemos que en el semanario taurino “La Fiesta Brava”, de 3 de marzo de 1927, don Juan Anisis publicaba un artículo sobre “Los tauródromos de España. Plaza de Toros de Almendralejo”, en el que explicaba que “se inauguró el día 29 de Septiembre de 1843, estoqueando el espada sevillano Juan León 'Leoncillo' las reses que se soltaron en esta inauguración”. Tampoco cita la fuente, aunque sí pudiera haber sido Anisis la fuente de Cossío. No he encontrado ninguna referencia más antigua que esta de 1927 sobre la inauguración de nuestro Coso de la Piedad.
Hasta que doña Carmen Fernández-Daza Álvarez, en su excelente Pregón de las Fiestas de la Piedad y de la Feria de la Vendimia de 2009, proclamado y publicado, indicaba que “Cuando nuestra hermosísima plaza se inauguraba el 26 de septiembre de 1843, con una vecindad embullada por las anunciadas lidias en el elegante coso, la corrida de estreno defraudó las expectativas del público, Tan cultivado en el arte (ya por aquel entonces) de Cúchares, menos mal que mejoró el nivel en la segunda, la celebrada el día 27”.
No citaba la fuente, que ahora por su generosidad, que agradecemos, desvelamos. Su antepasado, don Francisco Fernández de Córdova Melgarejo, V Marqués de la Encomienda, redactó un extenso diario que tituló “Cuaderno de caza y otras fruslerías”, y en el tomo XIII, que comenzaba el 1 de enero de 1843, ocupando parte de los folios 19vto y 20r, recuerda la inauguración de la Plaza. Copio textualmente lo que escribió para los días 25 al 28 de septiembre de 1843:
"Día 25: Buen día. La gente está embullada con los toros
Día 26: Amaneció nublado; primera corrida de toros en una plaza, que se ha hecho junto a la Piedad; no ha sido buena; hubo bastante concurrencia. Por la tarde llovió. Llegó mi hijo Luis de Cáceres.
Día 27: Segunda y muy buena corrida de toros; poca concurrencia. Nubes, tormentas lejanas.
Día 28: Última corrida de toros: regular y regular entrada. Amaneció nublado, por la tarde se despejó. Me cortó Luis el pelo. Baile en casa de Fernando Montero y ayer también. Cuni tiene calentura y apretada la garganta".
Un breve comentario, por mi parte. Sobre las personas citadas: Luis es su segundo hijo, don Luis Fernández de Córdova y Mendoza; Cuni es su hija pequeña, la novena, doña Cunegundis Fernández de Córdova y Mendoza; Fernando Montero es el V Marqués de la Colonia, don Fernando Montero de Espinosa y Cabeza de Vaca.
El tiempo: propio del otoño, inestable, días buenos y otros con lluvia, tormentas lejanas, cielo despejado tras los nublados.
Las fiestas y las preocupaciones domésticas: no solo los toros, sino también los bailes. La preocupación por los viajes, siempre peligrosos; y por la enfermedad de la pequeña, que tiene calentura.
Los toros: La excitación popular ante la inauguración de la nueva Plaza que se ha hecho junto a la Piedad, la primera corrida el martes día 26, que no fue buena aunque contó con bastante público; la segunda, el miércoles 27, tuvo menos concurrencia pero fue muy buena corrida; y la tercera y última, el jueves 28, regular en todo, en entrada y en calidad.
Es una pena que no reflejara a los actuantes en el coso. Despejada la fecha, 26 de septiembre de 1843, no tenemos “todavía” la confirmación de quiénes fueron los diestros. No desesperemos, la verdad no puede quedar oculta indefinidamente.

En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.

