Almendralejo y A Rua

En los primeros días de diciembre de 2002 se realizaron una serie de actos en Almendralejo que llevaron a la firma del protocolo de hermanamiento entre las dos localidades. El más importante se encuentra recogido en el acta de la sesión plenaria del Ayuntamiento almendralejense del día 26 de noviembre en cuya sesión plenaria se acordó por unanimidad hermanarse con la ciudad de A Rúa, aprobar el protocolo que se adjuntaba y facultar al Sr. Alcalde para que, en nombre y representación del Ayuntamiento, suscribirera el Protocolo y documentos complementarios que se precisaran.

Lo que no ha visto reflejado en ninguna documentación oficial o periodística fue el saludo que en nombre del ayuntamiento tuve el honor de proclamar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento en presencia de las autoridades locales y de la delegación ruesa que nos visitaba, y que fue retransmitido a la ciudad hermana. Hoy, veinte años después, lo doy a conocer para que forme parte de mi pequeña historia almendralejense:

Ilustrísimas autoridades, queridas amigas y amigos:
Agradezco a Ramón Gutiérrez y a nuestro alcalde José María Ramírez la oportunidad que me han brindado de participar en este acto, no tanto para ejercer de historiador del hermanamiento sino para expresar mis sentimientos sobre el mismo. Y, en primer lugar, quiero dar un saludo de bienvenida a nuestros hermanos rueses, que hoy nos acompañan, aquí y allá, compartiendo con nosotros este emotivo Pleno.
Benvidos. Dende Almendralejo, no corazón da Terra de Barros, vos saudamos e vos acollemos como sabe facer esta Cidade da Cordialidade, e máis énchenos de ledicia que teñades vido da fermosa terra de Valdeorras para concluír esta relación de irmanamento.
De todos es conocido el origen de este encuentro entre rueses y almendralejenses. Corría el año 1996 y nuestra ciudad se enorgullecía porque su equipo de fútbol, el C. F. Extremadura, había conseguido el ascenso a la Primera División. Había que hacer una buena pretemporada, había que preparar con ilusión el debut en la máxima categoría nacional; y entonces apareció el alcalde de un municipio orensano, José Vicente Solarat, que abrió sus puertas al Extremadura y se ofreció para albergar aquellos días de preparación en un ambiente propicio: la localidad de A Rúa.
El deporte que, a veces, desgraciadamente, enfrenta aficiones, entidades y pueblos, ha ofrecido, en nuestro caso, su cara más noble, la que siempre debiera tener, para hermanar, no sólo a dos aficiones, sino a dos pueblos.
Desde entonces han sido varios y gratos los encuentros entre vecinos e instituciones de las dos localidades, que están en la mente y en el corazón de todos: los productos de la tierra, el deporte, el nombramiento de embajador de A Rúa en Almendralejo en la persona de Juan Francisco Sánchez, los contactos institucionales y la música, entre otros, han sido los eslabones de una cadena que nos ha ido uniendo cada vez más.
Hermanar es juntar, hacer compartible o armónica una cosa con otra, reunirlas o tenerlas juntas; y hermanamiento es un vínculo entre dos ciudades con alguna base semejante. A Rúa y Almendralejo tienen esa base, hay entre ellos importantes semejanzas.
Venís de la tierra más antigua de Hispania, emergida en la era arcaica cuando el resto peninsular yacía bajo las aguas, a estas otras tierras mucho más recientes de los Barros terciarios; pero formamos una misma unidad morfológica que aprovecha los dones que la Naturaleza les ha ido preparando lentamente, muy despacio, con cariño, como todo proceso geológico, originando las pizarras que dan fama mundial a vuestro valle, y los barros que lo dan al nuestro por la excelencia de sus vinos.
No he tenido todavía la fortuna de visitar A Rúa físicamente, pero también existe otra forma de conectar, otra empatía en la distancia entre personas que se consideran afines. Por ello, aún desde aquí, puedo recrearme en las espejeantes aguas del Sil, retenidas en el embalse de San Martiño, reflejando en su superficie la enorme mole del monte a cuyo pie se levanta la villa. Puedo entender el dicho popular “El Miño lleva la fama y el Sil el agua”, cuando leo la descripción que Madoz hiciera a mediados del siglo XIX sobre “aquel valle favorecido de la naturaleza y hermoseado por la industria de los hombres, donde la vid se mezcla con el almendro y otros árboles frutales, cuando todas sus cercanías están como de luto, cubiertas de escarcha, rocío y nieblas”.
Puedo imaginarme que ahora el ocre otoñal de los viñedos se une al gris de los tejados y al azul grisáceo del Sil, formando una paleta de colores, tan bella y tan distinta, en este caso, de nuestras planicies donde la tierra y el cielo se confunden en el horizonte, con otra gama cromática, la de los infinitos matices verdes y ocres de los suelos y los no menos bellos azules y rojizos de las puestas del sol. Y podemos ser solidarios y comprender y compartir la tristeza que ahora embarga a aquella hermosa tierra, con sus aguas y costas ennegrecidas, contaminadas por la ambición humana, y gritar también “nunca máis, nunca máis”, porque hoxe nos sentimos todos galegos; máis, hoxe somos todos galegos.
Los vinos ofrecen también otro motivo de hermanamiento, ya que tanto en la comarca de Valdeorras como en Tierra de Barros, se crían excelentes caldos, gracias a un clima templado y relativamente seco y al esmerado trabajo de los vitivinicultores cuyo esfuerzo ha conseguido el premio a la calidad reconocida de sendas Denominaciones de Origen, Valdeorras y Ribera del Guadiana.
En Valdeorras, el vino “mestre cantor de festas e turreiros, que vive no seu pazo soterraio”; el emblemático blanco de godello, amarillo, dorado o pajizo y de un fino aroma afrutado que recuerda a la manzana, y el tinto elaborado con mencía, de intenso color púrpura, ligero y sabroso, con quienes el poeta valdeorrés, Florencio Delgado Gurriarán, hace un “casorio”:

