I PREGÓN TAURINO DE ALMENDRALEJO
Guillermo Summers fue el encargado de ofrecer, el 28 de febrero de 2009, el I Pregón Taurino “Ciudad de Almendralejo”, organizado por el Programa Taurino “Sol y Sombra” que emite Radio Comarca de Barros, y en colaboración con la Delegación de la Plaza de Toros del Ayuntamiento de la Ciudad. El acto fue presidido por el Concejal Delegado, Marceliano Martín Martín, y la presentación estuvo a cargo de Juan Barco Caballero. El prestigioso presentador de televisión y humorista repasó su relación con la Ciudad y sus contactos con el mundo de los toros, para concluir con un pregón a la antigua usanza, de los que se daban en las plazas de los pueblos, precedidos por el sonido de la trompetilla que convocaba a los vecinos.
“De orden del señor Alcalde
que se vayan agrupando,
que ha llegado el pregonero
y les va a leer un bando.
Debo empezar el pregón
de aquesta feria taurina
agradeciendo el honor
que Almendralejo me brinda.
Honor que yo he aceptado
encantado y sin dudar,
aunque quiero dejar claro
que no voy a torear.
No voy a saltar al ruedo
ni a enfrentarme con los cuernos,
porque uno no es torero
ni siquiera subalterno.
Como no tengo montera
con que mi calva tapar,
desmonterado quisiera
por esta Feria brindar.
Dicho esto, voy al toro
a cumplir con mi misión,
que dicen que el tiempo es oro
y ha de ser breve el pregón.
Empiezo por el principio
pero sigo con los ripios.
Tiene Almendralejo Plaza
que alaban propios y extraños
con solera porque data
de hace muchísimos años.
En ella y en sus albores
lidiaron a mayor gloria
muchos grandes matadores
de gratísima memoria.
Fue el primero Juan León
apodado “Leoncillo”
y “Mochuelo” se llamó
el primer toro o novillo
que murió en el año doce,
restaurado el graderío.
Otros dejaron su huella
y le echaron sus reaños
en esta Plaza tan bella
en el correr de los años.
Pero esto ya es historia
y ya me estoy enrollando;
quede ello en la memoria
y sigamos con el bando.
Bando que es para anunciar
que el Coso de Almendralejo
este marzo va a vibrar
con tres taurinos festejos.
Tres carteles excelentes
para una Feria de altura
en la que estarán presentes
primerísimas figuras.
Toros de Manuel González
en la primera corrida
y tres toreros cabales
de valía reconocida.
Francisco Rivera Ordóñez
con “El Fandi” y Talavante
abrirán estos festejos
el día uno, Dios mediante.
El veintiuno de marzo
con el hierro de Zalduendo,
¡fiesta por todo lo alto
y otro cartel estupendo!
Julio Aparicio, Perera
y Cayetano Rivera
lidiarán con maestría
una corrida señera.
Y el veintidós, los rejones,
toros de Flores Tassara
para tres rejoneadores
valientes donde los haya:
Fermín Bohórquez, primero,
Diego Ventura, después,
y Leonardo Hernández, luego,
¡a cual mejor de los tres!
Pedir más ya no cabría:
tres grandes rejoneadores,
tres grandes ganaderías
y seis grandes matadores
para esta Feria Taurina
que ya está entre las mejores
que se organizan hoy día.
Y voy concluyendo el pregón,
que prometí ser conciso,
me estoy poniendo tardón
y va a sonarme un aviso.
Tan sólo me queda ya
“pa” rematar la faena
dar gracias a esta ciudad
y a toda su gente buena.
Este es el fin del pregón
que ha anunciado los festejos.
¡A disfrutar mogollón
y que viva Almendralejo!”
Almendralejo de aldea a villa. SEGUNDO CENTENARIO DE LAS FERIAS DE LA PIEDAD (II)
En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.
II. Francisco Zarandieta Arenas: "Almendralejo de aldea a villa", Ferias de la Piedad y XVI Fiestas de la Vendimia, Almendralejo, 1988.
El 23 de diciembre de 1536 Carlos I firmaba en Tordesillas el Privilegio de Villazgo para Almendralejo, apartándola y eximiéndola de la jurisdicción de la ciudad de Mérida y haciéndola villa, dueña de su propia jurisdicción.
Aunque en el término actual de Almendralejo se han encontrado restos que atestiguan la presencia de grupos humanos desde los tiempos más antiguos, hasta la época medieval no va a aparecer una entidad de población que lleve este nombre.
Almendralejo, como tal, debió surgir como consecuencia de la actividad repobladora de los vecinos emeritenses en el amplio término que tras la reconquista de Mérida en 1230 se le adjudica a esta ciudad.
Esta repoblación en pequeños núcleos o aldeas se incrementaría en la segunda mitad del siglo cuando Mérida y su tierra pasan a depender totalmente de la Orden de Santiago y amenazan con extender su término a costa del vecino de Badajoz.
En los documentos que han llegado hasta nosotros la primera vez que aparece nombrado Almendralejo es en una carta privilegio concedida a Mérida por el Maestre de la Orden en el año 1327.
Allí se cita a Almendralejo y a otros lugares como aldeas dependientes de Mérida, que carecen de poder jurisdiccional, les deben obediencia y tienen que pagarle tributos.
