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Durante el año 1909 Almendralejo tuvo la fortuna de contar con un periódico local, "La Voz de los Barros", que apenas le sobrevivió. Comenzó su andadura el 13 de diciembre de 1908 y su último número salió el 2 de enero de 1910. 53 números más uno especial, dedicado a Espronceda en el 101 aniversario de su nacimiento. El reconocimiento que no se tributó al poeta almendralejense en su centenario, se quiso remediar al año siguiente: se le ofreció este número extraordinario, se conmovió la conciencia ciudadana lo suficiente como para crear una comisión encargada de celebrar un acto de homenaje, que, finalmente tampoco se llevó a cabo.

Luis Moreno Torrado, director y propietario de este periódico, con el seudónimo de "Arístides", escribió tres artículos en enero de 1909, a favor de que existiera en la ciudad ese instrumento urbanístico, que hoy englobamos en el Plan General Municipal, y que él llama "Plano de alineación". La causa de este abandono era, para el articulista, la falta de recursos municipales para disponer de un arquitecto y para proceder, en su caso, a las expropiaciones necesarias. Sobre la disponibilidad del técnico llegaba a proponer que se pusieran de acuerdo con el ayuntamiento de Villafranca de los Barros (y, si fuera preciso, con el de Fuente del Maestre) para contratarlo conjuntamente.

Denuncia las que considera principales "irregularidades y deficiencias de urbanización, debidas al abandono de la administración municipal en el transcurso de los años", siempre con el único propósito de "alinear las calles" o "hacerlas más accesibles entre sí", con lo que de esta manera conocemos el estado de la urbanización de Almendralejo por estas fechas.

Cita las calles por su antigua denominación pues, sobre todo en 1907, se habían producido importantes cambios de nombres, que indicamos en cada caso. Señala que las importantes calles Becerro (Príncipe Alfonso, 1907), Harnina, Granados (Alfonso XIII, 1907), Escusada (San José, 1899) y Esparrilla (Cervantes, 1907) eran torcidas, y con la entrada tan estrecha, que difícilmente podía pasar por ellas un carruaje; Caño (Carolina Coronado, 1907) y Jara (Reina Victoria, 1907) formaban pendientes peligrosas; Real, centro del comercio, y Mayorazgo (Méndez Núñez, 1907) eran irregulares y provocaban conflictos por ser angostas en su parte media; y hasta las más hermosas y amplias, como Mérida y Mártires, entre las antiguas, y San Antonio, entre las modernas, tenían irregularidades y defectos de consideración.

En las calles de segundo orden y callejas las deficiencias se hacían más notorias, siendo de desear la existencia de travesías que cortaran perpendicularmente aquellas largas y paralelas (Becerro, Harnina, Granados y Pilar; y, por otro lado, Carreras, Villafranca, Valle, Buenavista y Carretera de circunvalación).

Entre otras importantes sugerencias, se refería a la prolongación de calles que pusieran en comunicación centros vitales de la población, ensanches o plazas. Así, Labrador (Reyes Católicos, 1907) y Mayorazgo, que seguían la misma dirección, enlazarían la Plaza de Abastos (hoy, Plaza de Espronceda) con la Plaza de la Audiencia (Plaza del Corazón de María). Mayor ambición demostraba la idea de construir una gran vía que, arrancando de la calle Jaén, por las callejas que atravesaban Mandamiento, Palacio y Esparrilla; cruzara la Plaza de la Yerba; abriera sendas travesías por Escusada y Molino (Bailén, 1907), para unirse a la indicada travesía iniciada en Carreras, con lo que quedarían unidas la Carretera de Sevilla con los Antrines, extremos opuestos de la circunvalación.

No son más que algunas ideas recogidas de aquel año, expuestas por Arístides como una llamada de atención para mejorar las alineaciones de las calles. El primer Plan de Ordenación Urbana se aprobaría en Almendralejo más de medio siglo después, en 1970.

En junio de aquel año se publicaba en "El Noticiero Extremeño", de Badajoz, un folletín con la monografía, que también apareció aquel año como opúsculo [Madrid, Sucesores de Rivadeneyra] sobre "El Capitán General Marqués de Monsalud", escrita por el Marqués de Monsalud, de la Real Academia de la Historia. Se trata, respectivamente, del II (Juan Nieto Aguilar) y del V (Mariano Carlos Solano Gálvez).