Casóu don Godello
con dona Mencía
e van pór a casa
polo “Val das Viñas”.

En Tierra de Barros son las variedades macabeo, pardina y tempranillo, entre otras, las que proporcionan blancos jóvenes y afrutados; tintos de crianza y espumosos que viven su formación casi monástica, apartados de cualquier ruido, para convertirse en cavas burbujeantes en el seno de bodegas subterráneas en las que hay que entrar de puntillas.
Hay razones, pues, afectivas, económicas, culturales para el hermanamiento, pero este no debe quedar solamente en un acto, en unas visitas mutuas de autoridades o vecinos que pasan unos días agradables en las localidades hermanas, en una entrega mutua de obsequios, en unos discursos; no puede, ni debe, ser sólo esto. Debe ser un deseo de abrirnos a nuestros hermanos de otra Comunidad española, demostrar por medio de la amistad y el intercambio que hay algo que nos une, enriquecernos con las diferencias culturales, enaltecer los rasgos propios de cada uno, promover el respeto mutuo hacia nuestras historias, conocer y valorar el patrimonio natural, crecer en nuestra personalidad, fomentar la convivencia aceptando las diferencias lingüísticas...
Para ello, es necesario que el hermanamiento se mantenga vivo a través de actividades que nos unan y que permitan un intercambio social continuo. Actividades de tipo deportivo, cultural o artístico, que busquen revalorizar las adquisiciones de nuestro pasado y de nuestras civilizaciones respectivas, en un espíritu de acercamiento, comprensión y tolerancia; actividades económicas y turísticas, que sean fruto de un fecundo contacto entre nuestros artesanos, comerciantes, industriales y agricultores; actividades educativas comunes entre los centros escolares respectivos, de formación y comunicación, en particular, para conocer mejor las raíces culturales en que nos asentamos; y, en definitiva, cualquier otra actividad que favorezca la construcción de una comunidad de pueblos, profundamente animada de un ideal de Paz, de Justicia y de Libertad.
Galicia y Extremadura son dos maneras de enriquecer esta España varia y común en que vivimos, dos formas de hacer y amar a España. En la voz de dos de nuestros poetas más representativos, ¡qué diferencia en los conceptos!, pero ¡qué unidad de sentimientos hacia la tierra!
Para Rosalía de Castro, Galicia es

Mimosa, soave
sentida, quixosa;
encanta si ríe,
conmove si chora.
Cal ela ningunha
tan doce que cante
soidades amargas,
suspiros amantes.

Luis Chamizo, por otra parte, dice a los viajeros que cruzan la tierra extremeña que

Si n’os podéis pará, meté pal bolso
este cacho e libreta,
y al pasá por aquí mirá pal cielo,
y endispués pa la tierra,
y endispués de miranos con cariño
principiar a leegla;
porqu’ella sus dirá nuestros quereles,
nuestros guapos jolgorios, nuestras penas,
ocurrencias mu juertes y mu jondas
y cosinas mu durces y mu tiernas.
Y sus dirá tamién como palramos
los hijos d’estas tierras,
porqu’icimos asina: -jierro, jumo
y la jacha y el jigo y la jiguera.

Y por eso, porque hay un pasado común y un sentimiento compartido, hemos querido hermanarnos; diría más bien, reconocer que estamos hermanados y que lo corroboramos con estas manifestaciones de amistad y cooperación. Deseo que sea una experiencia enriquecedora, que ayude a comprendernos y a respetarnos, fortaleciendo lo que es común y aprendiendo de las diferencias.
Amigas e amigos rueses, irmáns galegos, benvidos a vosa casa; bienvenidos a vuestra casa.

El domingo 16 de junio de 1985, TVE-2 (Día del Señor) retransmitió, desde la Parroquia de la Purificación de Almendralejo, la Santa Misa conmemorativa del 25 aniversario del párroco, D. Javier Moriche Trigo, en nuestra Ciudad. Aunque la cinta no es de gran calidad, en espera de otra mejor, la evocamos para volver a vivir los sentimientos y las emociones de aquel día, a la vez que recordamos a muchas personas que desgraciadamente ya no están con nosotros. Antes de la Eucaristía, se recrea con un bello texto el paisaje de Almendralejo, campo y ciudad. 

