exposicionEl 4 de septiembre de 2009 ha tenido lugar la inauguración oficial, por parte del alcalde de la Ciudad, José María Ramírez Morán, de la Exposición temporal sobre las Ferias y Fiestas de la Vendimia, que permanecerá abierta al público en el Museo de las Ciencias del Vino durante el mes de septiembre. La muestra recoge interesantes documentos, fotografías y objetos en relación con las diferentes ediciones que se han venido celebrando en Almendralejo desde 1972.

Como contribución a este acontecimiento, reproducimos el artículo titulado "Aproximación poética a las primeras Fiestas septembrinas de la Vendimia (1972-1977)", publicado en la Revista de las Fiestas de Nuestra Señora de la Piedad y XXXV Feria de la Vendimia de 2007:

"Desde el año de su creación, en 1972, las Fiestas de la Vendimia estuvieron, en sus diez primeras ediciones, asociadas al mes de septiembre; aunque en 1975 se celebraran en agosto, en la semana siguiente a las de la Piedad. Su estructura no varió sustancialmente en este decenio, contando con dos momentos literarios especialmente destacados: el pregón de las Fiestas y los Juegos Florales, con su mantenedor y su poeta premiado. El primero tenía lugar en el Atrio de la Piedad y el segundo en el Teatro Carolina Coronado, salvo en la primera y en la última de septiembre, 1982, en que ambas actuaciones se dieron en el Teatro.

En estos años pasaron por estos escenarios un total de 29 personas, pues una repitió, si bien en un papel distinto. No es el momento, que lo debiera tener, para recoger (si todavía fuera posible) y analizar el material poético de esta treintena de intervenciones, en torno a la vendimia, a nuestra ciudad, a Extremadura y a los temas eternos y universales de la literatura. Por ahora, solamente quisiera compartir con los lectores algunos momentos de aquellos irrepetibles años de la primera transición, y recordar las actuaciones literarias de las cinco primeras ediciones.

Año
Pregonero
Poeta
Mantenedor
1972 I
Julio Cienfuegos Linares
José María Pagador Otero
Luís María Anson Oliart
1973 II
Antonio Cortés Lavado
Jacobo Meléndez Martínez
Carlos Murciano González
1974 III
Enrique Sánchez de León Pérez
Carlos Murciano González
Emilio Romero Gómez
1975 IV
Manuel Martínez-Mediero Díaz
Andrés Mirón Calderón
Manuel Alcántara Porras
1976 V
José Miguel Santiago Castelo
Manuel Terrín Benavides
Juan de Dios Ramírez Heredia
1977  -
Suspendidas

Primera: Julio Cienfuegos cantó a la vid y al vino con su habitual maestría; Luís María Anson nos deleitó con su palabra fácil, amena e improvisada; y José Mª Pagador, con aires hernandianos comenzaba la historia poética de nuestra Vendimia, iniciando su poema ganador, "Nombre de barro", con esta estrofa:

Te llamas como yo, Tierra de Barros,
como Miguel del barro compañero.
Yo soy tierra también y cuánto espero,
cuál como tú, trocar en uva el barro.

Segunda: Antonio Cortés señaló que Almendralejo era la ciudad centro de la amistad y del amor, asegurando que quien tiene un amigo en Almendralejo, tiene un hogar. Carlos Murciano cantó a la belleza, a la vid, a la vendimia y al Almendralejo de ayer y del momento; y el cordobés Jacobo Meléndez, a través de once sonetos, construyó su "Memoria y luz de la vendimia y vinos de Almendralejo", proclamando en uno de ellos, dedicado a la Virgen de la Piedad:

Dama de Almendralejo, Luz María,
en el azul viñedo, viñadora
por pámpanos celestes de alegría,
desde la cumbre de tu paz, ahora
bendice este sudor de cada día
al abrirse las puertas de la aurora.

Tercera: Sánchez de León calificó a la Tierra de Barros como el pálpito del alma extremeña, indicando que "en la gama de cualidades del alma extremeña, vagabunda por la grandeza de España, hay una nota de romanticismo y casticismo que la geografía de las virtudes señala en el corazón de los Barros". Emilio Romero confesó que no conocía Extremadura y que se alegraba de haber comenzado su relación por Almendralejo, excelente embajadora de la región; y Carlos Murciano repitió presencia, en esta ocasión como ganador de la Flor Natural de los Juegos, con "Sonetos para decir en Almendralejo un día de septiembre", de los que recordamos un fragmento:

Todo lo que es sumiso y delicado,
vale para el viñedo vendimiado,
para su manso y tibio verdear.
Gloria de este lugar de Extremadura
que se va hacia el amor y la ventura
como se van los ríos hacia el mar.

Cuarta: Manuel Alcántara, escritor, periodista y poeta, nos ensalzó cuando dijo que Almendralejo era una ciudad hecha a la medida de los hombres, lejos de las grandes urbes donde reinan las soledades; Andrés Mirón, con su poema "Glosario íntimo de la Tierra de Barros", cabalgó a lomos de su inspiración en bellísimos saltos poéticos por los lugares de la Tierra de Barros, señalando

Aquí, sobre la paz de la llanura
que el Ana, ya moruno ya romano,
en lontananza besa, se condensa
como un haz de riquezas apretado
(alfileres de pecho de los mapas)
la maravilla verde de estos campos,
que son el corazón de Extremadura.

Y en el pregonero Martínez-Mediero ya se empezaron a hacer presentes las quejas que la transición afloraba en la sensibilidad extremeña. Aunando el dramaturgo, las voces de Delgado Valhondo ("Porque somos la tierra que servirá otro día...") con las de Antonio Machado del "Mañana efímero", concluyó su intervención con el deseo de que "¡ojalá, para Extremadura algún día, haya un último remedio para un primer milagro; que Extremadura quiera surgir, brotar, que toda una Extremadura empiece...!"

Quinta: Santiago Castelo hizo ya, claramente, un pregón reivindicativo, duro, adecuado al momento. "El tiempo del silencio digno - dijo- del orgullo de morir al sol, se ha pasado. Ya no es sólo llamar a las puertas de los despachos ministeriales. Es también exigir". Ramírez Heredia fue la voz de la emigración, que tan bien conocía, de aquellos "que con el dolor de su corazón enmarcado en sus caras son el espejo del estado actual de la olvidada Extremadura". Y como poeta recordamos a Manuel Terrín, un experto en premios (con más de mil en su haber), que volvería a repetir en Almendralejo en las Fiestas de 1986, y recordó su estancia diez años atrás con estos versos:

Vengo a Tierra de Barros y repito
huellas. ¿Qué pasa aquí? Pasa la vida,
la mía y la de aquel, comprometida
desde cero inicial hasta infinito.

La helada: En 1977, en la madrugada del día 30 de marzo se helaron las viñas de Tierra de Barros: grandes pérdidas económicas, aumento del paro, desolación en los campos y en las almas. Los organizadores decidieron suspender la Fiesta de aquel año. Ese día triste de la primavera escribí en mi cuaderno:

Las cepas lloraron.
Su llanto llenó de lamentos el valle.
Sus yemas del alba,
heridas tan hondas, cuna del pimpollo,
su verde más verde,
la llama del frío, que llegó traidora,
secólas en vida; y al hombre labriego
se le secó el alma.
¡Ay, cuánto trabajo, y cuánto temor,
y cuánta esperanza! Se fueron, quemados
por la madrugada".