A comienzos del siglo XVI esta situación ha variado muy poco. Sólo ha conseguido Almendralejo la facultad jurisdiccional en las causas civiles de hasta trescientos maravedíes, pero no pueden juzgar causas criminales y siguen sujetos a tributos y servidumbres. Cada vecino debe entregar una fanega de cebada al año y en las obras públicas de la ciudad, como reparación del puente romano o la construcción de fuentes, tienen que enviar obreros o pagar el equivalente en dinero.
Esta dependencia, ya en el primer tercio del siglo XVI, comienza a pesar sobre Almendralejo que se resiste y pleitea constantemente sobre ello. La aldea se ha enriquecido, ha aumentado su población y ocupa una posición importante en la Provincia de León de la Orden santiaguista.
Son continuas las desobediencias de las autoridades del lugar de Almendralejo que no dudan en afrontar condenas económicas o el destierro por usar distinto sello del de Mérida, juzgar en causas de mayor cantidad que la permitida o intentar darse ordenanzas.
Las negociaciones para conseguir la ansiada independencia jurisdiccional se llevaron a cabo con gran sigilo para no despertar sospechas en la ciudad emeritense que lógicamente no estaba dispuesta a perder a casi quinientos vecinos contribuyentes.
Estos deseos y estas peticiones al Rey debieron avivarse en 1526 cuando Carlos I, en su ruta de Toledo a Sevilla para desposarse en el Alcázar de esta ciudad con la infanta portuguesa Dª Isabel, llegó a Almendralejo el domingo 4 de marzo procedente de Mérida. Aquí cenó y pernoctó y al día siguiente después de comer marchó con su numeroso séquito hacia Los Santos. También unas semanas antes, la novia había hecho jornada de descanso en Almendralejo en su camino de Elvas a Sevilla.
Pasan unos años. El Emperador necesita dinero. En 1535 acaba de conquistar Túnez y quiere organizar una campaña general contra los turcos, pero los franceses han invadido Piamonte y ha de comenzar una nueva guerra contra ellos. Almendralejo le ofrece un servicio de 6500 ducados de oro a cambio del Privilegio de Villazgo, y éste tiene lugar por obviar además los grandes inconvenientes que padecían los vecinos en salvar las cuatro leguas que los separaban de los tribunales de justicia emeritenses. Mérida se resistió pero no fue tan generosa en sus ofrecimientos, que a la postre decidieron.
La villa de Almendralejo agradecida colocó tres años después en su renovado templo parroquial, en uno de los contrafuertes del ábside, el escudo imperial con una leyenda alusiva a las victorias del César:
Con estas armas vencidos
moros, turcos, luteranos
al yugo de los cristianos
serán todos sometidos.
La Orden Franciscana y Almendralejo: SEGUNDO CENTENARIO DE LAS FERIAS DE LA PIEDAD (I)
En el Libro de Memorias de José Velasco García (1809-1854) se nos dice que en 1819 se celebró "la feria primera de la Piedad" (véase, Francisco Zarandieta Arenas y Tobías Medina Cledón: La Virgen de la Piedad y Almendralejo. Cinco siglos de una convivencia amorosa, Almendralejo, Santuario de Nuestra Señora de la Piedad, 2008, p. 124), por lo que en 2018 celebraremos el segundo centenario de este acontecimiento. Para conmemorarlo, recordaremos, entre otros textos, los artículos firmados por este cronista en las revistas de feria en los últimos treinta y siete años.
I. Francisco Zarandieta Arenas: "La Orden Franciscana y Almendralejo", Ferias y Fiestas de Almendralejo, 1982.
Nos encontramos [1982] celebrando el VIII centenario del nacimiento de San Francisco de Asís, aquel “poverello” que con su mensaje de humildad y amor a todas las criaturas conmovió los cimientos de aquella sociedad y de aquella iglesia medieval. La huella franciscana fue fecunda en España, y de ella en Extremadura, que envió los doce primeros misioneros a Nueva España. Y de Extremadura, en Almendralejo, donde la Orden ha tenido, y tiene, honda raigambre en sus variadas manifestaciones.
Sólo quisiéramos recordar en este momento, con unas breves pinceladas, las fundaciones conventuales de nuestra ciudad y la estela dejada por varios de sus hijos que vistieron el hábito de San Francisco.
La más antigua fue el Convento de la Inmaculada Concepción, de franciscanas menores observantes, debida a la generosidad de Don Francisco Ortiz de Paradas y de su mujer Doña Marina Escrivana. Estos no tuvieron hijos y en 1559, cuando Don Francisco había ya fallecido, quedaron como patronos a Diego Ortiz de Paradas y a Pedro Sánchez. Conocemos las cuentas del Convento desde 1560 y era bastante rico. A mediados del siglo XVIII, según el Catastro de Ensenada, contaba con 27 religiosas. El 9 de septiembre de 1836, en virtud de las leyes desamortizadoras salieron las religiosas del Convento, yéndose a sus casas, salvo una, llamada San Luis, que se acogió al Convento de Santa Clara. Con posterioridad el edificio fue usado como teatro, sala de baile y centro de enseñanza.