Solo con lo bueno

Estamos en el mes de noviembre, "ese dichoso mes / que empieza en Todos los Santos / y acaba con San Andrés". Es el llamado mes de los difuntos, conmemoración del día 2, mientras que el primer día del mes se celebra la fiesta gozosa de Todos los Santos, ambas festividades instituidas por la Iglesia hacia los siglos IX y X para que tengamos presente que estamos en esta vida de paso para la otra.
A la vez que en los teatros se reponía tradicionalmente el "Tenorio", de Zorrilla, los cementerios se llenaban y se llenan de flores, de velas y de personas que recuerdan, especialmente en este día, a los familiares y amigos fallecidos. Hoy, para tratar este tema tan cercano, nos vamos a alejar en el tiempo, como queriendo dar a entender, ingenuamente, que el problema no va con nosotros. Por eso quisiera recordar algunos aspectos relacionados con la muerte en Almendralejo en el siglo XVII.
El almendralejense de aquellos siglos vivía en la perpetua zozobra de la indefensión ante agentes meteorológicos, enfermedades infecciosas y frecuentes guerras que, aunque la natalidad era alta, provocaban un gran derroche de vidas humanas: la guerra, la peste y el hambre, los jinetes del Apocalipsis se conjugaban para colocar en el centro de la vida la presencia de la muerte como algo cercano, próximo, cotidiano y no por ello menos temido y horroroso.
Las epidemias que recaían sobre los vecinos, a veces, mal alimentados, con grandes carencias sanitarias e higiénicas, sin controles eficientes para evitar su propagación que, en ocasiones, favorecía el tránsito de las propias tropas, provocaron fuertes crisis de mortalidad. En toda la Baja Extremadura se vinieron sucediendo estas oleadas con una periodicidad angustiosa de, aproximadamente, cada diez años, que impedía la recuperación de la población, pues cuando empezaban a olvidarla se presentaba una nueva.
Las cosechas estaban bastante expuestas a una meteorología cambiante y a unas plagas que se erradicaban difícilmente. Los excedentes en los años buenos no eran suficientes para paliar las deficiencias de los malos y la carestía y el aumento de precios en alimentos básicos, como el pan, llevaban el hambre a muchos vecinos y, en un alto porcentaje, una deficiente alimentación que aportaba menos defensas al organismo cuando le atacaba la enfermedad.
Las Actas Capitulares están llenas de alusiones a esta problemática y las soluciones pasaban por la búsqueda de la intersección divina y la formación de cuadrillas que mataran las langostas que asolaban los campos. En el primer caso, son frecuentes las salidas procesionales de la Virgen de la Piedad pidiéndole el agua de la lluvia para los campos en los momentos de sequía y el cese de las mismas en las épocas en que su abundancia resultaba dañina. Como diría Antonio Chacón siglos después en su oración a la Patrona: "que aquí he venío siempre pa que llueva / que aquí he venío siempre pa qu'escampe".
A la langosta se la mataba, se la quemaba para que desaparecieran los huevos depositados en las eras, pero difícilmente se conseguía erradicar, y también se acudía al auxilio de los santos. El vecino Manuel de Figueroa, uno de los portugueses más conocidos del Almendralejo de la segunda mitad del siglo XVII, fue enviado por el Ayuntamiento a la localidad navarra de Sorlada, para que de allí trajera dos cargas de agua tocada con las reliquias de san Gregorio que allí se veneraban, y con este agua se bendecían los campos para expulsar a las langostas de ellos.
Otros enemigos de los campos y de las personas eran los ejércitos, ya que con frecuencia se entablaban luchas con los portugueses. Tan pernicioso resultaba el enemigo, que efectuaba expediciones de rapiña por nuestros campos, destrozando cosechas y llevándose granos y ganados, como los ejércitos propios que "vivían sobre el terreno, como la langosta". En Almendralejo se acuartelaban a menudo y llevaban la desolación al propio vecindario al que se suponía que tenían que defender. Se alojaban en casas particulares y los campesinos no se atrevían a salir al campo a efectuar sus trabajos por temor a quedar a los soldados solos en casa con sus mujeres: las protestas a las autoridades eran continuas y si ocurría en la época de la siega, las consecuencias eran demoledoras.
Pero el peor azote para la población era la enfermedad, la peste, como por antonomasia se la denominaba. Había tal miedo a ella que pocas veces se la nombra como algo que esté ocurriendo en Almendralejo. Sabemos de su existencia por noticias indirectas y porque se indica que las villas cercanas están afectadas por la epidemia y se aprecia después un crecimiento importante en las defunciones en Almendralejo.
Contra las enfermedades infecciosas sólo cabían soluciones defensivas, casi nunca curativas. Se cuidaba algo más la limpieza de los pozos y pilares, se quemaban las pertenencias de las personas afectadas por el mal, se impedía la entrada en la villa de las personas que procedieran de lugares apestados, a veces, se les retenía en cuarentena en la ermita de san Marcos, y se impetraba la clemencia divina por intercesión de la Virgen de la Piedad o de San Roque, abogado contra la peste. Almendralejo se amurallaba en aquellos días cerrando con tapias las calles y callejas que dieran al campo y quedando solamente cuatro puertas o entradas que se vigilaban celosamente. En las proximidades de esas cuatro entradas se habían levantado otras tantas ermitas como si de esta manera se buscara también la defensa celestial.
Al final de la calle de Mérida estaba la ermita de Santiago; cerrando el pueblo por la calle de los Mártires la ermita de los Mártires, San Fabián y San Sebastián. Al final de la calle Palacio se encontraba otro puesto de vigilancia y a extramuros estaba la Ermita de la Virgen de la Piedad, y, por último, al término de la calle Harnina la puerta oeste y cercana a ella la Ermita de San Judas, sobre cuyo solar se asentaría, pasado el tiempo, el primer cementerio de la villa situado fuera de los templos.
Pero, alegrémonos, noviembre también es el mes de "la chaquetía", las salidas de los niños y jóvenes al campo para comerse las nueces, las castañas, los higos y las manzanas, para hacer los casamientos con estos frutos, a los que, en otro tiempo, acompañaban almendras y bellotas, y para degustar los bollos de Todos los Santos con su sabor a matalahúga.