Fue un año bastante agitado en la política municipal. Comenzó enero siendo alcalde Godofredo Vázquez Gata, que estaba en el segundo año de su bienio como alcalde. El Ayuntamiento se componía del alcalde y 18 concejales, de los cuales 4 eran tenientes de alcalde, uno regidor síndico y otro suplente del anterior. Los concejales se elegían para cuatro años y se renovaban en cada distrito (en Almendralejo había cuatro) cada dos años por mitad, saliendo en cada renovación los concejales más antiguos (en caso de empate, se sorteaba). En Almendralejo, por ser capital de partido judicial, la elección del Alcalde la efectuaba el Rey de entre los concejales.

Cuando las vacantes, por renuncia o fallecimiento, superaban el tercio de los concejales, se cubrían por elección parcial, si ocurría antes de cumplirse los seis meses para las elecciones ordinarias; si tenían lugar dentro del periodo de seis meses, el Gobernador las cubría nombrando a antiguos concejales. Al comenzar el año 1909 el Ayuntamiento se componía de 13 miembros[1], pues había 6 vacantes[2]; al producirse la séptima vacante[3], a comienzos de febrero, el Gobernador nombró a 7 antiguos concejales de manera interina[4]. Llegaron las elecciones ordinarias, el 23 de mayo de 1909, y, además de los interinos cesaban en sus mandatos otros cuatro concejales por término reglamentario[5], con lo que hubo que elegir once concejales.

Se presentaba por primera vez una candidatura con tintes regionalistas y regeneracionistas, la Unión Extremeña, formada por personas de todas las procedencias políticas, que venía a romper el clásico bipartidismo de conservadores y liberales, que se coaligaron para hacerles frente.

Celebradas las elecciones, fueron declaradas nulas por la Comisión Provincial, proclamando concejales a los candidatos presentados por la coalición conservadora liberal[6], por entender que la Unión Extremeña no había presentado los suyos en el tiempo y en las condiciones exigidas por la Ley electoral. Contra ese acuerdo, los interesados elevaron instancia al Ministro de la Gobernación para que lo revocara y lo consiguieron. La comisión, formada por el Marqués de Monsalud, el Marqués de la Colonia y Rafael Villegas, principales promotores de la candidatura, fue recibida triunfalmente en la estación de Almendralejo a su regreso y acompañada en manifestación hasta el Palacio de Monsalud en un número muy elevado de personas, que el cronista de "La Voz de los Barros", cifraba en 3.000.

A primeros de julio se conformó el nuevo Ayuntamiento con Pedro Fernández García, como alcalde; nueve concejales de Unión Extremeña, uno independiente[7] y los que no habían cumplido su mandato reglamentario[8], quedando una vacante sin cubrir.

La situación económica del Ayuntamiento era extremadamente grave, con requerimientos constantes por parte de la Diputación provincial para el pago de sus aportaciones, y la situación política con mayoría regionalista, echaba por tierra los proyectos del alcalde y sacaba los propios con el voto en contra de la primera autoridad municipal a quien, prácticamente, dejaron solo el resto de los concejales, a veces, en asuntos tan importantes como el presupuesto para 1910 o el reglamento de régimen interior del propio Ayuntamiento.

La situación española cambió de rumbo, debido a la guerra de Melilla y la Semana Trágica de Barcelona, que terminarían por hacer caer al gobierno conservador de Maura. El Rey llamó a los liberales y encargó a Moret formar nuevo gobierno. Una de las primeras medidas fue convocar elecciones municipales para el 12 de diciembre.

Como reflejo de la política nacional y/o como resultado de la difícil situación en el Ayuntamiento de Almendralejo, a falta de poco tiempo para finalizar su mandato, el Gobernador cesó al alcalde Pedro Fernández García y nombró el 15 de noviembre al liberal Enrique Montero de Espinosa y Morales, que aguantó la misma situación de interinidad hasta final de año.