I. Francisco Zarandieta Arenas: "La Orden Franciscana y Almendralejo", Ferias y Fiestas de Almendralejo, 1982.

Escudo seráfico Nos encontramos [1982] celebrando el VIII centenario del nacimiento de San Francisco de Asís, aquel “poverello” que con su mensaje de humildad y amor a todas las criaturas conmovió los cimientos de aquella sociedad y de aquella iglesia medieval. La huella franciscana fue fecunda en España, y de ella en Extremadura, que envió los doce primeros misioneros a Nueva España. Y de Extremadura, en Almendralejo, donde la Orden ha tenido, y tiene, honda raigambre en sus variadas manifestaciones.
Sólo quisiéramos recordar en este momento, con unas breves pinceladas, las fundaciones conventuales de nuestra ciudad y la estela dejada por varios de sus hijos que vistieron el hábito de San Francisco.
La más antigua fue el Convento de la Inmaculada Concepción, de franciscanas menores observantes, debida a la generosidad de Don Francisco Ortiz de Paradas y de su mujer Doña Marina Escrivana. Estos no tuvieron hijos y en 1559, cuando Don Francisco había ya fallecido, quedaron como patronos a Diego Ortiz de Paradas y a Pedro Sánchez. Conocemos las cuentas del Convento desde 1560 y era bastante rico. A mediados del siglo XVIII, según el Catastro de Ensenada, contaba con 27 religiosas. El 9 de septiembre de 1836, en virtud de las leyes desamortizadoras salieron las religiosas del Convento, yéndose a sus casas, salvo una, llamada San Luis, que se acogió al Convento de Santa Clara. Con posterioridad el edificio fue usado como teatro, sala de baile y centro de enseñanza.
La fundación del Convento de San Antonio ocurre en un momento crítico para nuestra región, cuando la guerra de secesión portuguesa tenía como escenario estas tierras. Los franciscanos habían visto asolados varios conventos y ya hacía tiempo que Almendralejo suspiraba por tener uno, y, fracasadas gestiones anteriores, se aunaron voluntades entre la Orden Franciscana y la familia compuesta por Don Fernando Nieto Becerra, su mujer Doña Juana de Alvarado y Mendoza y la hermana de ésta, Doña Leonor. Ellos firmaron, como patronos, la escritura de fundación que suponía la última de los franciscanos menores descalzos de la Provincia de San Gabriel en Extremadura. Era uno de los Conventos más importantes de esta Provincia. En 1678, tenía 20 frailes y en 1753 (Ensenada), contaba con 30. En él se celebraron muchos Capítulos Provinciales y por sus claustros pasaron grandes franciscanos, como aquel Fray Andrés del Arroyo, tan encomiado por las Crónicas de la Orden, que murió en dicho Convento en 1694, siendo su Presidente. También San Antonio sufrió la desamortización y aunque su Iglesia sigue abierta al culto, el Convento, después de diversas vicisitudes, se encuentra [en estas fechas] en estado ruinoso.
