VIII PREGÓN DE SAN MARCOS

VIII David Ortiz
Fray David Ortiz García (2015)

INTRODUCCIÓN
Estimados miembros de la Junta de Gobierno de la Hermandad de San Marcos de Almendralejo, autoridades civiles y eclesiásticas, hermanos y hermanas todos: recibid mi saludo franciscano de la Paz y el Bien.
Es un honor para cualquier almendralejense dirigirse a su pueblo. Fundamentalmente, porque uno empieza así a formar parte de su historia. Si además, compartes cartel con gente de cierta categoría y experiencia, te da eso…, que uno no tiene.
He leído con mucha fruición los anteriores pregones para no repetirme en los temas. Y después de pensar un poco me dije: -habla de lo tuyo, David-. Y lo mío, ¡qué es? Pues Dios; el Dios hecho hombre del que escribió el bueno de Marcos para que todo el mundo creyera. Y así lo he hecho. Porque…, no tendría la misma repercusión creer que somos unos monos con suerte, a creer que somos seres creados por Dios. No sería lo mismo pensar que somos pura biología que ha evolucionado por azar, que creer que somos seres creados por Dios, y que, además de biología, tenemos espíritu, alma y el culpable de ello no es el mundo hormonal, sino la divinidad.
Por lo tanto, cualquiera de los aquí presentes, podrá suponer, que, entonces, tampoco tendría la misma consecuencia moral, ética, antropológica, social o política…, sostener que el ser humano es un producto de la sola evolución material, cuyo origen es una arbitraria explosión, que descubrir que somos fruto de la voluntad amorosa de un Dios creador y personal. Así que espero nos sirva esta humilde reflexión para que no se nos olvide… ¿qué celebramos en San Marcos?; realmente: a Jesús, el Cristo; Dios hecho hombre.
En el fondo, en todo tiempo del ser humano, la pregunta sobre Dios ha sido un problema. Nadie puede decir que “el tema de Dios no es su problema”. Porque el destino del hombre no es el mismo de existir Dios, a que no exista. La vida humana, personal, familiar y social no puede ser enfocada de la misma manera si existe Dios, a como si no existiera. Y debemos dar respuesta a esta realidad. Si Dios no existe, el hombre es el señor de la tierra. ¡Y para adelante! Pero… ¿y si Dios existe? Y la cuestión es que hay cada vez más gente que vive como si Dios no existiera, desde lo que se ha venido a denominar “la ausencia de Dios”. Gentes que prescinden de Dios, han olvidado a Dios. Y eso, por lo menos, no es responsable. Porque trae unas consecuencias. Y, por eso mismo, se debe hacer el esfuerzo por parte de creyentes y no creyentes, de dar razón objetiva y razonable, del por qué de su creer o de su no creer. Pues bien: para los que creemos que Dios es Creador, que se hizo uno como nosotros, (para compartir todo lo que somos), y que, después de haber sido matado, ha resucitado y sigue vivo a través de su Espíritu…, a ellos van dirigidas estas próximas palabras.
Eso es lo que intenta nuestro Marcos: dar datos, por escrito, de la existencia de ese Dios que él ha experimentado.
San Marcos escribió el primer evangelio de la Comunidad Cristiana, pero no le resultó nada fácil a Marcos presentar a Cristo como una Buena Noticia, en un mundo, (como el nuestro), hostil, que ponía su confianza en otras cosas y dioses. Un mundo como el nuestro: emancipado de Dios, sin necesidad de Dios porque está lleno de otras cosas. En el mismo mundo donde esos ídolos y cosas no eliminan las injusticias, los pobres y las pobrezas, la muerte y la opresión. Por eso, presentar hoy al Dios de Marcos como la única alternativa, es proponerlo frente a tanto ídolo que sigue deshumanizando y esclavizando al hombre y a la mujer de todos los tiempos.
