Fernando Sabido Ortiz (1920)


La junta general de enero de 1920 comenzó con la dimisión en bloque de los componentes de la Junta Directiva que debían proseguir en sus cargos. Durante 1919 se habían multiplicado las sanciones (también presentes en otros años) a los socios por incumplimiento de sus obligaciones, aplicando el Reglamento, por el que perdían su condición de asociados temporalmente, en actuaciones como las de promover escándalo, embriaguez, rotura de sillas, vasos…, destrozos en los juegos de mesa, menosprecio a los empleados, insultos, etc. En algunos casos la aplicación reglamentaria, por matices en su administración, fue objeto de protestas, a veces, airadas, en la propia junta que tuvo que prolongarse dos días.
Resultó elegido presidente, el procurador Fernando Sabido Ortiz (12-1-1920 a 9-7-1920), y el Consejo de Intervención y Estadística nombró los cargos que quedaban vacantes, en forma interina; de tal modo que la nueva Junta no contaba con ningún miembro de la anterior. Fernando Sabido [que formaría parte de la Comisión Gestora del Ayuntamiento, desde el 18 de abril al 5 de junio de 1931, y pasó a ser alcalde desde esta última fecha hasta el 7 de agosto de este mismo año] tampoco terminó su mandato, pues ya el día 1 de mayo presentó su dimisión, que fue aceptada por la Junta, dos meses después, “en vista de las causas que la motivan”, causas que no se explicitan en el acta correspondiente.

Guillermo García y Romero de Tejada (1919-1920)


El abogado Guillermo García y Romero de Tejada (12-1-1919 a 11-1-1920) logró acceder a la presidencia en una apretada votación en la junta general de enero de 1919. Obtuvo 67 votos, mientras que Fernando Sabido recibió 64, Gumersindo Suárez, 1 y Pedro Alcántara, 2.
Como era previsible, dada su trayectoria, aparecieron de nuevo los problemas en la Banda de Música. Por una parte, en enero, respecto a la retribución del director del 5% de la parte que se destinaba a la remuneración de los músicos, que, si bien lo cobró en 1918, se acordó que no lo hiciera en lo sucesivo. Al mes siguiente, se recibió una comunicación de los músicos en la que señalaban que no estaban de acuerdo con los criterios que seguía el director, pero como no especificaban las razones de su queja, la Junta no admitió el escrito. Lo cierto es que la Academia y la Banda atravesaban una grave crisis, con pocos músicos y menos alumnos, falta de carácter de su director e indisciplina de los músicos. Aunque en julio se aprobó un nuevo Reglamento de la Academia y de la Banda, pocos días después su director, Isidro Moreno Gallardo, presentó su dimisión.
Sobre la personalidad de este gran músico y maestro de generaciones recogemos el testimonio de uno de sus alumnos, Tomás Bote, que ha escrito sobre él lo siguiente [La vida musical en Almendralejo durante la Restauración, pp. 78-80]:
“Sin duda, su peculiar temperamento de artista, bohemio y sentimental, le impelía a actuar poco reflexivamente y a merced de impulsos emocionales (estereotipo psicológico éste del músico romántico, con cuya conducta la sociedad era condescendiente, pues no se esperaba otra cosa de un artista). Don Isidro era, en consecuencia, una persona algo desorganizada y poco metódica; si a ello le añadimos un toque de bondad personal y cierta debilidad de carácter —en esto estaríamos de acuerdo con Romero de Tejada—podemos explicarnos por qué le ocurrieron todas estas cosas. Pero D. Isidro significó mucho para la música en nuestra ciudad y fue toda una institución musical en Almendralejo durante muchos años, recordada aún con cariño por muchas personas. Muchos almendralejenses se formaron musicalmente bajo su magisterio y algunos acabaron siendo músicos profesionales” .
Nombraron director a Julián Izquierdo Ibáñez, que empezó con mucho entusiasmo ofreciendo a finales de agosto un concierto en la Sociedad para que todos apreciaran las mejoras introducidas. Sin embargo, aquel ímpetu inicial no duró mucho, pues en febrero de 1920 fue destituido por ausentarse de la localidad sin permiso de la Junta. Le sustituyó, de manera interina, Francisco Martínez Asuar, conocido como “Paquito, el Relojero”.