La suerte de la tercera fundación ha sido distinta. El Convento de Santa Clara, de franciscanas menores observantes, fue primero Beaterio, patrocinado por Doña Leonor Golfín de Figueroa, a comienzos del siglo XVIII. Lo vendrían a fundar la Madre María de Cristo y otras compañeras del Beaterío de La Parra. Unos años después, en 1725, se convertía en el Convento que ha llegado hasta nuestros días.
En las Crónicas Franciscanas se hallan reseñados muchos hijos de Almendralejo, aún anteriores a la fundación del convento de varones de nuestra ciudad; como un Fray Diego de Almendralejo que muere en 1604 en el también famoso Convento de San Onofre de La Lapa, y que era Maestro de Novicios y Guardián, ejemplo de paciencia en las enfermedades.
Unos, como Fray Pedro Ortiz Cabezas, pariente del patrono del Convento de la Concepción, pasarían a las nuevas tierras de misión recién descubiertas y allí sufrirían martirio. Otros, alcanzarían puestos de responsabilidad en la Orden, como Fray Pedro y Fray Mateo de Almendralejo, Presidente del Santuario de San Pedro de Alcántara de los Majarretes, en San Valencia de Alcántara, donde tomó el hábito San Pedro de Alcántara; Fray Francisco Vázquez de Almendralejo, elegido Custodio en 1708, Fray Pedro de San Lorenzo de Almendralejo, definidor de la Provincia en 1690, o Fray Juan y Fray Francisco de Almendralejo, Ministros Provinciales en los años 1789 y 1798, respectivamente.
A Fray Francisco de San José y Almendralejo le conocemos porque Barrantes tenía copiado en su Biblioteca un sermón que este fraile predicó en la inauguración de la Iglesia de San Gabriel de Badajoz, en 1772. Era predicador general y morador del dicho Convento de San Gabriel.
Fray Francisco de Almendralejo, brilló por su santidad. Murió en Trujillo en 1716 y el cronista Fr. Andrés de S. Francisco y Membrío dice que había compuesto para sí una guía o “Arancel de Perfección”, de una gran virtud y severidad ascética.
Finalmente, mencionaremos a Fray Pedro Bravo de Almendralejo, el gran defensor de los privilegios de la Orden a finales del siglo XVII. Consiguió que el Nuncio diera una Sentencia condenando a un fraile agustino que había predicado en contra del Jubileo de la Porciúncula, y, más tarde, para reafirmar la validez de ésta y otras prerrogativas de la Orden escribió un documentadísimo “Escudo Seraphico de las Indulgencias de la Religión de N. P. S. Francisco, y sus tres Órdenes” (Sevilla, 1699), obra que alcanzó enorme difusión pues era raro el Convento que no la poseía.
Junto a los citados se encontrarían lógicamente otros muchos que al igual que los anteriores, usando el acostumbrado apelativo gentilicio, llevarían su santidad y su saber por los Conventos de la Orden, proclamando claramente su origen.nacimiento 