La fundación del Convento de San Antonio ocurre en un momento crítico para nuestra región, cuando la guerra de secesión portuguesa tenía como escenario estas tierras. Los franciscanos habían visto asolados varios conventos y ya hacía tiempo que Almendralejo suspiraba por tener uno, y, fracasadas gestiones anteriores, se aunaron voluntades entre la Orden Franciscana y la familia compuesta por Don Fernando Nieto Becerra, su mujer Doña Juana de Alvarado y Mendoza y la hermana de ésta, Doña Leonor. Ellos firmaron, como patronos, la escritura de fundación que suponía la última de los franciscanos menores descalzos de la Provincia de San Gabriel en Extremadura. Era uno de los Conventos más importantes de esta Provincia. En 1678, tenía 20 frailes y en 1753 (Ensenada), contaba con 30. En él se celebraron muchos Capítulos Provinciales y por sus claustros pasaron grandes franciscanos, como aquel Fray Andrés del Arroyo, tan encomiado por las Crónicas de la Orden, que murió en dicho Convento en 1694, siendo su Presidente. También San Antonio sufrió la desamortización y aunque su Iglesia sigue abierta al culto, el Convento, después de diversas vicisitudes, se encuentra [en estas fechas] en estado ruinoso.
La suerte de la tercera fundación ha sido distinta. El Convento de Santa Clara, de franciscanas menores observantes, fue primero Beaterio, patrocinado por Doña Leonor Golfín de Figueroa, a comienzos del siglo XVIII. Lo vendrían a fundar la Madre María de Cristo y otras compañeras del Beaterío de La Parra. Unos años después, en 1725, se convertía en el Convento que ha llegado hasta nuestros días.
En las Crónicas Franciscanas se hallan reseñados muchos hijos de Almendralejo, aún anteriores a la fundación del convento de varones de nuestra ciudad; como un Fray Diego de Almendralejo que muere en 1604 en el también famoso Convento de San Onofre de La Lapa, y que era Maestro de Novicios y Guardián, ejemplo de paciencia en las enfermedades.
Unos, como Fray Pedro Ortiz Cabezas, pariente del patrono del Convento de la Concepción, pasarían a las nuevas tierras de misión recién descubiertas y allí sufrirían martirio. Otros, alcanzarían puestos de responsabilidad en la Orden, como Fray Pedro y Fray Mateo de Almendralejo, Presidente del Santuario de San Pedro de Alcántara de los Majarretes, en San Valencia de Alcántara, donde tomó el hábito San Pedro de Alcántara; Fray Francisco Vázquez de Almendralejo, elegido Custodio en 1708, Fray Pedro de San Lorenzo de Almendralejo, definidor de la Provincia en 1690, o Fray Juan y Fray Francisco de Almendralejo, Ministros Provinciales en los años 1789 y 1798, respectivamente.
A Fray Francisco de San José y Almendralejo le conocemos porque Barrantes tenía copiado en su Biblioteca un sermón que este fraile predicó en la inauguración de la Iglesia de San Gabriel de Badajoz, en 1772. Era predicador general y morador del dicho Convento de San Gabriel.
Fray Francisco de Almendralejo, brilló por su santidad. Murió en Trujillo en 1716 y el cronista Fr. Andrés de S. Francisco y Membrío dice que había compuesto para sí una guía o “Arancel de Perfección”, de una gran virtud y severidad ascética.
Finalmente, mencionaremos a Fray Pedro Bravo de Almendralejo, el gran defensor de los privilegios de la Orden a finales del siglo XVII. Consiguió que el Nuncio diera una Sentencia condenando a un fraile agustino que había predicado en contra del Jubileo de la Porciúncula, y, más tarde, para reafirmar la validez de ésta y otras prerrogativas de la Orden escribió un documentadísimo “Escudo Seraphico de las Indulgencias de la Religión de N. P. S. Francisco, y sus tres Órdenes” (Sevilla, 1699), obra que alcanzó enorme difusión pues era raro el Convento que no la poseía.
Junto a los citados se encontrarían lógicamente otros muchos que al igual que los anteriores, usando el acostumbrado apelativo gentilicio, llevarían su santidad y su saber por los Conventos de la Orden, proclamando claramente su origen.nacimiento
SAN MARCOS Y ALMENDRALEJO. DOCUMENTOS FUNDACIONALES Y MOMENTOS PARA EL RECUERDO
La partida original de una entidad de población con el nombre de Almendralejo es un Privilegio concedido a la ciudad de Mérida en el año 1327 por la Orden de Santiago, que había participado en la reconquista del territorio y lo había recibido en premio para su repoblación, formando parte de la Provincia de León de esta Orden, que tenía su Convento Mayor bajo la advocación de San Marcos, en la ciudad de León. Era natural que algunas ermitas levantadas por los pobladores de la Provincia santiaguista estuvieran dedicadas a este santo evangelista. Desde finales del siglo XV hasta comienzos del XVII, con gran irregularidad, se conservan visitas de los santiaguistas a sus posesiones, que informan del estado de las mismas.