“El Obrero”, por otra parte, se integraba más en la sociedad almendralejense al participar en actos ciudadanos importantes. Así, en febrero una comisión acudió a la estación a la recepción que se otorgó a Enrique Vázquez Camarasa “teniendo en cuenta que sólo se trata de llevar a cabo un acto de simpatía en honor de dicho señor, hijo de este pueblo” Vázquez Camarasa recibió, además, el homenaje de la Ciudad, al acordar el Ayuntamiento, el 1 de marzo de aquel año, a petición de los vecinos, darle su nombre a la antigua calle Harnina, donde había nacido. "El Obrero" en abril recibió del “Casino de Almendralejo”, el donativo de un lote de libros y un juego de dominó. Esta Sociedad se disolvió aquel año y sus bienes fueron vendidos en almoneda; en este caso, algunos, donados a “El Obrero”. En julio su presidente acudió, en nombre de la Sociedad, a la celebración de los Juegos Florales que organizó la almendralejense Congregación de San Luis Gonzaga.
A comienzos de 1920 algunos empleados de la Sociedad pidieron aumento de sueldos y, “en atención a las anormales circunstancias actuales que hacen elevar los precios de artículos de primera necesidad a cantidades crecidísimas, lo que supone llevar a todos aquellos que de sueldo dependen, una vida precaria y de privaciones sin cuento”, la Junta accedió a lo solicitado. El precio del pan en la provincia de Badajoz había subido el 58% desde 1916, y el coste del nivel de vida se había situado en el doble en el mismo periodo, resultados de la fuerte inflación provocada por la guerra europea y, sobre todo, por la inmediata posguerra.
Los salarios que se especifican en el cuadro nos muestran “la plantilla” de empleados de la Sociedad y el nuevo salario establecido, así como el porcentaje de aumento sobre el anterior. En conjunto, unos gastos diarios de personal de 18,50 pesetas pasaron a ser de 25,50 pesetas, lo que significaba un incremento de un 38% aproximadamente: subida importante, pero que todavía quedaba por debajo de la subida del coste de la vida.
Empleados Actual (Nuevo) % subida
Auxiliar de Contaduría.- Sueldo actual: 3,00, (Nuevo sueldo: 5,00), % de subida: 66,66%
Auxiliar de Secretaría.- 2,00 (3,00) 50,00%
Encargado del suministro de agua (al mes).- 15,00 (20,00) 33,33%
Encargado de la limpieza del casino.- 2,50 (3,00) 20,00%
Encargado del servicio de lavado de paños (al mes).- 15,00 (20,00) 33,33%
Conserje del casino.- 3,00 (4,00) 33,33%
Cobrador.- 3,00 (4,00) 33,33%
Camarero.- 2,00 (2,50) 25,00%
Camarero auxiliar.-1,50 (2,00) 33,33%
Pianista (al mes).- 15,00 (20,00) 33,33%
NOTA: Salario diario en pesetas, salvo los indicados mensuales
Otras personas, que cobraban también de la Sociedad, como los médicos o el director de la Banda de Música, tuvieron tratamientos dispares: a los primeros se les aumentó su remuneración en 100 pesetas, mientras que el director de la Banda no recibió ningún aumento, lo que le pudo mover a su indisciplina que, como ya se indicó, le llevó a su destitución. Paralelamente, subieron los precios de las cuotas por juegos y de los diversos artículos expedidos en el casino, como café, azúcar, vino, coñac, licores…, en distintas proporciones; así como la cuota de entrada, que pasó a establecerse en 10 pesetas para hijos o hermanos de socios, y 15 pesetas para los demás: antes, 5 y 10 pesetas, respectivamente.
Francisco Suárez Astorga (1918-1919)


Se nombró como presidente interino al industrial Francisco Suárez Astorga, que cubrió el resto del mandato anual (30-4-1918 a 12-1-1919). En principio la Junta había ofrecido la presidencia a Francisco Montero de Espinosa y de la Barreda, que se excusó y se le aceptó la renuncia por haber ocupado el cargo con anterioridad. Suárez Astorga presidió también en Almendralejo la Sociedad “Nuevo Casino” y fue uno de los fundadores del “Círculo Mercantil”.