 En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.

IV. Francisco Zarandieta Arenas: "Los cangueros", Ferias de la Piedad y XXI Fiestas de la Vendimia, Almendralejo, 1993.

Los cangueros 1993Año de 1793. Hace doscientos años. En la Iglesia Parroquial de la Purificación tienen lugar los esponsales de quienes muy bien podrían llamarse Juan Alonso y María González, ambos de familias naturales de Almendralejo desde tantas generaciones que no lo recuerdan.

Celebrarán tres días de bodas y los tres habrán de visitar la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, acompañados de los mozos y las mozas en grupo, cantando y tocando instrumentos. Es tal la costumbre que si no lo hicieran les parecería que no estaban casados. Luego, como dice el refrán que “Santa María la más lejos es la más devota”, si pueden, han prometido, dentro del año, visitar a Nuestra Señora de Guadalupe y si no se atrevieran a tanto, irán a Nuestra Señora de las Nieves, que se venera en Zarza de Alange.
El padre de Juan no le ha podido dar al casarse ni caudal ni finca; sólo una arada, y le ha dicho: “Hijo, ya tienes obligaciones y una familia que mantener. Con esa arada lo has de hacer, como lo hizo tu padre que con ella te ha criado”.
Pero Juan no se preocupa demasiado. Los tiempos han mejorado. Aquellas necesidades que ha oído contar a su abuelo, y que éste, a su vez, oyera del suyo, que hablaban de malos temporales o de plagas de langostas, ya se ven de otra manera. Siguen los perpetuos peligros de los campos, pero ahora se afrontan con otras perspectivas, con más optimismo.
Recuerda que en su niñez su padre le llevaba a dar alguna labor sencilla a los melonares, que constituyeron un gran recurso para los campesinos de aquellos tiempos, de tal manera que se oía frecuentemente el dicho de que los jornaleros de Almendralejo tenían cinco cosas: una viñita, un melonarcito, un burrito, un perrito y un hijo cada año.
Lo primero que hará Juan será tomar a censo una fanega de terreno y comenzar a prepararla, aprovechando en ella los días que esté sin jornal y las mañanas de los festivos. Adelantándose a los otros compañeros, procurará contratar en la Plaza el jornal con un labrador que tenga su heredad inmediata a la suya y, entonces, madrugará más aprovechando el tiempo que pueda en lo suyo hasta la hora propia para entrar en el trabajo ajeno; y, así, en tres años puede tener plantada de viñas y olivos casi toda la fanega.
Además, si en la siega puede ahorrar algún dinero lo invertirá en llevar jornaleros que le ayuden. Está ilusionado. Las plantaciones han dado impulso a la población. Hace poco tiempo que en el término de la villa no se encontraba ni una viña, pues todo se dedicaba a granos. Pero en 1787, para poder pagar unas contribuciones extraordinarias, consiguieron Facultad Real para dar a censo a los vecinos 234.25 fanegas de la dehesa del Escobar.
El censo es perpetuo e irredimible, conservando la villa el dominio directo, mientras que los vecinos, a quienes se les adjudicaba, se comprometen a plantarlas de viñas y olivares en el plazo de diez años; sin poder ceder o traspasar sus porciones si no están totalmente plantadas. Además del plantío del Escobar,Juan puede tomar su fanega en el de Andana, terreno también pobre para cereales, pues dice el refrán, “el que siembra en Andana, ni pierde ni gana”. Este viñedo llega hasta la calzada romana, que separa dos tipos de suelos, lo “barros”, donde se da el cereal, nuestro orgullo, dice Juan, pues abastecemos, a veces, a toda Castilla, gracias al almacenamiento de granos en los silos; y los “caleños”, tierra pobre para el cereal, pero que ha resultado buena para los plantíos.
Juan Alonso ha pensado preparar la tierra de su fanega con todo esmero, dándole primero una cava profunda con azadón, lo que llamamos “dar suelo”, de media vara de profundidad, y le extraerá todas las raíces y maleza. Después, hará la plantación de vid y olivo por codal a un tiempo, y cada año les dará dos cavas de azada y, cuando ya el fruto esté a la vista, le hará otra labor, la que llaman “dar polvo”, es decir, remover en seco la superficie de la tierra con rodos de mano, porque, dicen los mayores, que eso contribuye a que engorde y se sazone más la uva.
Luego, con la venta del fruto se construirá una casa o se comprará dos caballerías; tomará, además, otra fanega y a los tres años podrá comprar lo que ahora no haga, caballería o casa, y quedará convertido en un canguero, que es como en Almendralejo se llama a los modestos propietarios que trabajan sus propias tierras.

En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.

III. Francisco Zarandieta Arenas: "Los cinco centenarios del Descubrimiento", Ferias de la Piedad y XX Fiestas de la Vendimia, Almendralejo, 1991.

Almendralejo 1492

Año 1492

Cuando las naves de Colón avistaban las tierras del Nuevo Mundo, la villa de Almendralejo se componía de unos 1.600 habitantes que se agolpaban en calles irregulares a uno y otro lado del eje que formaba la calle de Mérida con la de los Mártires, a través de la calle Real. El comendador de la villa era don Fernando Bazán, pero en ella sólo vivía su administrador para recoger los diezmos que les pertenecían a él y a la Orden de Santiago, de la que formaba parte Almendralejo. Un grupo de “cristianos nuevos", judíos convertidos al Cristianismo, vigilados y adoctrinados por los clérigos, vivían en la Judería, zona apartada del tránsito diario que daba a unos barrancos donde se situaba una silera.