SIGLO XVI: En la Visita realizada en el año 1511, podemos leer, en el estilo de la época:
Hermita de Sant Marcos.- Visitóse una hermyta de Sant Marcos que es a do dizen Harnina a media legua de la dicha villa, la qual se haze agora nuevamente. Hallóse por mayordomo della a Diego Lópes de Benito Gonzáles, al qual los visytadores pasados dexaron por mayordomo, al qual se le tomó quenta de lo que ha resçibido e gastado después en nonbre de la dicha hermyta, e visto su cargo e descargo, cargándole myll e nueveçientos maravedís que le dexaron de alcançe los visitadores pasados e sacado lo uno de lo otro fue alcançado por nueveçientos e çinco maravedís e medio e por ocho fanegas de trigo, e más tiene la dicha hermita un toro que dizen de Sant Marcos, más se le hizo cargo de tres reales que a de cobrar de Alonso Fernández de la Fuente porque se aprobechó del dicho toro de Sant Marcos.- Quedóse por mayordomo de la dicha hermita el dicho Diego Lópes e se le fizo cargo del dicho alcançe; del qual se resçibió juramento en forma en cargo del qual dixo que bien e diligentemente usará del dicho ofiçio de mayordomo.- Mandamientos.- Mandósele al dicho mayordomo que el alcançe susodicho e lo que más pudiere aver lo gaste durante su tienpo en hazer la capilla e alçando hagan los mayordomos que después subçedieren porque la dicha capilla se acabe y que hasta acabada la dicha capilla no encomiençen el cuerpo de la iglesia.- Yten se mandó que hagan un libro en que asyenten su resçibo e gasto e que el dicho libro ande de mayordomo en mayordomo e que el Conçejo cada un año vea las quentas e provea de mayordomo por el día de año nuevo en cada un año.(1)
Diego López de Benito González es el primer mayordomo conocido. La Ermita se comenzaría a levantar hacia el año 1507 (fecha en que también comienza a edificarse la Ermita de la Piedad), pues la visita anterior es de 1508 y no se conserva completa. Se construía en un cabezo que domina el arroyo Harnina; al mayordomo le tomaron las cuentas, que debería anotar en un libro, y resultó un saldo a favor de la Ermita de 905,5 maravedíes, 8 fanegas de trigo y un toro que llaman de san Marcos. Además, tenía que cobrarle a un vecino 3 reales por haber utilizado dicho toro en sus labores agrícolas. Este dinero debía gastarlo en hacer la capilla y, cuando estuviera acabada, se comenzaría con el cuerpo de la iglesia.
Cuatro año más tarde, en la Visita de 1515, el mayordomo es Alonso Vaquero; son cargos anuales que nombra el Concejo. Ya está levantada la capilla, aunque no cubierta. La obra se hace muy lentamente, sin duda, por la falta de ingresos. No hay noticias hasta mediados de siglo, y en la Visita de 1550, siguen diciendo que está empezando a hacerse una capilla con las paredes altas para la bóveda; entre sus pertenencias se encuentran un toro y una vaca. Se toman las cuentas al mayordomo de 1549 (Diego Hernández): hay algunos ingresos más, pero han tenido que prestar a la Parroquia, 20.000 maravedíes. Se le manda al mayordomo de 1550 (Gómez Fernández) que se gaste todo el dinero en terminar la bóveda, salvo 2.000 maravedíes que queden para obras pías. En la Visita de 1557, la Ermita ya ha quedado terminada, la capilla está encalada y el altar, elevado sobre una grada, muestra un paño pintado con la figura de san Marcos, flanqueado por las de san Juan y san Mateo. El mayordomo de 1556 (Rodrigo Rangel) presenta sus cuentas y entrega a su sucesor en 1557 (Alonso Ortiz) la suma de 35.322 maravedíes, 4 celemines de trigo y 7 de cebada; además del inventario de bienes entre los que destacamos, un toro de nueve años, una vaca, un novillo de dos años y dos becerros de un año. Ante una hacienda tan saneada, los visitadores le mandan que preste 2.000 maravedíes a la Ermita de Los Mártires para la obra de su iglesia. Ha pasado medio siglo para que podamos conocer que la Ermita está concluida y en su altar mayor se venera a san Marcos.
SIGLO XVII: Unos cincuenta años más tarde, a comienzos de este siglo, volvemos a tener noticia de esta Ermita. Los visitadores la describen como una iglesia de buen tamaño que tiene dos arcos de ladrillo; las paredes son de piedra y mampuesto; el techo de madera de pino y caña; la puerta se abre hacia el oriente y en el altar, un ara con un frontal de damasco colorado con guarnición verde, delante de un retablo luce una figura de san Marcos, dorado. Las cuentas que presenta el mayordomo García Martín Ortiz reflejan los ingresos anuales (mandas testamentarias y limosnas en el bacín el día del Santo) y los gastos (misa y procesión el día del Santo y colgar y descolgar los paños el día de la fiesta). Quedaba un saldo de 5.428 maravedíes.