OJALÁ, HOY EN 2020, PUDIÉRAMOS QUEDARNOS SOLO CON LO BUENO.
OS LO DESEO DE TODO CORAZÓN

Los leones 1974 1999 2020

"Los leones" en 1974, 1999 y 2020

El parque de la Piedad se había inaugurado en las fiestas de agosto de 1880, dividido en cinco paseos laterales que formaban escalinatas con dos perpendiculares y que marcaban un rectángulo cerrado por muro y verja con numerosas pilastras coronadas por jarrones de flores. Había sido el antiguo Llano del Pocito, convertido en el Paseo de la Escalinata.
Un plano del parque y una memoria explicativa de las mejoras que necesitaban en 1953 (el plano de 1944), no nos aportaban mucho más sobre el ornato del parque, salvo la ausencia de una vegetación adecuada y la simpleza de su estructura, así como el acceso insuficiente a la Ermita a través de la denominada “sartén”, y la falta de integración de las dos glorietas existentes, la de Sanjurjo, también llamada “de los peces” (hoy, “de los poetas”) y la del león.
Algo se había mejorado con algunas reformas acometidas en el periodo 1941-1942, bajo el epígrafe presupuestario de “Reforma, ampliación y ornamentación del Paseo de Nuestra Señora de la Piedad”, consistente en construir unos evacuatorios, dos casas para los guardas, y trabajos de ornamentación que fueron diseñados por Pedro Navia Campos, a base de pilastras y arriates; en los que debió incluirse la decoración de la “Glorieta del León”, coronada por la escultura, salida de sus manos o de su taller, fabricado en cerámica policromada y vidriada. El Ayuntamiento, en el Pleno de 15 de mayo de 1942, acordó que se pagara al escultor-ceramista almendralejense, Pedro Navia, las cantidades de 1.805 pesetas por los azulejos y un retablo del patio nuevo del Ayuntamiento; y 1.840 pesetas por dos tinajas, un león y otros efectos.
Ese era el león, alrededor del que tantos almendralejenses durante algo más de cuarenta años se estuvieron fotografiando, hasta que la incuria de los tiempos lo hizo desaparecer de la “glorieta”.
De mediados de los años setenta es la última postal que lleva por enseña el “león de la Piedad”, “el de Pedro Navia”. La glorieta ha pasado por muchas vicisitudes, de las que no tenemos, a veces, información, albergando al primitivo león, sin león, con cuatro leones, como estaba en 1999, con dos leones “vivos” y otros dos destrozados; sin leones, con los cuatro nuevamente colocados en 2010…, hasta llegar al “león de José Luis Miranda” inaugurado el 6 de julio de 2020.
A partir de una iniciativa del Centro de Iniciativas Turísticas de Almendralejo, presidido por Antonio Díaz Rodríguez, se ha contado con el patrocinio de Cajalmendralejo, la colaboración del Ayuntamiento de la Ciudad y la aportación artística del escultor José Luis Miranda Miranda, de la empresa local Temarte S. L.
El escultor Miranda, aunque nacido en Lille, es hijo de un matrimonio extremeño, emigrante en aquellos momentos; de María, almendralejense, y de José Luis, burguillano. No hace falta que haga su presentación, ni la de su arte, pues nuestra ciudad cuenta, entre otras, con sus esculturas en rotondas (el toro), centros educativos (Félix Bote), parques (Dulce Chacón)…; y ahora, el león, en la Piedad, presidiendo un pequeño estanque, de cuyas cuatro esquinas brotan chorros de agua que enmarcan otro surtidor que escapa de la boca del león.
Por deferencia de su autor, recogemos los datos técnicos de la escultura que pesa 650 kilogramos, tiene una altura de 1,43 metros (2 metros con la base) y 73 centímetros de ancho. El proceso de su confección lo comenzó realizando un modelado completo de la figura, en arcilla, a escala definitiva de la actual obra; para continuar, aplicando la técnica del vaciado, construyendo un molde en silicona y poliéster sobre la figura modelada en arcilla. Después, en el interior del molde obtenido, se construyó una estructura metálica para reforzar la resistencia de la escultura, frente a las inclemencias del tiempo y posibles actos de vandalismo que pueda sufrir el monumento; y se procedió a la preparación del llenado del molde, con su estructura metálica y su instalación de fontanería en su interior, para dar paso al agua y poder formar el chorro que sale por la boca del león. La mezcla del relleno, o piedra reconstituida, se compone de tres partes de mármol de Macael molido, más una parte y media de cemento gris de alta dureza, y un 3% de pigmentos, para dar el color requerido; así como un aporte de agua, imprescindible para el fraguado de lo amasado. Una vez que el conjunto endureció después de 21 días de fraguado, se procedió al desencofrado y apertura del molde; y por último, se realizaron los retoques de la pieza obtenida y se aplicó la pátina imitación a bronce.
En el acto de inauguración intervinieron el autor de la escultura, José Luis Miranda, que agradeció que se hubiera contado con su participación para un acontecimiento tan emotivo, como volver a dar vida al “león de la Piedad” y aportó los datos técnicos de la obra. A continuación, tomó la palabra el presidente del CIT que glosó el trabajo y dedicación de esta Asociación por Almendralejo, desde hace más de cincuenta años, y destacó la participación activa que en la restitución del león a la glorieta, habían tenido los directivos José Alonso Zapata (in memoriam), Leocadio Moya Romero y Antonio Vaca Campos. Eusebio Fernández-Cortés, representante de Cajalmendralejo, mostró la satisfacción de esta Entidad por haber colaborado de forma activa en este hecho que, señaló, preserva el legado histórico artístico de nuestro entorno. Por último, cerró el acto la intervención del alcalde de la Ciudad, José María Ramírez Morán, que destacó la labor del CIT y de Cajalmendralejo, así como su agradecimiento a los trabajadores municipales que han diseñado la fuente y han reconstruido la glorieta, además de recuperar el rótulo antiguo, “Glorieta del León”, en tonos verde y dorado, que se ha colocado en lugar destacado. Invitó a todos a disfrutar y a cuidar este rincón emblemático del parque que hoy se recupera.
Hace más de sesenta años, en la prensa local de la época (Palenque Extremeño, agosto 1959), Antonio Cerezo Moreno, un joven almendralejense que ya hacía, con sus quince años apenas cumplidos, sus primeras salidas literarias al público, escribió en un “Itinerario poético de Almendralejo”, una referencia poética, quizás la más antigua, sobre la escultura que nos ocupa: Los paseos de la Piedad son amplios, frescos, acogedores. De sus senos brotan escondidos bancos que nos brindan descanso, y tímidas plantas de belleza inusitada.- El león, en uno de ellos, en esa gallarda postura que tiene, parece hacer guardia contra los malintencionados y declarados gamberros, mirándoles con severidad si los ve haciendo alguna fechoría. Estas palabras del Dr. Cerezo siguen teniendo vigencia; ojalá, sirvan de advertencia para “los declarados gamberros”.
Esta breve crónica en torno al “león de la Piedad” ha permitido que recordemos a muchas personas que han hecho y hacen la historia de Almendralejo; lo que nos anima a que no dejemos de construir y conocer nuestra propia historia.