No fue un año de grandes, ni de pequeños, proyectos. Además, durante este tiempo la población se vio atacada por la epidemia de gripe, lo que obligó a la Sociedad a rociar con zotal el pavimento del local dos veces al día con objeto de evitar la propagación de la epidemia.
Ocuparon las actas los problemas surgidos en los bailes del carnaval, la venta de material inservible de la Banda y del viejo piano, sustituido por otro nuevo; las interminables desavenencias de los músicos con su director; la conveniencia, o no, de colocar un retrato del Rey en la Sociedad, por el posible matiz político de este hecho (al final, se colocaría pues se adujo que el Monarca estaba por encima de los grupos políticos), o de conceder el título de socios honoríficos, como lo ratificó la junta general, al Marqués de Monterrey y a José Carrasco, ya que gracias a sus gestiones se había conseguido una subvención de 750 pesetas del Ministerio de Fomento. Guillermo García Romero de Tejada se opuso a esta concesión, por ser del parecer de que tal honor requería en los destinatarios servicios más eminentes a la Sociedad. Y en la noche del 25 al 26 de noviembre se produjo un robo en el local, de donde sustrajeron 555,55 pesetas al conserje y 120 al cobrador, en virtud de lo cual la Directiva acordó conceder una gratificación de 250 pesetas a quien con sus gestiones contribuyera al esclarecimiento del hecho y descubrimiento de su autor, o autores.
José Carrasco de la Barrera (1918)


En la primera junta general del año 1918 se procedió a nombrar, entre otros cargos, el de presidente, que recayó en la persona del abogado José Carrasco de la Barrera (13-1-1918 a 30-4-1918). Obtuvo 90 votos frente a los 51 de Juan Crespo Bermejo, 8 de Rafael Rodríguez González y 2 de Juan Espino. Tampoco cumpliría con su mandato, pues en el mes de abril presentó su dimisión irrevocable que, en esta ocasión, sin que conozcamos los motivos de unos ni de otros, fue aceptada por la Junta.
Francisco Gamero Galán (1917-1918)

Además, como correspondía, se eligieron los cargos reglamentarios, entre ellos el de presidente, que recayó en la persona del comerciante Francisco Gamero Galán (14-1-1917 a 13-1-1918). Nada más posesionarse del cargo, se fijó en el salón social un manifiesto dirigido a los socios, que por su singularidad reproducimos:
“A los socios. Mis propósitos.
Habiéndome posesionado de la Presidencia, cargo para el que fui elegido en la pasada Junta General, me complazco en saludar a todos mis consocios a los que encarezco su más decidida cooperación para la continuación del engrandecimiento de esta Sociedad.
Elevar la cultura de ella, procurando dignificarla más y adornarla con aquellos prestigios a que la hacen ya acreedora su ya larga y beneficiosa vida, seleccionando incluso cualidades y condiciones, es uno de los principales propósitos a que debe tender nuestro empeño, poniendo en práctica al efecto todas aquellas medidas sociales que signifiquen y consigan la mayor armonía en sus componentes, la moralidad en el proceder, dentro y fuera de su seno, el respeto mutuo y el acatamiento de las disposiciones adoptadas por los encargados de su gestión administrativa y régimen, que han de encaminarse siempre, a no dudarlo, a la consecución del mayor bien social.
Esta es la tarea a que todos debemos dedicar nuestros desvelos sin desmayos, con perseverancia, omitiendo cuantas pequeñas pasiones y frívolas trivialidades puedan producir, sin provecho, desde luego, ni beneficio alguno, la decadencia de esta entidad, loable lo mismo por la constancia en su existencia que por la filantropía de sus fines.
No es sólo el espíritu colectivo, el ansia social, quien así nos lo aconseja e impone, es también el Reglamento que nos rige que, cual todos sabéis, contiene acertadas y terminantes disposiciones concernientes a estos propósitos.