La Ermita estaba a cierta distancia del pueblo, como otras, que constituían una avanzadilla en su defensa: defensa contra la guerra, defensa contra la enfermedad, contra la peste que hacía pasar la cuarentena en la ermita, a los que llegaban de lugares sospechosos de haberla contraído. Son los tiempos de la guerra larga (1640-1668) que condujo a la independencia de Portugal de la Monarquía Hispánica. Años en los que, no obstante, Almendralejo consiguió comprar definitivamente su independencia como villa realenga. En este expediente el geómetra madrileño Antonio Martínez confeccionó un plano del término almendralejense con la ubicación de algunos edificios representativos; entre ellos, la ermita de San Marcos, situada entre los caminos a Badajoz y a Lobón. (2)
Terminada la guerra se consiguió la licencia para fundar una Cofradía de San Marcos:
Se presentó una petición de Juan Ortiz de Paz,(3) mayordomo de la ermita de san Marcos, Francisco González Barreñón, Francisco Hernández, Manuel Andrés, Sebastián García, Diego Hernández y Juan Guerrero, vecinos de esta villa, por ellos y en nombre de los demás hermanos que pretenden ser de la Cofradía que quieren fundar del glorioso Santo, en virtud de la licencia que para ello tienen del Sr. Vicario General de esta Provincia de León, en que piden a esta villa licencia para fundar la dicha Cofradía; y vista la dicha petición por sus mercedes, concedieron la dicha licencia a los susodichos para hacer la dicha fundación, con que esta villa a de poder en todo tiempo nombrar mayordomo de la dicha ermita usando del derecho de Patronazgo que tiene, sin que en ningún tiempo pueda perder ese derecho.(4)
SIGLO XVIII: El Concejo nombraba anualmente una serie de cargos, entre los que se encontraban los mayordomos de las distintas ermitas. De la primera mitad de este siglo, solamente se han conservado las Actas del periodo 1720-1729, en las que aparecen los nombres de los mayordomos de san Marcos. En los acuerdos de la década de los años cincuenta, que sí se conservan, no figura entre los nombramientos el mayordomo de san Marcos, y de la década siguiente no se conservan las actas. Por fin, en 1770, sí aparece citado el presbítero Pedro García Naranjo, que continuaría renovando el cargo anualmente hasta su fallecimiento en 1787. Después no se volvió a nombrar a nadie más, lo que nos hace pensar que la Ermita tuvo una actividad irregular durante este siglo y que sólo el celo de su último mayordomo mantuvo la esperanza de una recuperación, posiblemente tan difícil que a su muerte quedó abandonada y no tardaría en convertirse en ruinas.
Sin embargo, el escritor benedictino fray Benito Jerónimo Feijoo, se hizo eco en su obra “Teatro Crítico Universal”, de la festividad del toro de san Marcos en Almendralejo,
[Suceso] arribado pocos años há en la Villa de Almendralejo, sita entre Merida y Xeréz, donde yendo ya en la Procesión, se alteró subitamente el Toro, acometió á las andas en que iba la imagen de S. Marcos, las echó á tierra; y rompiendo por medio de la gente, aunque sin hacer daño á nadie, se escapó. [...] En el Lugar del Almendralejo sucedió aquel desmán la primera vez, que por imitar a otros Lugares, se animaron á hacer la fiesta del Toro. Es de creer, que como novicios, no estaban bien instruidos en el manejo, ni el Toro, ó Buey, lo estaría.(5)
SIGLO XIX: La guerra de la Independencia terminaría por provocar su ruina a principios del siglo XIX, existiendo una tradición que recoge cómo, en recuerdo de alguna victoria de las tropas españolas en el cerro de san Marcos, surgió la idea de reconstruirla y seguir visitando estos parajes en la festividad del Santo. No obstante, carecemos de noticias sobre la Ermita o la fiesta en aquel siglo tan convulso en acontecimientos. Solo en el último cuarto de aquella centuria, la existencia de prensa local nos depararía la primera noticia periodística sobre la romería del Santo, en 1879:
A cada santo llega su hora. El 25 se celebró la fiesta de San Marcos como es de costumbre en esta población, concurriendo un numeroso público al sitio de las Huertas de Harnina, donde las familias se entregaron a los goces propios de toda romería, concluyendo sin tener que lamentar desgracias.(6)
A esta escueta noticia seguirían otras en los años siguientes, igual de breves, así en la propia Revista de Almendralejo (30 de abril de 1882), o en La Hormiga (1 de mayo de 1892), entre otras.
SIGLO XX: Del año 1909, pese a la poca animación que por entonces había a esta tradicional romería, que había sido sustituida en importancia por la de san Blas, conocemos la composición poética de autor, más antigua publicada y dedicada a san Marcos. Se debe a Cipriano Montero de Espinosa que deleitaba a sus lectores de La Voz de los Barros, con estas coplas:
El veinticinco de abril
celebró su día San Marcos
y también, naturalmente,
celebrarían sus tocayos.
Sin tener una campana
San Marcos en su “cabezo”
reúne allí más devotos
que la campana en los templos.
Se ven el día de San Marcos
más meriendas en el suelo
que peces hay en el mar
y que estrellas en el cielo.