SAN MARCOS Y ALMENDRALEJO. DOCUMENTOS FUNDACIONALES Y MOMENTOS PARA EL RECUERDO

Francisco Zarandieta Arenas

San Marcos
La partida original de una entidad de población con el nombre de Almendralejo es un Privilegio concedido a la ciudad de Mérida en el año 1327 por la Orden de Santiago, que había participado en la reconquista del territorio y lo había recibido en premio para su repoblación, formando parte de la Provincia de León de esta Orden, que tenía su Convento Mayor bajo la advocación de San Marcos, en la ciudad de León. Era natural que algunas ermitas levantadas por los pobladores de la Provincia santiaguista estuvieran dedicadas a este santo evangelista. Desde finales del siglo XV hasta comienzos del XVII, con gran irregularidad, se conservan visitas de los santiaguistas a sus posesiones, que informan del estado de las mismas.

SIGLO XVI: En la Visita realizada en el año 1511, podemos leer, en el estilo de la época:

Hermita de Sant Marcos.- Visitóse una hermyta de Sant Marcos que es a do dizen Harnina a media legua de la dicha villa, la qual se haze agora nuevamente. Hallóse por mayordomo della a Diego Lopes de Benito Gonzáles, al qual los visytadores pasados dexaron por mayordomo, al qual se le tomó quenta de lo que ha rescibido e gastado después en nonbre de la dicha hermyta, e visto su cargo e descargo, cargándole myll e nueve?ientos maravedís que le dexaron de alcance los visitadores pasados e sacado lo uno de lo otro fue alcanzado por nuevecientos e finco maravedís e medio e por ocho fanegas de trigo, e más tiene la dicha hermita un toro que dizen de Sant Marcos, más se le hizo cargo de tres reales que a de cobrar de Alonso Fernández de la Fuente porque se aprobechó del dicho toro de Sant Marcos.- Quedóse por mayordomo de la dicha hermita el dicho Diego Lopes e se le fizo cargo del dicho alcance; del qual se resabió juramento en forma en cargo del qual dixo que bien e diligentemente usará del dicho o tifio de mayordomo.- Mandamientos.- Mandósele al dicho mayordomo que el alcanfe susodicho e lo que más pudiere aver lo gaste durante su tienpo en hazer la capilla e alfando hagan los mayordomos que después subfedieren porque la dicha capilla se acabe y que hasta acabada la dicha capilla no encomiencen el cuerpo de la iglesia.- Yten se mandó que hagan un libro en que asyenten su rescibo e gasto e que el dicho libro ande de mayordomo en mayordomo e que el Concejo cada un año vea las quentas e provea de mayordomo por el día de año nuevo en cada un año. [Archivo Histórico Nacional, O. M, O. S. L. 1108 C, ff. 615v-616. Visita de la Orden de Santiago a la villa de Almendralejo, efectuada el 24 de marzo de 1511.]