1.- QUÉ PODEMOS SABER DEL HOMBRE MARCOS
La historia universal no sólo está compuesta de datos concretos y comprobables; también se amalgaman un gran número de suposiciones, deducciones, leyendas, mitos, y tradiciones. Todo, como digo, muy mezclado. Y no todo es verdad, pero tampoco todo es mentira. Ahí está el arte del discernimiento. En el mundo de los Escritos del Nuevo Testamento, además de todo esto a lo que me acabo de referir, se añade la EXPERIENCIA DE FE de una Comunidad que empieza a hacer una relectura de lo vivido con Jesucristo a partir de su Resurrección; es decir, de unas gentes que empiezan a comprender el meollo de lo que había tras aquél hombre que era Dios.
Tenemos que tener en cuenta que el Evangelio de San Marcos es el Evangelio más breve y antiguo de la Tradición Cristiana. No en vano, tanto San Mateo como San Lucas lo usan como texto base de los suyos. Nos situamos, aproximadamente, hacia el año 70 d.C.
Parece ser que el nombre de nuestro San Marcos era Juan. Lo de Marcos sería posible- mente un apodo. Juan Marcos. Tened en cuenta que Marcos en latín puede venir de dos acepciones: o de MAS-MARIS que significa varonil; o de MARCUS que significa martillo.
A poco que pensemos un instante, nos daremos cuenta de qué significaría este apodo atribuido a San Marcos: un hombre enérgico, por ejemplo; y dejémoslo ahí.
El mismo San Pedro lo llama en algún momento, “hijo mío”, por lo que– dicen algunos entendidos- lo pudiera haber bautizado el apóstol. Aunque otros autores no católicos discrepan, y prefieren interpretar biológicamente la palabra “hijo”.
Lo que parece seguro son sus lazos familiares con Bernabé (gran colaborador de San Pablo al principio de su aventura de evangelización a los pueblos paganos). En concreto: sobrino. Para nuestro interés, ambas cuestiones, sin especial importancia, pero que confirman lo que decíamos al principio sobre las suposiciones e hipótesis en las que están envueltas ciertas informaciones.
Algunos exegetas más atrevidos quieren identificar a San Marcos con el joven que escapa desnudo del Huerto de los Olivos, “Lo acompañaba un joven que iba desnudo, envuelto en una sábana, y lo prendieron. Pero él, soltando la sábana, huyó desnudo”. (Mc 14,51), aun cuando la Tradición Antigua tampoco se muestre muy unánime a este respecto.
Iconográficamente, se asocia a San Marcos con el león porque su Evangelio empieza hablando del desierto, y el león era considerado el rey del desierto, y porque su Evangelio empieza hablando del río Jordán, y en sus alrededores había muchas fieras, entre ellas el león. También se dice que es el león porque en su Evangelio comienza hablando de Juan el Bautista como “Voz que clama en el desierto”, voz que sería como la de un león. A pesar de todos los pesares, Marcos es considerado por la Tradición Cristiana el autor del Evangelio que lleva su nombre. Debido a que él no fue discípulo directo de Jesús, basó su relato -siempre según la Tradición- en las enseñanzas del apóstol Pedro. Y el autor más antiguo que asignó a Marcos esta autoría fue Papías de Hierápolis, en la primera mitad del siglo II, en un testimonio citado por Eusebio de Cesarea. Insisto: aunque es imposible tener ningún tipo de certeza a este respecto, se ha aducido, convincentemente, que no hay ninguna razón por la cual los primitivos cristianos tuvieran que adjudicar la autoría de este evangelio a un personaje extraño que no fuera nuestro Marcos, ¿por qué no iba a ser él mismo?
San Marcos fue el intérprete de Pedro en Oriente, y escribió con exactitud todo lo que recordaba este discípulo de Cristo, pero no en el orden de lo que el Señor dijo e hizo. Porque él no oyó ni siguió personalmente a Jesucristo, sino, como decimos, después de escuchar los relatos de Pedro, todo su empeño lo puso en no olvidar nada de lo que escuchó y en no escribir nada falso (Eusebio, Hist. Ecl. III. 39).