Adiós, San Marcos bendito
y celoso Evangelista,
que disfrutes muchos años
con meriendas en Harnina.(7)
Pero sin Ermita, sin Hermandad que encauzara las actividades religiosas propias de toda romería, aquella festividad quedaba incompleta. Y así, el día de San Marcos fue discurriendo, unas veces con luces y otras con sombras, hasta mediados del siglo XX. Lógicamente, son muchos los testimonios que tenemos de la segunda mitad del siglo, que desbordarían los límites de este breve recordatorio; pero, si tuviéramos que personificar en alguien esa inicial y persistente preocupación, estaríamos de acuerdo en citar al tantas veces recordado Juan Blasco Barquero,(8) que pronto conectó con nuestro Cura Jesús,(9) en la idea de erigir una ermita a San Marcos y una Hermandad que organizara los actos de la romería. En 1965 se organizó por la Juventud Masculina de Acción Católica, bajo la inspiración de Blasco, una romería “casi completa”, porque seguía faltando la Ermita y la Hermandad, pero hubo organización, cultos religiosos en honor de San Marcos, con Triduo, procesión con la imagen del Santo, Misa de campaña y bendición de los campos. Participaron carrozas adornadas artísticamente y parejas de caballistas. La víspera de la romería el cielo se encapotó, pero después las nubes se disiparon y el sol lució en toda la jornada. Nuevo revés, con la muerte de Juan Blasco aquel mismo año; el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas, Antonio Díaz Rodríguez, será el continuador de su obra. En los años setenta se constituyó una Comisión Organizadora de la Hermandad de San Marcos, presidida por Francisco Muñoz Peral, que trabajó con entusiasmo pero las circunstancias le impidieron llevar a cabo sus proyectos. Tras unos años de desánimo, volvió a surgir un gran interés en los años ochenta, formándose una nueva Comisión, en 1987, con José González Hortigón como presidente, que definitivamente con el trabajo de mucha gente, la generosidad de muchas personas y el entusiasmo de muchas asociaciones, sería la encargada de conseguir la Ermita y la Hermandad.
Las obras de la Ermita comenzaron el 1 de mayo de 1989, abriendo, Blas Sánchez y Blas Tello, a pico y pala, los pozos de cimentación; y fue inaugurada y bendecida por el Obispo de la Diócesis, Antonio Montero Moreno, en una celebración muy emotiva, dentro de lo que fue la histórica romería del 25 de abril de 1993.(10) El expediente para la nueva constitución de la Hermandad tuvo que esperar algo más, y sus Estatutos serían aprobados canónicamente el 20 de marzo de 2000, nombrándose a José González Hortigón, Hermano Mayor.
SIGLO XXI: La labor del primer Hermano Mayor ha sido continuada por sus sucesores en el cargo, Silvestre Gómez Zafra (2005-2006), José Alberto Pérez Álvarez (2006-2016), Víctor Bautista González (2016-2017), fallecido el pasado mes de agosto; y Catalina Pérez Preciado, actual Hermana Mayor. En estas personas condensamos una larga lista de colaboradores, que siempre quedaría incompleta porque en el silencio también se trabaja, y que sólo el Santo podrá recompensar.
El tiempo del siglo XXI ha sido intenso, con sus gozos y tristezas, como en todo tiempo, como siempre; por una parte, el fallecimiento de dos hermanos mayores, José González y Víctor Bautista, y del Hermano Mayor Honorario y Capellán, Jesús Núñez Mancera, el buen cura Jesús, que con otros muchos hermanos ya participan del día de san Marcos desde el cielo. Por otra, recordemos algunos gozos: la consolidación de la fiesta, la construcción de la escalinata, la ampliación y mejora del terreno para la celebración de la romería, la institución del pregonero,(11) la restauración de la imagen de san Marcos, la confección del Escudo de la Hermandad, la instalación del mural de azulejos, que cuenta la historia de san Marcos en Almendralejo, en la fachada de la Ermita, elaborado por Cerámica Artística Barcarrota S. L., inaugurado en abril de 2005, como también la escultura de don Jesús, realizada por Sergi Ramírez Pérez, que lo representa en actitud de caminar con los atributos del pañuelo, la vara y la medalla del Santo, y que lleva una inscripción con la cita de Jn, 14,6 (”Yo soy el Camino”) y una glosa que sugerí al Hermano Mayor: “Con tu caminar nos enseñaste a hacer nuestro camino.- Gracias Don Jesús”.
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NOTAS:
(1) Archivo Histórico Nacional, O. M., O. S., L. 1108 C, ff. 615v 616. Visita de la Orden de Santiago a la villa de Almendralejo, efectuada el 24 de marzo de 1511.
(2) Archivo General de Simancas, M. P. D., XXXIX, leg. 256. Primer plano de Almendralejo, donde aparece la Ermita de San Marcos. Año 1665. Reproducido en la fachada actual de la Ermita. Analizando la topografía del lugar no parece que quede otro sitio posible que aquel en que don Zacarías de la Hera edificara siglos más tarde un bonito cortijo.
(3) Juan Ortiz de Paz (1628-1704), fue mayordomo de la Ermita, al menos, los años 1670-71, y 1675-76. Tenemos noticias de otros 28 mayordomos del siglo XVII, cuyos nombres obviamos en esta ocasión.
(4) Archivo Histórico de Almendralejo, Libro de sesiones, 1 de mayo de 1669.
(5) Benito Jerónimo Feijoo: Teatro Crítico Universal o Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Tomo VII. Discurso VIII. El Toro de San Marcos. 1736.
(6) Revista de Almendralejo, 27 de abril de 1879.
(7) La Voz de los Barros, Almendralejo, 2 de mayo de 1909.