También y en la misma intensidad, pues no por ser material es menos atendible, debe preocuparnos la parte económica de la Asociación. Aumentar el capital y por consiguiente sus rentas, sin desatender, claro está, sus servicios y sagradas atenciones sociales, es trabajo al que todos debemos dedicarnos con igual empeño, procurando además liquidar con solicitud nuestras obligaciones para engrandecer de este modo también la institución que nos hermana, y acudir sin demora al cumplimiento de sus sagrados compromisos y a la práctica de sus benéficas obras.
De la prestación de vuestra ayuda para la consecución de estos propósitos estoy completamente seguro, dadas las constantes pruebas de espíritu social que habéis mostrado, y para eso únicamente dispondréis de vuestro Presidente.
Francisco Gamero” .
Estos propósitos se vieron truncados, quizás por incomprensiones en el seno de la Junta que le hicieron dimitir en julio y, aunque no fue aceptada su renuncia, no volvió a asistir a ninguna reunión en lo que restaba de año, siendo sustituido, en funciones, por el vicepresidente Guillermo García Romero de Tejada. Las causas últimas de esta dimisión no las recogen las actas, pero debieron ser importantes y arrastraron las de algunos otros miembros de la Junta Directiva.
La música, los bailes y la Banda siguieron protagonizando en la Sociedad actos importantes en este año especial para el mundo artístico de Almendralejo. Con sus luces y sombras. Las primeras, porque el Estandarte, que todavía se conserva, se confeccionó en este año, contribuyendo para su abono la Sociedad con 75 pesetas, con cargo a las gratificaciones de Carnaval que solía hacer a la Banda, y el presidente personalmente con 25 pesetas. Y la participación que tuvo la Banda en los actos celebrados en Almendralejo entre el 19 y el 22 de abril con motivo de la inauguración del Salón Cine Carolina Coronado, a los que asistió la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por el maestro Arbós, y a la que fue a recibir a la estación de ferrocarril la Banda del Obrero, que, sin embargo, no recibió permiso de la Sociedad para actuar gratuitamente en un pasacalles y en el Paseo de la Piedad, con la orquesta madrileña, como pretendía el propietario del Carolina.
Estandarte de la Banda de Música. Año 1917
Las sombras provienen del continuado enfrentamiento entre Guillermo García Romero de Tejada, ahora, como hemos indicado, vicepresidente y presidente en funciones, y el Director de la Banda, Isidro Moreno Gallardo, al que terminan amonestando por ausencias reiteradas en los ensayos y por no cortar cierta indisciplina entre los músicos. Lo cierto era que tenía otros trabajos, además del de la Banda, y estaba contratado para tocar en el Carolina, armonizando las sesiones de cine mudo en aquel local, y de organista en la Parroquia; cargo éste último que sí le permitieron armonizar con el de la Banda.
La Sociedad, por otra parte, no podía olvidarse de su carácter de entidad de socorros mutuos y más en aquellos años de la guerra europea en que la inflación creció aceleradamente, subiendo los precios de los artículos más básicos. Por ello se discutió extensamente la incorporación al Reglamento de una Base 4ª, que quedó aprobada en una de las muchas sesiones de juntas generales extraordinarias de aquel verano, junio y julio, que se celebraron, también, para una reforma más amplia del Reglamento. La citada Base 4ª quedó redactada así: “Se crea con carácter obligatorio el socorro extraordinario en caso de defunción, consistente en la entrega a la persona designada por el socio que fallezca o a la familia del mismo en la forma y previo los requisitos y circunstancias que se determinarán, de una cantidad de pesetas igual al número de socios que constituyan la Entidad al ocurrir el fallecimiento”. Sin embargo, el socorro extraordinario de defunción no se puso en práctica hasta mediados de los años veinte, por problemas económicos y de organización del mismo.
El Reglamento reformado de 1917 sí ha llegado hasta nosotros íntegro. Fue aprobado por el Gobierno Civil en septiembre de 1917 y la Sociedad mandó imprimir 2.000 ejemplares a la Imprenta de Juan Bote, instalada en la calle Cervantes, 6, de Almendralejo; para conocimiento de los socios Reglamento 1917.
A principios de 1918 la Sociedad se abonó al teléfono urbano establecido recientemente en la Ciudad, y cuya central telefónica y telegráfica estaba en la calle Alfonso XIII.