Se hace mención de Marcos, por primera vez, en los Hechos de los apóstoles 12,12: “Una vez que cayó, (Pedro), en la cuenta fue a casa de María, la madre de Juan, el llamado Marcos, donde había buen número de personas orando.” Es la casa a donde fue Pedro cuando salió milagrosamente de la cárcel, (Hch.12, 5-11). Y por ese dato suponemos a la cantera de creyentes a la que pertenecía nuestro San Marcos. Y aunque de él se habla en muchos lugares más en los escritos Neotestamentarios, permitidme que me centre en un dato que nos revela la carta de San Pablo a los Colosenses al respecto de nuestro Santo: “Recuerdos de Aristarco, que está preso conmigo; de Marcos, el primo de Bernabé, (ya tenéis instrucciones sobre él; en caso que vaya a visitaros, recibidlo)”. (Colosenses 4,10)
Marcos era un cristiano que probó la cárcel, como Pablo de Tarso y otros más. Pablo escribe esta carta, se supone que hacia el año 54, cuando se halla, posiblemente, en la cárcel de Éfeso, (aunque tampoco lo podemos asegurar al cien por cien), a unos 200 Km de la ciudad de Colosas junto con otros cristianos encarcelados: Aristarco, Timoteo…
Me quiero detener en los datos de esta carta para que veamos en el contexto existencial en el que se encontraba Marcos. A ver si les suena el asunto.
Colosas es una ciudad-mercado. Una ciudad donde se adora a dioses extraños, devociones supramundanas, esoterismos visionarios, un sincretismo combinado. Dudaban de Jesús. Por lo tanto, los cristianos de Colosas son cristianos provenientes del PAGANISMO. Pablo se oponía a la idea de que con ciertas prácticas externas pudieran poseer el favor de la divinidad, y frente a todo esto, propone a Cristo como el resumen y la plenitud de TODO lo creado. ¿No se parece en algo nuestra sociedad actual y los que misionamos por ella, después de XXI siglos?
Una carta tan actual, que propone que el hombre no puede ser esclavo SOLO de las realidades deterministas de este mundo: la psicología, la sociología, la economía. Nos alerta sobre la autosuficiencia y el egocentrismo. Y que las penitencias por las penitencias, por ejemplo, no sirven de nada, (¿les suena a la Cuaresma cutre de tantos cristianos actuales?). O lo que es lo mismo: que el hombre no se salva por cumplir normas sino por la conversión y el cambio del corazón, y eso sólo lo puede conseguir el Espíritu del Señor Jesús.
Los Hechos de San Marcos, un escrito de mitad del siglo IV, refieren que San Marcos, al final de sus días, fue arrastrado por las calles de Alejandría, atado con cuerdas al cuello. Después lo llevaron a la cárcel y al día siguiente le volvieron a aplicar el mismo martirio hasta que falleció. Luego echaron su cuerpo a las llamas, pero los fieles lograron sacarlo y evitar su destrucción. Aunque esto y el asunto de sus reliquias está envuelto en mucha leyenda.
Hasta aquí unos apuntes breves sobre la posible identidad de San Marcos y su relación directa con los grandes pilares de la Iglesia Primitiva: Pedro y Pablo.
2.- QUÉ PRETENDE MARCOS QUE QUEDE CLARO EN SU EVANGELIO
Marcos quiere que la gente sepa que:
1. Jesús es el Hijo de Dios, aquel Mesías esperado.
2. Que, por tanto, Dios se ha hecho hombre, y eso es una Buena Noticia, (Evangelio significa eso: buena noticia).
3. Que Jesús viene a enseñar, sanar, liberar y perdonar con el poder del Espíritu de Dios.
4. Que Cristo muestra una autoridad NUEVA y esto va a sobresaltar a muchos “creyentes” de su tiempo.
5. Que Jesús ATRAE y trae un nuevo concepto de familia: HERMANOS en tanto que somos HIJOS DE DIOS.
6. Que Jesús va a provocar mucho rechazo, pero va a revolucionar la humanidad entera con un nuevo concepto hasta ahora insospechado: LA RESURRECCIÓN. Es decir, que la muerte ya no es el final del ser humano.