Diego López de Benito González es el primer mayordomo conocido. La Ermita se comenzaría a levantar hacia el año 1507 (fecha en que también comienza a edificarse la Ermita de la Piedad), pues la visita anterior es de 1508 y no se conserva completa. Se construía en un cabezo que domina el arroyo Harnina; al mayordomo le tomaron las cuentas, que debería anotar en un libro, y resultó un saldo a favor de la Ermita de 905,5 maravedíes, 8 fanegas de trigo y un toro que llaman de san Marcos. Además, tenía que cobrarle a un vecino 3 reales por haber utilizado dicho toro en sus labores agrícolas. Este dinero debía gastarlo en hacer la capilla y, cuando estuviera acabada, se comenzaría con el cuerpo de la iglesia.
Cuatro año más tarde, en la Visita de 1515, el mayordomo es Alonso Vaquero; son cargos anuales que nombra el Concejo. Ya está levantada la capilla, aunque no cubierta. La obra se hace muy lentamente, sin duda, por la falta de ingresos. No hay noticias hasta mediados de siglo, y en la Visita de 1550, siguen diciendo que está empezando a hacerse una capilla con las paredes altas para la bóveda; entre sus pertenencias se encuentran un toro y una vaca. Se toman las cuentas al mayordomo de 1549 (Diego Hernández): hay algunos ingresos más, pero han tenido que prestar a la Parroquia, 20.000 maravedíes. Se le manda al mayordomo de 1550 (Gómez Fernández) que se gaste todo el dinero en terminar la bóveda, salvo 2.000 maravedíes que queden para obras pías. En la Visita de 1557, la Ermita ya ha quedado terminada, la capilla está encalada y el altar, elevado sobre una grada, muestra un paño pintado con la figura de san Marcos, flanqueado por las de san Juan y san Mateo. El mayordomo de 1556 (Rodrigo Rangel) presenta sus cuentas y entrega a su sucesor en 1557 (Alonso Ortiz) la suma de 35.322 maravedíes, 4 celemines de trigo y 7 de cebada; además del inventario de bienes entre los que destacamos, un toro de nueve años, una vaca, un novillo de dos años y dos becerros de un año. Ante una hacienda tan saneada, los visitadores le mandan que preste 2.000 maravedíes a la Ermita de Los Mártires para la obra de su iglesia. Ha pasado medio siglo para que podamos conocer que la Ermita está concluida y en su altar mayor se venera a san Marcos.

SIGLO XVII: Unos cincuenta años más tarde, a comienzos de este siglo, volvemos a tener noticia de esta Ermita. Los visitadores la describen como una iglesia de buen tamaño que tiene dos arcos de ladrillo; las paredes son de piedra y mampuesto; el techo de madera de pino y caña; la puerta se abre hacia el oriente y en el altar, un ara con un frontal de damasco colorado con guarnición verde, delante de un retablo luce una figura de san Marcos, dorado. Las cuentas que presenta el mayordomo García Martín Ortiz reflejan los ingresos anuales (mandas testamentarias y limosnas en el bacín el día del Santo) y los gastos (misa y procesión el día del Santo y colgar y descolgar los paños el día de la fiesta). Quedaba un saldo de 5.428 maravedíes.
La Ermita estaba a cierta distancia del pueblo, como otras, que constituían una avanzadilla en su defensa: defensa contra la guerra, defensa contra la enfermedad, contra la peste que hacía pasar la cuarentena en la ermita, a los que llegaban de lugares sospechosos de haberla contraído. Son los tiempos de la guerra larga (1640-1668) que condujo a la independencia de Portugal de la Monarquía Hispánica. Años en los que, no obstante, Almendralejo consiguió comprar definitivamente su independencia como villa realenga. En este expediente el geómetra madrileño Antonio Martínez confeccionó un plano del término almendralejense con la ubicación de algunos edificios representativos; entre ellos, la ermita de San Marcos, situada entre los caminos a Badajoz y a Lobón. [Archivo General de Simancas, M. P. D. XXXIX, leg. 256. Primer plano de Almendralejo, donde aparece la Ermita de San Marcos. Año 1665. Reproducido en la fachada actual de la Ermita. Analizando la topografía del lugar no parece que quede otro sitio posible que aquel en que don Zacarías de la Hera edificara siglos más tarde un bonito cortijo. ]Terminada la guerra se consiguió la licencia para fundar una Cofradía de San Marcos:

Se presentó una petición de Juan Ortiz de Paz,3 mayordomo de la ermita de san Marcos, Francisco González Barreñón, Francisco Hernández, Manuel Andrés, Sebastián García, Diego Hernández y Juan Guerrero, vecinos de esta villa, por ellos y en nombre de los demás hermanos que pretenden ser de la Cofradía que quieren fundar del glorioso Santo, en virtud de la licencia que para ello tienen del Sr. Vicario General de esta Provincia de León, en que piden a esta villa licencia para fundar la dicha Cofradía; y vista la dicha petición por sus mercedes, concedieron la dicha licencia a los susodichos para hacer la dicha fundación, con que esta villa a de poder en todo tiempo nombrar mayordomo de la dicha ermita usando del derecho de Patronazgo que tiene, sin que en ningún tiempo pueda perder ese derecho. [Archivo Histórico de Almendralejo, Libro de sesiones, 1 de mayo de 1669. Juan Ortiz de Paz (1628-1704), fue mayordomo de la Ermita, al menos, los años 1670-71, y 1675-76. Tenemos noticias de otros 28 mayordomos del siglo XVII, cuyos nombres obviamos en esta ocasión].

