Eduardo Morán Triana nació en Almendralejo el día 20 de marzo de 1849.
Bachiller en Artes, obtuvo el título de Licenciado en Filosofía y Letras en 1887, expedido en Sevilla con la calificación de "sobresaliente". Además, cursó estudios en el Seminario Conciliar de San Atón, de Badajoz. Se dedicó a la docencia, ocupando en el Instituto General y Técnico de Badajoz; primero, los puestos de Auxiliar provisional y Auxiliar interino, hasta desempeñar el cargo de Profesor Supernumerario, en virtud de concurso, desde 1891 a 1899, en que, reglamentariamente, ascendió a Auxiliar Numerario de Letras, puesto que desempeñó hasta que por oposición fue nombrado Catedrático numerario de Lengua Francesa en marzo de 1911, con el sueldo anual de tres mil pesetas. Para su toma de posesión tuvo que aportar, como era preceptivo, se cédula personal y certificados de estar exento de quintas y de haber ejercitado el derecho del sufragio en la última elección de Diputados a Corte.
Fue Director Fundador del Colegio de San Luis Gonzaga, en Badajoz, desde septiembre de 1887. Dio cursos de Preceptiva e Historia Literaria, Psicología y Lógica, además de los de Lengua Francesa. Ya como Catedrático de esta materia, impartó clases en el referido Instituto de Badajoz durante lo que restaba del curso 1910-1911, y en agosto se trasladó, por permuta, al Instituto General y Técnico de Cabra, donde concluyó su carrera docente, hasta su jubilación a los 70 años, en 1919 ("Hoja de Servicios", en el Instituto de Cabra, gentileza del Cronista Oficial de la Ciudad, Julián García García).
En los Juegos Florales celebrados en Badajoz en junio de 1900 fue premiado con un accésit por un trabajo presentado sobre "El concepto de la virtud". Manuel Monterrey [Medallones extremeños, II (Prólogo: F. Vaca Morales), Badajoz, Tip. Vda. A. Arqueros,1949, p. 38] le dedicó el siguiente soneto:
En 1905 publicó Manual etimológico greco-latino, impreso en Badajoz, en la Tipografía del "Noticiero Extremeño". Con el objetivo de constituirse en un instrumento de trabajo filológico para uso de toda clase de estudiantes, estaba destinado a remediar la falta ordinaria de conocimientos en las lenguas clásicas. El ejemplar que reproducimos lleva la dedicatoria autógrafa del autor a uno de sus discípulos, Gonzalo Albarrán Martínez de Tejada; y la nota manuscrita del notable bibliófilo extremeño, Mariano Fernández-Daza y Fernández de Córdova, IX Marqués de la Encomienda (Almendralejo, 1925-2007), en cuya Biblioteca está depositado el libro.
El autor se queja en la obra de la insuficiencia de los estudios de las lenguas clásicas en Institutos y Escuelas Normales, en detrimento de una correcta comprensión de la lengua castellana, y cómo hizo este libro para facilitar dicha tarea a su hijo, estudiante de Bachillerato. Pretende servir de suplemento al Latín y Griego que no se estudia o un complemento positivo al que ya se sabe.