7. Que Jesús y CRUZ es un binomio ante el que muchos van a huir y abandonar.
8. Y por último, San Marcos nos va a indicar el lugar donde comprender, experimentar y entender rectamente todo este Misterio de Fe: la Iglesia.
3.- SAN MARCOS NO VIVE SÓLO, VIVE INJERTADO EN UNA COMUNIDAD
El individualismo social, los creyentes francotiradores, los que van por libres, los que creen pero no practican…, acaban agotados y abandonan. Porque solos, en la vida de la Fe, no podemos hacer nada.
Para los antiguos cristianos, (y para nosotros debería ser igual), CREER en Jesucristo era vivir POR SU CAMINO, seguir sus pasos. Eso que tan claro tuvo ese cristiano de Asís, llamado Francisco, cuando escribe la Forma de Vida de los Hermanos Menores, (los franciscanos) en el siglo XIII: “Nuestra vida y Regla consiste en seguir las huellas de Nuestro Señor Jesucristo”…
Un camino que se va haciendo a lo largo de toda la vida. Que unas veces nos parecerá asequible y otras se nos tornará difícil y arduo. Donde se mezclarán el gozo y el cansancio; la seguridad y la inseguridad; pero es que todo esto forma parte del camino y del caminar.
Hoy, sin embargo, tal como hemos planteado el ser cristianos, el seguir a Cristo, NO SUSCITA SEGUIDORES DE JESÚS, sino sólo “afiliados” a una religión. No “fabricamos” hombres y mujeres que se ilusionen con el estilo de vida de Cristo, sino miembros de una institución que les da tranquilidad cumpliendo normas y costumbres, en muchos casos huecas si no vacías.
La Iglesia actual y que nos propone el Papa Francisco va a tener que renovarse desde el corazón. Pasar de una Iglesia de afiliados a una Iglesia de discípulos, de seguidores. Una Iglesia que no se componga de gente miedosa, escrupulosa, rancia e hipócrita; sino más bien, una Iglesia valiente, con vigor espiritual y solidaria.
Nunca quiso San Marcos escribir una biografía de Jesús, ni un compendio doctrinal religioso, sino que puso por escrito la experiencia viva y amorosa de los primeros cristianos que vivieron con Cristo.
Por eso, si este pregón sólo es una guinda a un pastel tradicional, con el que tener una coartada para beber, comer, y bailar…, juntos…, probablemente nos hayamos equivocados todos: vosotros por traerme y yo por aceptar dorar píldoras ñoñas.
San Marcos nos invita, de parte de Cristo Jesús, a que CAMBIEMOS de vida. Y eso no significa vivir como esaboríos tristes. No. Eso significa que debemos identificarnos con el Proyecto de Cristo: un Reino donde Dios forme parte de la vida de cada uno de nosotros. Pero no sólo los domingos, sino todos los días de nuestras vidas. Un Reino donde el termómetro de la Fe lo marque la alegría. (No confundir ésta con el cachondeo).
4.- UNA ÚLTIMA PINCELADA NADA ANACRÓNICA. SAN MARCOS FRENTE AL GRAN DESTRUCTOR DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO: EL DEMONIO
Como bien sabemos por nuestros pregoneros anteriores, está claro que ya en tiempos de los romanos se celebraban por estas fechas de abril los ritos para que abundaran las buenas cosechas, pero también, (y esto suele pasar desapercibido), para espantar al Diablo y sus malos espíritus. Este ha sido un tema ancestral: la existencia de las fuerzas del mal. (Que parece que es el Cristianismo el inventor de Satanás). Y de ese os quería hablar, muy rápidamente, porque, a poco que leáis a San Marcos, no enmascara jamás esta realidad maligna oyendo su nombre por boca del mismo Cristo. Se refiere a él con distintos términos: Satanás, Belcebú, Demonio,… Una realidad apabullante: Satanás existe. Y lo experimentamos en nuestro interior, donde hay una lucha permanente entre el Bien y el espíritu del mal.