SIGLO XVIII: El Concejo nombraba anualmente una serie de cargos, entre los que se encontraban los mayordomos de las distintas ermitas. De la primera mitad de este siglo, solamente se han conservado las Actas del periodo 1720-1729, en las que aparecen los nombres de los mayordomos de san Marcos. En los acuerdos de la década de los años cincuenta, que sí se conservan, no figura entre los nombramientos el mayordomo de san Marcos, y de la década siguiente no se conservan las actas. Por fin, en 1770, sí aparece citado el presbítero Pedro García Naranjo, que continuaría renovando el cargo anualmente hasta su fallecimiento en 1787. Después no se volvió a nombrar a nadie más, lo que nos hace pensar que la Ermita tuvo una actividad irregular durante este siglo y que sólo el celo de su último mayordomo mantuvo la esperanza de una recuperación, posiblemente tan difícil que a su muerte quedó abandonada y no tardaría en convertirse en ruinas.
Sin embargo, el escritor benedictino fray Benito Jerónimo Feijoo, se hizo eco en su obra “Teatro Crítico Universal”, de la festividad del toro de san Marcos en Almendralejo,

[Suceso] arribado pocos años há en la Villa de Almendralejo, sita entre Merida y Xeréz, donde yendo ya en la Procesión, se alteró súbitamente el Toro, acometió á las andas en que iba la imagen de S. Marcos, las echó á tierra; y rompiendo por medio de la gente, aunque sin hacer daño á nadie, se escapó. [...] En el Lugar del Almendralejo sucedió aquel desmán la primera vez, que por imitar a otros Lugares, se animaron á hacer la fiesta del Toro. Es de creer, que como novicios, no estaban bien instruidos en el manejo, ni el Toro, ó Buey, lo estaría. [Benito Jerónimo Feijoo: Teatro Crítico Universal o Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Tomo VIL Discurso VIII. El Toro de San Marcos. 1736].

SIGLO XIX: La guerra de la Independencia terminaría por provocar su ruina a principios del siglo XIX, existiendo una tradición que recoge cómo, en recuerdo de alguna victoria de las tropas españolas en el cerro de san Marcos, surgió la idea de reconstruirla y seguir visitando estos parajes en la festividad del Santo. No obstante, carecemos de noticias sobre la Ermita o la fiesta en aquel siglo tan convulso en acontecimientos. Solo en el último cuarto de aquella centuria, la existencia de prensa local nos depararía la primera noticia periodística sobre la romería del Santo, en 1879:

A cada santo llega su hora. El 25 se celebró la fiesta de San Marcos como es de costumbre en esta población, concurriendo un numeroso público al sitio de las Huertas de Harnina, donde las familias se entregaron a los goces propios de toda romería, concluyendo sin tener que lamentar desgracias. [Revista de Almendralejo, 27 de abril de 1879.]

A esta escueta noticia seguirían otras en los años siguientes, igual de breves, así en la propia Revista de Almendralejo (30 de abril de 1882), o en La Hormiga (1 de mayo de 1892), entre otras.

SIGLO XX: Del año 1909, pese a la poca animación que por entonces había a esta tradicional romería, que había sido sustituida en importancia por la de san Blas, conocemos la composición poética de autor, más antigua publicada y dedicada a san Marcos. Se debe a Cipriano Montero de Espinosa que deleitaba a sus lectores de La Voz de los Barros [Almendralejo, 2 de mayo de 1909], con estas coplas:

El veinticinco de abril
celebró su día San Marcos
y también, naturalmente,
celebrarían sus tocayos.
Sin tener una campana
San Marcos en su “cabezo”
reúne allí más devotos
que la campana en los templos.
Se ven el día de San Marcos
más meriendas en el suelo
que peces hay en el mar
y que estrellas en el cielo.
Adiós, San Marcos bendito
y celoso Evangelista,
disfrutes muchos años
con meriendas en Harnina.