Juan Espino Cachadiñas (1916-1917)


Así las cosas, la junta general de enero de 1916 resultó muy tensa: en otra anterior, en el mes de noviembre, ya se habían levantado sanciones impuestas a los socios por la Directiva, lo que implicaba una desautorización de sus gestiones. En ésta volvió a ocurrir lo mismo, en el caso del socio “B”, y en la “reparación” del honor del carpintero, “C”; lo que implicó un voto de censura a la Directiva, que dimitió en pleno, concluyendo la reunión en medio de un gran escándalo. En un punto del orden del día, anterior, se había procedido a los nombramientos correspondientes del mes de enero, resultando elegido presidente, Juan Espino Cachadiñas (16-1-1916 a 14-1-1917) , que ya había ostentado este cargo durante el bienio 1901-1902, pero no pudieron verse ni las cuentas ni el presupuesto, que serían aprobados, posteriormente, en la junta de julio.
Aquel año de 1916 apenas produjo acontecimientos relevantes en la Sociedad fuera del gobierno normal de la misma, si exceptuamos la ya conocida importancia que tenían los asuntos de la Banda de Música, a lo que se unió el descontento de Guillermo García Romero de Tejada con las actuaciones de la Junta Directiva, canalizada, en varias ocasiones, además, por sus críticas a la Banda y a su director, Isidro Moreno Gallardo.
Ocurrió que, una vez constituida en enero la nueva Junta Directiva, se aceptó la dimisión de Francisco Chacón, como director de la Banda, sustituyéndole interinamente Rodrigo Almada, hasta que poco después se nombró a Isidro Moreno, director, contra la opinión del citado Guillermo García, que le reprochó “que habiendo pertenecido a la Banda, formó otra cuando de ella se salió, perjudicando así a la de la Sociedad”, aunque reconocía que “fue el único que lo solicitó con derecho y a él le merece excelente concepto”.
En marzo se aprobó un nuevo Reglamento de la Banda, que lamentablemente no ha llegado hasta nosotros, aunque sabemos que para proporcionarles ingresos se acordó comprarle una caseta portátil de madera para que vendieran diferentes objetos durante sus actuaciones, permitiéndosele dar conciertos los días festivos y domingos, a cambio de que actuaran en los bailes de la Sociedad, cediendo en tales ocasiones el 10% de los ingresos a la Sociedad, el 5% para la reparación de instrumentos y corriendo a su cargo los gastos de alumbrado y de la expendedora de dulces. La Banda actuó aquel año en varios pueblos de la comarca, como Hornachos, Puebla del Prior, Corte de Peleas, Calamonte, Solana de los Barros o Aceuchal.
En octubre se celebró un acto benéfico en la Plaza de Toros a favor de la Banda, organizada por la Sociedad, cuyo desenlace no fue muy airoso. Guillermo García volvió a arremeter contra el director Isidro Moreno, haciéndole único responsable de lo sucedido, pidiendo para él un voto de censura, protesta que se estudió primero por la Junta Directiva y más tarde en la junta general de enero de 1917, en la que el director se defendió de tales acusaciones, manifestando “que no fue dispuesta por él solo la celebración de dicho espectáculo, sino de acuerdo con el Inspector y con la Junta Directiva, que lo autorizó, ni fue por su culpa la deficiente celebración de aquel, sino debido a la circunstancia de no haber sido posible reunir a los niños que habían de cantar, según el programa, cuyos niños, así como otros que había en la plaza, jugando en ella, sin haber medios de contenerlos, dieron lugar junto con otras causas ajenas a su voluntad, a que el espectáculo no pudiera terminarse, ni se celebrará en la forma que se había dispuesto”.
En esta misma junta general se acordó el nombramiento de socios de honor para Francisco Montero de Espinosa y de la Barrera, por la gestión que había desempeñado como presidente, y para Federico Zambrano González, “su primer presidente y fundador y trabajador perseverante y abnegado […], a quien se le colocará una fotografía o busto en el salón social que testimonie el agradecimiento de la Sociedad hacia su persona”. Asimismo, para patentizar “la cultura y la fraternidad entre los miembros de la Sociedad”, se dispuso que cuando falleciera algún socio se nombrara una comisión que acompañara en el duelo y se colocaran colgaduras negras en los balcones del edificio social .