En las elecciones de diciembre en Almendralejo no tomaron parte los republicanos, ni tampoco los liberales por desacuerdos graves entre ellos, pese a que ostentaban la alcaldía y el poder en España. Quedaron frente a frente los conservadores, dirigidos por el Conde de Osilo, y los regionalistas, capitaneados por el Marqués de Monsalud. A decir de los contemporáneos, la campaña fue limpia aunque hubiera que salvar algún malentendido por frases pronunciadas en los mítines, que resolvieron de forma caballerosa.

Resultaron elegidos, para cubrir las vacantes de los concejales que cesaban[9], cinco concejales conservadores y 4 regionalistas[10], con lo que el nuevo Ayuntamiento que se constituiría el 1 de enero de 1910 contaba con 13 regionalistas, 5 conservadores y 1 independiente. El Rey nombró el 27 de diciembre al conservador Conde de Osilo nuevo alcalde de la Ciudad para el siguiente bienio.

El Gordo de Navidad de 1909 recayó en el número 24.056, premiado con 6 millones de pesetas; la Sociedad "El Obrero Extremeño" que tradicionalmente jugaba, y juega, con sus socios un número, había adquirido el 24.028, por lo que fueron agraciados con la centena, pagada a cinco pesetas la peseta jugada; recibiendo 5.000 pesetas por el décimo que llevaban. La Caja Rural también fue agraciada en aquel sorteo con otro pequeño premio de la misma cantidad, en este caso, procedente de la pedrea.

Aquel año, Almendralejo recibió una copiosa nevada el lunes día 1 de marzo, quedando satisfechos los labradores, porque al decir de los antiguos, "una buena nevada equivale a una ‘estercada' y a varios riegos".

[1] Godofredo Vázquez Gata, Pedro González Hurtado, Pedro Alcántara Paiva, Alonso Díaz Moreno, Pedro Fernández García, Francisco Gamero Galán, Manuel Barrera Fernández, Ángel Cascón Rodilla, Eduardo Marín de la Puente, Fernando Gallardo Ortiz, Juan Molano Blanco, Francisco Lavado Zamora, Enrique Montero de Espinosa Morales.
[2] Ángel Coronado López, Elicio Flores Tribiño, Diego Gallardo Ortiz, José Vargas García (+), Rafael Repiso Seoane y Félix Vidal Saugo.
[3] Francisco Gamero Galán.
[4] Antonio Martínez Vélez, Francisco Pérez Espino, José Luengo Martínez, Francisco Alcántara Gallardo, Juan Rodríguez Espino, Ángel Siffredi León y Francisco Blanco Vázquez.
[5] Pedro González Hurtado, Alonso Díaz Moreno, Ángel Cascón Rodilla y Juan Molano Blanco.
[6] Sin necesidad de celebrar nuevas elecciones, pues los candidatos igualaban en número las vacantes que se tenían que proveer, quedaron elegidos José Montero de Espinosa Sánchez-Arjona, Juan Luis Montero de Espinosa Chaves, Javier Merino Martínez, Pedro González Hurtado, Ángel Cascón Rodilla, Francisco Gamero Galán, Domingo García Moreno, Ángel Siffredi León, Francisco Blanco Vázquez, Francisco Martínez Vargas y Juan Magaz Rodríguez. Boletín Oficial de la Provincia, 115 (11-6-1909).
[7] Juan Luengo Martínez, Rafael Villegas Gil, José Arias Hernández, Juan Espino Cachadiñas, Antonio Martínez de Pinillos y Martínez, Juan Fernández García, Juan Fernández García, Ángel Barrera Ramírez y Francisco Merchán Bayón. Julián Marcos Mirante figuraba como independiente.
[8] Godofredo Vázquez Gata, Pedro Fernández García, Eduardo Marín de la Puente, Enrique Montero de Espinosa Morales, Fernando Gallardo Ortiz, Manuel Barrera Fernández, Pedro Alcántara Paiva, y Francisco Lavado Zamora.
[9] Los indicados en la nota precedente, más la vacante existente.
[10] Conservadores: Jaime García Barroso, José Gutiérrez Silva (Conde de Osilo), Juan Luis Montero de Espinosa, Pedro González Hurtado, Domingo García Moreno. Regionalistas: Sebastián Martínez Aranda, Manuel Blanco Blanco, Francisco Lavado Zamora y Gregorio Montes del Castillo.