Pero sin Ermita, sin Hermandad que encauzara las actividades religiosas propias de toda romería, aquella festividad quedaba incompleta. Y así, el día de San Marcos fue discurriendo, unas veces con luces y otras con sombras, hasta mediados del siglo XX. Lógicamente, son muchos los testimonios que tenemos de la segunda mitad del siglo, que desbordarían los límites de este breve recordatorio; pero, si tuviéramos que personificar en alguien esa inicial y persistente preocupación, estaríamos de acuerdo en citar al tantas veces recordado Juan Blasco Barquero [“La romería de San Marcos”, HOY, 29 de abril de 1955], que pronto conectó con nuestro Cura Jesús [Entrevista a don Jesús Núñez Mancera, HOY, 8 de abril de 1958], en la idea de erigir una ermita a San Marcos y una Hermandad que organizara los actos de la romería. En 1965 se organizó por la Juventud Masculina de Acción Católica, bajo la inspiración de Blasco, una romería “casi completa”, porque seguía faltando la Ermita y la Hermandad, pero hubo organización, cultos religiosos en honor de San Marcos, con Triduo, procesión con la imagen del Santo, Misa de campaña y bendición de los campos. Participaron carrozas adornadas artísticamente y parejas de caballistas. La víspera de la romería el cielo se encapotó, pero después las nubes se disiparon y el sol lució en toda la jomada. Nuevo revés, con la muerte de Juan Blasco aquel mismo año; el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas, Antonio Díaz Rodríguez, será el continuador de su obra. En los años setenta se constituyó una Comisión Organizadora de la Hermandad de San Marcos, presidida por Francisco Muñoz Peral, que trabajó con entusiasmo pero las circunstancias le impidieron llevar a cabo sus proyectos. Tras unos años de desánimo, volvió a surgir un gran interés en los años ochenta, formándose una nueva Comisión, en 1987, con José González Hortigón como presidente, que definitivamente con el trabajo de mucha gente, la generosidad de muchas personas y el entusiasmo de muchas asociaciones, sería la encargada de conseguir la Ermita y la Hermandad.
Las obras de la Ermita comenzaron el 1 de mayo de 1989, abriendo, Blas Sánchez y Blas Tello, a pico y pala, los pozos de cimentación; y fue inaugurada y bendecida por el Obispo de la Diócesis, Antonio Montero Moreno, en una celebración muy emotiva, dentro de lo que fue la histórica romería del 25 de abril de 1993 [Antonio Díaz Rodríguez: “San Marcos 1993: Una romería histórica”, Revista de Ferias de la Piedad y XXI Fiesta de la Vendimia, Almendralejo, 1993, pp. 69, 71]. El expediente para la nueva constitución de la Hermandad tuvo que esperar algo más, y sus Estatutos serían aprobados canónicamente el 20 de marzo de 2000, nombrándose a José González Hortigón, Hermano Mayor.

SIGLO XXI: La labor del primer Hermano Mayor ha sido continuada por sus sucesores en el cargo, Silvestre Gómez Zafra (2005-2006), José Alberto Pérez Álvarez (2006-2016), Víctor Bautista González (2016-2017), fallecido el pasado mes de agosto; y Catalina Pérez Preciado, actual Hermana Mayor. En estas personas condensamos una larga lista de colaboradores, que siempre quedaría incompleta porque en el silencio también se trabaja, y que sólo el Santo podrá recompensar.
El tiempo del siglo XXI ha sido intenso, con sus gozos y tristezas, como en todo tiempo, como siempre; por una parte, el fallecimiento de dos hermanos mayores, José González y Víctor Bautista, y del Hermano Mayor Honorario y Capellán, Jesús Núñez Mancera, el buen cura Jesús, que con otros muchos hermanos ya participan del día de san Marcos desde el cielo. Por otra, recordemos algunos gozos: la consolidación de la fiesta, la construcción de la escalinata, la ampliación y mejora del terreno para la celebración de la romería, la institución del pregonero [Puede ampliarse esta pequeña historia, con los Cuadernos de la Asociación Histórica de Almendralejo: n° 4 (2010): La festividad de san Marcos y su imagen restaurada, y n° 36 (2017): Pregones de san Marcos (II); además de mi librito de 1993: San Marcos y su Ermita en Almendralejo, con prólogo de don Jesús] y la restauración de la imagen de san Marcos, la confección del Escudo de la Hermandad, la instalación del mural de azulejos, que cuenta la historia de san Marcos en Almendralejo, en la fachada de la Ermita, elaborado por Cerámica Artística Barcarrota S. L., inaugurado en abril de 2005, como también la escultura de don Jesús, realizada por Sergi Ramírez Pérez, que lo representa en actitud de caminar con los atributos del pañuelo, la vara y la medalla del Santo, y que lleva una inscripción con la cita de Jn, 14,6 (”Yo soy el Camino”) y una glosa que sugerí al hermano mayor: “Con tu caminar nos enseñaste a hacer nuestro camino.- Gracias Don Jesús”.

Conjunto de fotografías

Hoy, día de San Marcos, 2020, no podemos acercarnos personalmente a ver al Santo. Tenemos que contentarnos con recuerdos virtuales que nos vuelvan al corazón (eso indica la palabra re-cuerdo) aquellos sentimientos de otros años, aquellas emociones de siempre. Me gustaría contribuir al recuerdo con algunas fotografías muy queridas y con las palabras de los once pregoneros (2008-2018) que en los días previos a la Romería ensalzábamos esta Fiesta tan almendralejense.
La relación y los enlaces para revivir aquellos momentos son:
I: 2008. José Ángel Calero Carretero
II: 2009. Francisco Zarandieta Arenas
III: 2010. Ricardo Quintana Sánchez-Bote
IV: 2011. Miguel García Giménez-Millán
V: 2012. Antonio Díaz Rodríguez
VI: 2013. Tobías Medina Cledón
VII: 2014. Leocadio Moya Murillo
VIII: 2015. Fray David Ortiz García
IX: 2016. Tomás Bote Lavado
X: 2017. Miguel Ángel Amador Fernández
XI: 2018. Alonso Álvarez Colchón

Además, si alguien quiere conocer algo más de este apasionante capítulo de nuestra Historia, puede mirar: San Marcos y Almendralejo. Documentos y recuerdos

¡Feliz San Marcos 2020, desde casa!