ALMENDRALEJO 1810
A comienzos de 1810, Extremadura presentaba un escenario desolador, necesitada de tropas, pertrechos, víveres, caudales y esperanza. Los franceses, desde sus posiciones de Castilla, la Mancha y Andalucía, cercaban Extremadura, que sólo tenía libre el flanco portugués protegido por el ejército británico. El ejército francés del mariscal Mortier fue aproximándose a Badajoz; pero, tras pedir la rendición de la plaza, el 11 de febrero, se retiró, dudando de sus propias fuerzas, y se instaló en Llerena. El paso, en ambos sentidos, del ejército francés por Almendralejo motivó que hubiera que darle avituallamiento. Siguió la guerra aunque sin librar batalla, pues no había ejército español contra el que combatir y los franceses no se arriesgaban más allá del saqueo de pueblos y campos, y alguna que otra escaramuza con partidas del antiguo ejército de Extremadura o con los propios vecinos.Las partidas de guerrilleros, como tales, no eran muchas, y tampoco estaban bien vistas por el ejército. No faltó, sin embargo, la generosidad de quienes no dudaron en formar a su costa un cuerpo de voluntarios, como el de la Leal Legión Extremeña, propuesto por el escocés John Downie en carta a la Junta, que fechó en Almendralejo el 21 de enero de 1810. La petición fue aprobada, igual que el nombramiento hecho por Downie a favor del coronel almendralejense Francisco Fernández Golfín, encargándole la recluta de soldados y proponiéndole como uno de los jefes.
Lo cierto era que había que formar un nuevo ejército de Extremadura, y lo primero era recaudar dinero. Ante esta situación, y como un medio más, de allegar fondos, la Junta de Extremadura acordó, a fines de marzo, que, para suplir las referidas deficiencias e ir pagando algo de la deuda contraída por suministros anteriores, se pudieran vender la tercera parte de los terrenos de propios y la mitad de los baldíos de los pueblos, medida "desamortizadora", que fue sancionada por el Consejo de Regencia el 28 de mayo.
ALMENDRALEJO, 1610
No son buenas las noticias económicas de aquel año, que han llegado hasta nosotros. En abril ya hubo quejas de la esterilidad de los campos y del escaso pasto para el ganado, lo que hacía que los novillos estuvieran muy flacos y en evitación del peligro que pudieran tener si se les capaban en estas circunstancias, decidieron esperar a que engordaran un poco.Estas situaciones de cosechas deficientes repercutían grandemente en una economía basada en la actividad agraria, y obligaban a las personas y a las instituciones a buscar el socorrido, y peligroso, auxilio de los préstamos.
La villa de Almendralejo había comprado con Facultad Real, el año anterior, para el ensanche de su dehesa de Abajo, 374 fanegas y 11 celemines de tierra al Convento de Santo Domingo, de la ciudad de Badajoz, por precio de 1.029.822 maravedís.
Como en todo un año no había sido capaz el Concejo almendralejense de pagarles esta cantidad, fue denunciado ante el Real Consejo de Órdenes, que envió a la villa a primeros de mayo, un juez ejecutor para que la obligara a hacer efectivo el pago. Pero, por no tener la villa otros bienes de donde sacar dinero si no era el trigo que por esta fecha valía barato, el Ayuntamiento suplicó a Su Majestad que les diera facultad para poder tomar dicha cantidad a censo del propio Convento, como efectivamente se llevó a cabo.
Los gastos a los que tenía que hacer frente Almendralejo en aquel momento no sólo derivaban de las malas cosechas o de las deudas adquiridas en la compra de patrimonio, sino también del pago de ciertas regalías, como el servicio ordinario y el extraordinario, y de los resultados de una voraz Hacienda Real que enajenaba lugares, jurisdicciones y rentas.
Almendralejo se había visto envuelta en una de aquellos "arreglos hacendísticos" para pagar a los asentistas "hombres de negocios" genoveses que había prestado abundantes fondos para una costosísima política hegemónica exterior de la Monarquía.
Desmembrada de la Orden de Santiago, a la que pertenecía, en un proceso de auténtica desamortización, pasó a villa realenga para ser vendida (jurisdicción y rentas jurisdiccionales) a la ciudad de Sevilla, en 1574. El rescate de su propia jurisdicción, concertado en 1589, le costó a la villa de Almendralejo el pago de un servicio de 32.000 ducados, a cuya conclusión en 1595 se le otorgó el correspondiente Privilegio de jurisdicción. Almendralejo había negociado ese pago con ciertas cláusulas, de las que ahora nos interesa la concesión Real de que, en sus dehesas, pudiesen labrar y arrendar a pasto y labor hasta 400 fanegas por tiempo de 40 años, para pagar con estos ingresos ("con este arbitrio") el servicio ordinario y extraordinario.