(8) Juan Blasco Barquero: “La romería de San Marcos”, HOY, 29 de abril de 1955.
(9) Entrevista a don Jesús Núñez Mancera, HOY, 8 de abril de 1958.
(10) Antonio Díaz Rodríguez: “San Marcos 1993: Una romería histórica”, Revista de Ferias de la Piedad y XXI Fiesta de la Vendimia, Almendralejo, 1993, pp. 69, 71.
(11) Puede ampliarse esta pequeña historia, con los Cuadernos de la Asociación Histórica de Almendralejo: nº 4 (2010): La festividad de san Marcos y su imagen restaurada; y nº 36 (2017): Pregones de san Marcos (II); además de mi librito de 1993: San Marcos y su Ermita en Almendralejo, con prólogo de don Jesús.
(IV) LA HISTORIA DE "EL OBRERO EXTREMEÑO" A TRAVÉS DE SUS PRESIDENTES
Francisco Anisi Duarte (1899-1901)
Siendo ya presidente Francisco Anisi Duarte (11-04-1899 a 13-01-1901), profesor de instrucción primaria, se amplió la Junta Directiva con los nuevos cargos previstos en el Reglamento de 1898, y por ello, en septiembre de 1899 se incorporaron los de vicetesorero, vicecontador, bibliotecario, secretario 3º y un nuevo individuo para el Consejo.
En noviembre de 1899, se volvió a modificar el Reglamento, mejorando el socorro por enfermedad en el sentido de que “si transcurridos los 80 días ya pensionados, el socio siguiera inutilizado para su trabajo habitual, se le daría una pensión de 0,75 pesetas hasta su total curación” (Reglamento de 1899).
Pensaron que había fondos suficientes, más los que se pudieran obtener por suscripción de acciones, para comprar una casa que sirviera de local a la Sociedad y no estar de arrendamiento. El propietario de la casa donde se encontraban, Joaquín Gutiérrez Moreno, ofreció venderles la que ocupaban en la calle Real, 20, de aproximadamente 293 m2, con piso alto y bajo, corral y pozo; y con muebles y enseres (17 mesas para tomar café, 2 camillas, 80 sillas, 8 tarimas para braseros, 8 braseros, 10 divanes, 15 luces eléctricas, 4 quinqués de lata, 2 brazos de hierro, 5 espejos de luna grandes, 4 pertiers, 1 piano, 1 mesa de billar, 12 tacos, 1 taquera, 1 tanteador, 1 bombo para la treinta y una, 1 juego de bolos, 5 perchas, 1 reloj, 1 araña y 1 lavabo de pared o aguamanil) por 26.000 pesetas; aunque al final se avinieron por 21.000 pesetas, de las que 10.000 serían al contado y el resto a plazos con interés del 8%, quedando mientras la casa hipotecada a favor del vendedor. Resultaba que la casa la tenía enajenada su esposa, Amparo Jiménez Muñoz, a Joaquín Coronado y López de Tejeda por 12.500 pesetas, con pacto de retro por 4 años desde el 7-1-1896; por lo que el vendedor era Joaquín Coronado, socio de “El Obrero”, al haberse consumido el derecho de redención reservado a Amparo Jiménez. Éste aceptó las condiciones dando su consentimiento y otorgando la oportuna escritura. El 6 de abril de 1900 se pagaron los derechos de escritura, 756 pesetas. El Registrador de la Propiedad, José Zegrí y Lillo, regaló sus honorarios, y por ello se le nombró socio honorario.
Para pagar la casa, se hizo un empréstito de 12.000 pesetas, distribuido en láminas de 500 pesetas, formadas por 20 cupones de 25 pesetas, al 6% anual, con amortización semestral, o trimestral, según el superávit de la Sociedad, después de reservar las 1.500 o 2.000 pesetas que marcaba el Reglamento. Eran nominativas, aunque transferibles, dando aviso de ello, quedaron liquidadas en marzo de 1903 y los suscriptores del empréstito fueron:
Se anunció un concurso entre los socios que desearan hacerse cargo de la Conserjería, resuelto a favor de Pedro de la Puente, que se ajustó a las condiciones siguientes. Serían para el conserje todas las utilidades de la mesa de billar (0,80 pesetas, la hora), descontados los desperfectos causados por el uso, y las utilidades de los juegos lícitos, que abonarían de casa lo siguiente: el tresillo (0,25 pesetas), la malilla barrotada (0,25), el solo (0,15), julepe (0,10), tute (0,10). Los juegos de malilla, dominó, trueque, tute, ronda y otros análogos no pagarían casa cuando los jugadores hicieran algún gasto, y si no consumieran, el Conserje podía, o no, cobrar 0,10 por individuo.
