El día 3 de enero de 1708 está fechado un Vecindario, mandado hacer en virtud de una carta orden del Presidente de Hacienda (Madrid, 9-12-1707) en la que se indicaba que Su Majestad deseaba conocer las vecindades y poblaciones de cada localidad. La necesidad de de conocer la población castellana en tiempos de la guerra de Sucesión debió ser general, porque se han encontrado vecindarios semejantes en otros territorios.
La elaboración gráfica ha sido facilitada por el Plano que confeccionara Coello a mediados del siglo XIX, aunque es evidente que el trazado de 1708 sería más irregular y la presencia de múltiples callejas innominadas le daría otra fisonomía. Algunas de estas callejas la hemos reconstruido con las fuentes citadas y la descripción de la villa que hace Matías de la Peña, en sus Memorias de 1830, en la que se nos indica que muchas de ellas desaparecieron en 1827 absorbidas en las casas contiguas pese a las críticas de "médicos, funcionarios públicos y personas que precisan comunicación de unas calles a otras, porque se les ha privado de un contadero tan cómodo como necesario".
El casco de la villa se nos presenta desarrollado en torno a la Plaza, sede de los edificios fundamentales, Parroquia y Casas del Cabildo, con un cierto alargamiento hacia el Norte buscando el camino de Mérida a través de la calle de su nombre. Esta arteria principal, que parece dividir al pueblo en dos partes, se prolonga por la calle Real y sigue por la de Mártires. La continuidad es tan evidente que en épocas anteriores se distinguía entre las calles Real de Mérida y Real de Mártires. A ambos extremos de esta gran travesía se encontraban dos ermitas, la de Santiago y la de los Mártires San Fabián y San Sebastián. Parecen atalayas que guardan por estos extremos a la villa como lo hacen por el oeste y por el este, respectivamente, las de San Judas y Nuestra Señora de la Piedad. No hubo nunca murallas en Almendralejo, pero cuando la peste obligaba a cercar el lugar eran estas ermitas las puertas de control de las entradas y salidas; pues, tapiadas todas las calles, sólo quedaban abiertas al tránsito las de Mérida, Mártires, Harnina y Palacio.
La calle Real enlazaba, además, los dos ensanches de la villa, el citado de la Plaza y el del Altozano (lugar de mercado, ocio y plaza de toros), de donde partían las calles Mayorazgo, Jara, Pilar y Caño. Observamos en el plano una zona con centro en la Iglesia Parroquial de trazado más irregular, que correspondería al núcleo originario de la villa, cuya primera ampliación se produjo hacia el Norte, prolongando la calle Mérida y con su paralela, la calle de los Silos; pero sobre todo ensanchándose a ambos lados del eje Mérida-Mártires con calzadas perpendiculares al mismo. En unos casos alargando tímidos tramos iniciales (Becerro, Harnina, Palacio y Esparrilla); en otros, creando nuevas calles (Cabezo, Granados, Pilar, Altozanito y Escusada).
El Vecindario de Almendralejo de 1708 responde al tipo clásico de simple relación de vecinos por calles, con expresión del nombre del cabeza de familia, indicando la pertenencia al estamento noble o al eclesiástico y algunos pocos rasgos más, como el estado civil en las mujeres, la pobreza en unos y la profesión en contados casos. El número de vecinos censados es de 686 (unos 2.650 habitantes), lo que suponía un aumento del 30% sobre el Vecindario de 1665, hecho en un momento comprometido por la guerra portuguesa, con huida de la población y pérdida de edificios. En 1708 aquella situación de abandono se estaba paliando lentamente, aunque las calles del centro seguían sin ocuparse totalmente y presentaban menos vecinos que cincuenta años atrás o no habían aumentado (Real, Jara, Palacio, Macías de Nieto). En cambio en las calles largas que daban al ejido (Mérida, Esparrilla, Mártires, Caño, Pilar, Harnina, Granados, Becerro y Silos) se habían restaurado las viviendas deshabitadas y había aumentado el número de vecinos en valores superiores al 30%.
El porcentaje de "cabezas de vecindad" era, como siempre, manifiestamente masculino (93,6% varones, 6,4% mujeres). De las 44 mujeres que están en dicha situación, 33 son viudas, de las que 6 llevan el calificativo de "pobres"; 3 son censadas como "solteras" y de las 8 restantes sólo se menciona el nombre.
Las clases privilegiadas se asentaban en los mismos lugares que en 1665. Mérida, Palacio, Real, Jara y Mayorazgo se consagraban como calles de privilegiados. El número de individuos de estos estamentos sigue su tendencia creciente respecto a los recuentos conocidos de los siglos XVI y XVII, destacando la abultada cantidad de clérigos, 12,8% del total de vecinos, que sólo representan a los seculares pues no se censaron los franciscanos del Convento de San Antonio.
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