ALMENDRALEJO, 1710
"[f. 60] En la villa del Almendralejo, en diez y ocho días del mes de Marzo de mill setezientos y diez años ante mí el escribano público y testigos, pareczió presente el Señor Don Alonso Golfín y Figueroa vezino della, y dixo que en los treze de febrero próximo deste año, el Señor Don Fernando Nieto Bolaños, su sobrino, como sucesor en el vínculo que fundaron Don Fernando Nieto Bolaños y Doña Leonor Fernández Beçerra, su mujer, sus abuelos, a que es anexo un ofiçio de regidor perpetuo con voz y voto en el Ayuntamiento desta Villa, que el dicho su abuelo sirvió y exerzió en virtud de título de Su Magestad y Señores de su Real Consejo y Cámara de Castilla, que por estar vaco por fin y muerte del suso dicho, le a nombrado para que lo sirva y exerza. Y porque dicho Señor Don Alonso no tiene voluntad de servir y exerzer el dicho ofiçio, por tanto desde luego otorgaba y otorgó que renuncia el derecho que por el dicho nombramiento ante mí fecho, se le podía aver adquirido, como si no se ubiera hecho, para que dicho Señor Don Fernando, su sobrino, pueda disponer a su voluntad de dicho ofiçio, o sirviéndolo por su persona o haciendo nombramiento en la que quisiere, sobre cuya renunziazión de derecho renunzió así mismo todas las Leyes que [f. 60v] puedan serle a su favor, y así lo dixo y otorgó siendo testigos los Lizenciados Don Alonso Ortiz Cabeza, Don Gregorio Ortiz Cabeza y Don Francisco González Cano, abogados, vecinos y residentes en esta villa, e yo el escribano doy fe conozco a dicho señor otorgante y lo firmo.- Alonso Golfín y Figueroa (firmado y rubricado).- Ante mí, Bartolomé Sánchez Pedraza (firmado y rubricado)"[1].Fernando Nieto Bolaños había sido llamado a suceder en el mayorazgo que fundaron sus abuelos Fernando Nieto Bolaños y Leonor Fernández Becerra, por la muerte de su abuelo ocurrida el 15 de octubre de 1709. Entre los bienes del mayorazgo que hereda se encontraba un oficio de regidor perpetuo del Ayuntamiento de Almendralejo. Como él ya es regidor por otro oficio de la herencia de su mujer, María Golfín, no puede ejercer los dos, por lo que el 13 de febrero de 1710 había renunciado "por los días de su vida" en manos de su tío, Alonso Golfín y Figueroa, que es quien en el escrito que presentamos renuncia a ejercerlo y lo vuelve a poner en manos de su sobrino. El oficio de regidor es un bien más del patrimonio de los poderosos, y como tal bien lo tratan.
ALMENDRALEJO, 1910
La Caja Rural de Almendralejo llevaba ya varios años de andadura en la Ciudad y destinaba, como ha venido haciendo durante su más que centenaria trayectoria, un porcentaje de sus beneficios a actividades que podemos calificar como "Obra Social".En homenaje a Juan Blasco, fallecido el 7 de agosto de 1908, el Consejo había aprobado la construcción de una casa para regalarla a un trabajador necesitado, en la que se perpetuara con una inscripción la memoria del Cajero fundador. La falta de recursos hizo que este acuerdo no se pudiera ejecutar de inmediato, pero, una vez alcanzado el mínimo de capital necesario para reserva estatutaria, se volvió sobre el asunto. En mayo de 1909, Antonio Martínez y Martínez de Pinillos, presidente de la Caja, había solicitado del Ayuntamiento de la ciudad la cesión de unos terrenos sobrantes de la vía pública que existían entre la estación de ferrocarril y la carretera de Sevilla.
Estos terrenos habían estado dedicado con anterioridad a vivero de vides americanas para paliar la epidemia de filoxera, y la solicitud respondía al deseo de la Caja de construir sobre ellos varias casas, para que fuera cedido gratuitamente el disfrute temporal de las mismas a aquellos braceros de la localidad que el Consejo de Administración de la Caja considerara más necesitados.