Las utilidades de bebida y repostería serían para el conserje con estos precios: café (de caracolillo, moka y Puerto Rico en igual cantidad) y té de 1ª, 0,25; coñac superior, 0,25; ron, 0,25; manzanilla de 1ª, 0,25; vino del país, 0,30 la botella; vino de Valdepeñas, 0,50 la botella de ¾ de litro, y 0,10 por chato; vino de Jerez y manzanilla, 0,25 por copa o caña corriente; vino de Rioja, 0,15 la copa y 1,50 la botella de ¾; vino de Moguer, 0,10 el chato y 0,50 la botella; copa de aguardiente triple, anís fino y de la localidad, 0,10; copa de aguardiente de Cazalla, 0,15; copa de aguardiente de Ojén, 0,20; aguardiente escarchado, 0,25 la copa; ron escarchado, 0,25 la copa; anisado escarchado, 0,25 la copa; licores varios de clase 1ª, 0,25; ponche, 0,25; ginebra, 0,25; gaseosas 1ª, 0,20; refrescos de limón, zarza, naranja y otros, 0,15; taza o vaso de leche, 0,25.
Entre otras condiciones, son dignas de recordar que la Sociedad cedía al conserje para vivir exclusivamente con su familia ciertas habitaciones y dependencias; y que éste debía contratar tres camareros y estaría a su cargo el alumbrado eléctrico, que se componía de veinte focos, así como la calefacción del local desde el 1 de noviembre al 1 de mayo, y las matrículas y contribuciones que hubiera que pagar.
(III) LA HISTORIA DE "EL OBRERO EXTREMEÑO" A TRAVÉS DE SUS PRESIDENTES
Federico Forte Barneto (1897-1899)
Al profesor García-Gill y Pagán, le sustituyó el procurador Federico Forte Barreto (28-4-1897 a 11-4-1899). Sería ratificado en la primera Junta general celebrada con posterioridad a su nombramiento, el 13 de julio de 1897, fecha en que se recoge el primer presupuesto de la Sociedad, que por su singularidad damos a conocer:
La Sociedad presentaba un estado de cuentas saneado, con un número de socios creciente, que a finales de 1897 llegarían a ser casi 400. Acordaron que el tesorero quedara en caja la cantidad de 1.000 pesetas y el resto se depositara en una entidad financiera, pues se consideró arriesgada la inversión en deuda pública, que habían propuesto algunos socios. No aparece el sueldo o gratificación del médico de la Sociedad, que no había querido cobrar nada, por lo que decidieron obsequiarle con un objeto de arte, valorado entre 60 y 75 pesetas. Además, nombraron un auxiliar o sustituto en la persona de otro médico también socio de la Entidad, Baldomero Méndez Barrientos.
Incluso la prensa madrileña se hacía eco de la prosperidad de la Sociedad. Así, “El Liberal”, en su edición del 19 de agosto de 1897, daba una descripción de la Ciudad, y sobre “El Obrero” hacía estas consideraciones:
“A esos activísimos, a esos incansables trabajadores [está hablando de los obreros almendralejenses] quédales tiempo todavía para asomarse a los espaciosos y cómodos salones del Obrero Extremeño, provechosa Sociedad cooperativa, en la que han acumulado en poco tiempo un gran capital, destinado a remediar los infortunios del pobre y en la que hallan honesto solaz y lícito entretenimiento en que holgarse por algunas horas, los días contadísimos que destinan al descanso”
Y como ya se iba haciendo demasiado habitual, designaron una Comisión que se encargara de reformar el Reglamento una vez más, ya que la realidad desbordaba la letra de la norma y requería, no sería la última en poco tiempo, continuas actualizaciones, del que recogemos los siguientes tres artículos: Que las elecciones se realicen en el segundo domingo de enero y julio. Que, si pasados 40 días de socorro de 1,50 pesetas diarias al socio enfermo, siguiera inutilizado para dedicarse a sus habituales ocupaciones se le seguirá pasando la pensión de 1 peseta durante otros 40 días, como máximo. Que si el socio fallece, llevando más de dos años en la Sociedad, se abonará a su viuda 50 pesetas y nada más. Este nuevo Reglamento (ya el tercero) del año 1898 se presentó en el Gobierno Civil de Badajoz el 17-01-1899, quedando registrado y aprobado con el número 217. Esta modificación venía motivada porque con el aumento en el número de socios se había elevado considerablemente este socorro, a razón de un real por asociado, según el anterior Reglamento. Así, a la viuda de Félix Moreno Castañeda se le habían entregado 116,75 pesetas el 6 de marzo de 1897, en virtud de los 467 socios que había en aquel momento.
En la Junta general de enero de 1899, los señores del Consejo de Intervención y Estadística emitieron el informe anual preceptivo. Era la segunda vez que esto sucedía y es una lástima que no se hayan conservado estas reseñas que no sólo tenían la viveza de lo inmediato sino la sanción de su veracidad por la propia asamblea. No obstante, en esta ocasión el acta de la Junta general reflejó una de sus consideraciones, que señalaba, no sólo el aumento absoluto en el número de socios, que de los 30 iniciales habían pasado a ser 444, sino las fuertes alteraciones en las altas y bajas, respectivamente, antes y después de los bailes de carnaval; por lo que acordaron que la cuota de entrada aumentara hasta la cantidad de 5 pesetas, cuando se estaba cobrando por este concepto 2 pesetas a quienes solicitaban ingresar por primera vez y 3 pesetas a los que ya habían pertenecido con anterioridad a la Sociedad y habían causado baja por algún motivo. A partir de 1898, comenzó la costumbre de que el primer día del año se obsequiara a los asociados con un baile gratis, “para solemnizar el aniversario de su fundación”.