Año 1592

La villa ha crecido y su población se ha duplicado durante el siglo. La riqueza de sus tierras y la laboriosidad de sus vecinos la han convertido en una de las más importantes de la Provincia de León dela Orden santiaguista. Desde 1536 exhibe el privilegio de villazgo otorgado por Carlos I, aunque también ha sido moneda de cambio en los negocios de la Monarquía para hacer frente a una Hacienda en bancarrota. Muchos de sus hijos han emigrado a las Indias (tenemos contabilizados cerca de doscientos) y la viuda del capitán Francisco Ortiz de Parada, que hizo su fortuna en aquellas tierras, había fundado en Almendralejo el Convento de la Concepción a mediados de siglo. Una de las catorce monjas que lo habitan en 1592 es Juana Baptista, hija de otro indiano almendralejense, el único que hasta el momento tiene dedicada una calle en esta ciudad: Gonzalo Hernández (o Fernández), citada por Alonso de Ercilla en su obra “La Araucana “, cuando narra la llegada de catorce españoles de refuerzo para Valdivia. Han caído en una emboscada, produciéndose cierta desmoralización, por lo que Gonzalo pretende levantarles el ánimo:

Hallí habló un español desfigurado
que por tu onor no diré qual dellos hera
viéndose con tan poca jente a el lado
dijo, o si nuestro escuadrón de ziento fuera;
mas el buen Gonzalo Fernández animado
mirando a el viso dijo, a Dios pluguiera
fuéramos sólo doze y dos faltaran
que los doze de la fama nos llamaran.

Año 1692

Almendralejo no se ha recuperado de la desastrosa guerra con Portugal de mediados de siglo y, aunque ha salido de la dependencia de la Orden de Santiago y es ahora villa realenga, desde el año 1665, los efectos de la contienda se dejan sentir en ella: no puede hacer frente a sus compromisos tributarios con la Corona y en sus vecinos se aprecia un cansancio y una desgana vital como la del propio siglo de la decadencia que agoniza. Si antes de comenzar esa guerra tenía unos 4.000 habitantes y 1.400 yuntas de bueyes, en 1692 habían quedado reducidos a menos de 2.000 habitantes y a 400 yuntas, con calles enteras asoladas y muchas casas caídas y abandonadas.

Año 1792

Costó mucho esfuerzo remontar otra vez la curva de la prosperidad, pero los campos de barros recibieron en los albores de este III Centenario del Descubrimiento nuevos cultivos, que vinieron a potenciar a los cereales y a los ganados lanares: se trata de las plantaciones de viñedo que empiezan a generar riqueza, a aumentar la población, que ya llega a los 4.500 habitantes, y a engrandecer la villa con nuevas calles. Trabajan casi todos en las labores agrarias, si bien tienen solicitado que para dar ocupación a los jornaleros “en las épocas de lluvias “, bueno sería instalar alguna fábrica de lana basta, fruto que produce el pueblo y sirve para surtir a las labores del campo de jergas, costales y demás utensilios.

Año 1892

Almendralejo, ciudad desde 1851, ha duplicado, de nuevo, su población respecto a la del siglo anterior, alcanzando ya los 9.000 habitantes, que se disponen a celebrar el IV Centenario del Descubrimiento con una serie de actos de entidad regional que tendrían lugar en Badajoz. Era la primera vez que se conmemoraba este importante acontecimiento histórico y en la Exposición Regional Extremeña que se instaló en la Diputación Provincial de Badajoz del 3 de agosto al 20 de septiembre concurrieron 45 expositores de Almendralejo, la cifra más alta de toda la región, si exceptuamos a la ciudad de Badajoz, buena prueba del interés suscitado en nuestra ciudad y del auge económico de la misma. Algunos expositores, como el farmacéutico don Antonio Velasco Rodríguez, acompañó un folleto explicativo de las especialidades que presentaba, en cuyo prólogo indicaba: “Las Exposiciones son el fiel reflejo de la inteligencia del hombre, verdaderos resúmenes de su progreso”. En aquel mismo año, el poeta local Rogelio Triviño publicaba su obra “Plumazos” y los Padres del Corazón de María estaban recién llegados a Almendralejo, con las obras de su Casa y Templo a punto de terminar.

Año 1992

En el V Centenario ya somos 25.000 habitantes, actores, que no espectadores, de nuestras propias luces y sombras, que serán para la historia lo que nosotros hagamos con ellas.