En los Libros de Acuerdos municipales de 1910 existen varios dictámenes sobre el asunto que concluyeron con la autorización del Ministerio de la Gobernación de la cesión de 4.324 m2 de un solar sobrante de la vía pública enclavado en el sitio denominado Ejido de las Cruces o calle Sevilla, para las referidas casas. El Ayuntamiento otorgó la correspondiente escritura, comenzaron las obras y en agosto de 1911 se habían ya terminado y entregado las cuatro primeras viviendas.
ALMENDRALEJO, 1911

El año 1911 trajo a los pocos días de comenzar la triste noticia del fallecimiento de Carolina Coronado, el día 15 de enero en Lisboa, y el entierro del matrimonio Perry-Coronado en el cementerio de Badajoz, tres días más tarde. El Ateneo de la capital extremeña le dedicó una velada necrológica el 5 de marzo a la que invitaron al Ayuntamiento de Almendralejo, quien declinó la asistencia por coincidir con el día de las exenciones de quintos, pero envió una corona fúnebre y designó como sus representantes a dos ilustres sacerdotes almendralejenses, Enrique Vázquez Camarasa y Enrique Triviño Forte, que intervinieron en el acto; en especial, el primero con un extraordinario discurso sobre la poesía de amor divino de Carolina (reproducido por la Asociación Histórica de Almendralejo, en la Pieza del mes, nº 17, 7 de mayo 2011). A primeros de octubre de aquel año, el Ayuntamiento de la Ciudad recibió una atenta carta del yerno de Carolina, Pedro Mª Torres Cabrera, en la que enviaba un retrato de la poetisa, en nombre de su esposa Matilde. Se le agradeció el obsequio y se acordó colocarlo en un lugar preferente del Salón de Sesiones con una inscripción fechada que recordara el donativo. Lamentablemente, desconocemos el destino que tuvo este retrato; tal vez fuera sustituido por el que ocupa su mismo lugar pintado por Adelardo Covarsí.
Almendralejo contaba en aquel momento con una población de 12.558 habitantes. El II Conde de Osilo, José Gutiérrez Silva, presidía el Ayuntamiento, en el segundo año de su bienio como alcalde de nombramiento Real de entre sus compañeros, por ser Almendralejo capital de partido judicial. Además del
ALMENDRALEJO, 1812
Durante todo el año 1811 los franceses habían pretendido atraerse a los extremeños, haciéndoles ver los beneficios que tendrían aceptando a José I. En ese sentido, el Comisario Regio para la Provincia de Extremadura, Francisco de Therán, combinaba la alabanza a los naturales en numerosas proclamas, con la amenaza en caso de su incumplimiento. En diciembre de 1811 había firmado en Almendralejo una circular ordenando la creación de Municipalidades, es decir ayuntamientos ajustados a la Constitución de Bayona, y en lo que restaba del año, tuvieron lugar en esta villa las elecciones y toma de posesión del nuevo concejo.Como resultado de las mismas, el gobierno de Almendralejo a la entrada del año 1812 estaba formado por las diez personas electas (don Fabián Gutiérrez, Sr. Marqués de la Encomienda, don Francisco Vélez de Guevara, don Pedro Montero de Espinosa, don Rafael Berriz, don Francisco de la Barrera, Francisco Ortiz Sosa, Manuel Cortés, Manuel Díaz Arias y Alonso José Bravo) y otras tres elegidas por ellos (don Diego Antonio Villalobos para el cargo de Corregidor, don Luis Tous de Monsalve y don Agustín de Mendoza González, como regidores; y Nicolás Antonio Marzulo, como secretario). La incertidumbre de los tiempos provocó que los dos regidores pusieran sendas excusas para no aceptar el cargo: de hecho, junto con el corregidor, desaparecen del gobierno municipal.
El cambio de gobierno local no aminoró las exigencias francesas a los vecinos de Almendralejo, que seguían siendo continuas y desorbitadas, más aún en la calamitosa situación en que se encontraban por el gran consumo que hacían las tropas de tránsito y las que estaban de cuartel en la villa, y la decadencia en que se encontraban cosechas y ganados.
A mediados de enero tuvieron que repartir entre el vecindario 136.000 reales para suministros a la tropa, pese a las protestas de la Municipalidad que, temerosa, quiso conciliar este estado de apuro con la precisión de socorrer a las tropas francesas, y aprobó el reparto, admitiendo en pago los débitos a favor de los vecinos que habían entregado trigo, cebada, ganados, vinos y aguardientes, a los precios corrientes. En el caso, probable, que no bastase este reparto, acordaron que se vendieran algunos terrenos de los sitios de Eras Viejas, Alberca del Taco y Carneril, devolviendo el dinero a los compradores, si el Gobierno no sancionaba las ventas.