Permítanme, unas pocas consideraciones para detectar al tal Satanás; que es muy fácil.
1.- La primera es que el cristiano (o cualquier persona) llegan a pensar que Satanás no existe; que son invenciones de la Iglesia, de exagerados cristianos,…Si os encontráis alguien que piense así, ya habéis detectado a un hijo de Satanás.
2.- A Satanás le encanta el cristianismo. No tiene problema con que exista el cristianismo en el mundo. Pero…, un cristianismo sin Dios. Un cristianismo que no nos lleve al prójimo. Un cristianismo lleno de egos, y hombres y mujeres autosuficientes que vivan la Fe como una pantomima, como un teatro. Un cristianismo de mucho incienso y parafernalias pero que no se implique con el necesitado. Un cristianismo de salón. Como el toreo del mismo nombre: sabiendo que no te va a pillar nunca el toro. Un cristianismo que no te comprometa.
3.- A Satanás le encanta que los cristianos tengan sensibilidad espiritual. Pero le interesa que el cristiano identifique espiritualidad con: relajación, tranquilidad, karma, insolidaridad… O sea, una espiritualidad a la carta que no tenga nada que ver con Dios, sino con la psicología y los nervios, el zen o el yoga. Y no tiene nada que ver.
4.- A Satanás no le importa que haya mucha actividad pastoral en el cristianismo, muchos actos religiosos en una Comunidad cristiana. Lo que le interesa, realmente, es que todo esté vacío de amor. Que nos transformemos en una especie de concejales socioculturales con un barniz de religiosidad.
5.- A Satanás no le importa que los cristianos se formen, se eduquen en la fe, sepan mucha teología, etc…Lo que le interesa a Satanás es que el cristiano no rece, no ore. Por eso, cuando un cristiano reza, ora, se encomienda al Señor, a la Virgen y a los Santos,…, TIEMBLA Satanás.
5.- A MODO DE CONCLUSIÓN
Nunca pensó Cristo que ningún seguidor suyo hallase un altísimo grado de santidad de la noche a la mañana. Porque todo es proceso. El Señor sabe que, por el contrario, se puede dar una gran fidelidad en medio de nuestros defectos, debilidades y mezquindades.
Por eso debemos perseverar en las PRUEBAS que encontramos a menudo, y que nos invitan a vivir de espaldas a Dios. Nuestra vida de cristianos va a estar tentada siempre. Pero hay que perseverar. Y perseverar es PERMANECER: no marcharse. Resistir firmes y sólidamente. Es la forma de permanecer con Cristo: luchar ante las pruebas, a pesar de las caídas. Jesús estuvo tentado toda la vida. Nosotros, igual. Perseveremos en las pruebas CON CRISTO; porque Él está con nosotros, conmigo, contigo. Y sabiendo que cuanto más ama uno a Dios y al prójimo, cuanto más sirves a los demás, tanto más grandes van a ser las pruebas por las que vamos a pasar. Las pruebas no las podemos eliminar. Sólo las podemos afrontar. Y así, aunque es San Marcos el único que recoge aquellas dramáticas palabras que ningún copista quiso recopilar en sus papiros, Marcos las conservó en el Evangelio hasta en su arameo original: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Sabemos que sólo fue APARENTEMENTE. Nosotros, como hizo San Marcos, sabemos que Cristo está a nuestro lado, porque ha resucitado y vive para siempre. Dixit.
[Publicado en Asociación Histórica de Almendralejo, La Pieza del mes, 36, 2017]